Capítulo 2

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Kageyama había ansiado por horas que las clases finalizasen para dar comienzo al entrenamiento de voleibol, gran fue su decepción cuando se encontró con Yamaguchi y Tsukishima y le informaron que el entrenamiento había sido cancelado por mantenimiento.

Según sus dos compañeros de primero una persona había roto una luz de los techos y ahora estaban siendo arregladas. Kageyama recogió sus cosas suponiendo que entonces debería volver a casa.

Mientras el azabache caminaba en dirección a su casa su móvil vibró indicándole la llegada de una notificación. Kageyama agarró su móvil sabiendo que podía ser un mensaje de su hermana o de su antiguo senior debido a que esos eran los dos únicos contactos que tenía. No se sorprendió cuando vio que el mensaje era de este último, pues lo más probable era que su hermana estuviera trabajando.

"Hola Tobio-chan. Estoy desocupado esta tarde por si te apeteceque salgamos."

Kageyama lo pensó un segundo, el entrenamiento se había cancelado y que él supiese no tenía nada que hacer, así que finalmente decidió aceptar.

Ambos acordaron en verse dentro de una hora en el banco donde se habían bebido unos batidos hace unos días. Eso le daba el tiempo suficiente para ir a su casa y cambiarse si iba rápidamente.

Kageyama fue corriendo a su casa y al llegar dejó tirado su mochila. En un instante fue a su habitación y se cambió a una ropa más casual cogiendo lo primero que vieron sus ojos. Después de arreglarse se dispuso a ir al lugar acordado todavía tenía aproximadamente un cuarto de hora, pero si se daba prisa llegaría ligeramente antes de lo acordado.

Kageyama caminó de forma rápida hacia el lugar y cuando llegó se encontró con que Oikawa ya le esperaba allí sentado en el banco.

— Hola Tobio-chan.— Saludó con una sonrisa.

— Hola Oikawa-san.— Saludó el azabache con normalidad.

— Fue una gran sorpresa que accedieras.— Comentó el castaño de forma amigable obteniendo una mirada confusa por parte del menor.— Creía que entrenabas los lunes.— Aclaró.

— Lo hacemos. Pero cancelaron el entrenamiento de hoy por algo del mantenimiento del gimnasio.— Explicó sin importancia.

— ¿Te gustaría que fuéramos al acuario?— Preguntó Oikawa de forma amistosa acostumbrado a sugerir aquello cada vez que estaba en una cita.

— ¿Por qué al acuario?— Preguntó extrañado sabiendo que el castaño no era un fan de ellos.

El capitán del Seijoh deseaba darse una palmada en la cabeza, estaba tan acostumbrado a sugerir eso que se olvidó que no estaba ni en una cita ni con una chica. Oikawa intentó pensar en sugerir algo más, algo que sí interesase al de primero, después de todo su fin era acercarse y para ello sería mejor proponer algo que sí le gustase.

— Oikawa-san.— Le llamó Kageyama haciendo que este le mirara.— ¿Le sigue gustando la historia?— Oikawa asintió algo dudoso al no saber cuál era el punto de su pregunta.— En el museo del obrador habrá una exposición. ¿No le gustaría que vayamos?

— ¿Pero no será aburrido para ti?— Preguntó ante la sugerencia del armador del Karasuno.

— Para nada. Además, cuando fuimos a un museo después de jugar un amistoso en el Kitagawa Daichii parecía muy feliz.— Comentó el peli negro recordando lo bien que se lo pasó ese día cuando estaban los cinco juntos.

— Aunque Kindaichi-chan no conseguía enterarse de nada y parecía pedir auxilio para que saliesemos.— Recordó Oikawa haciendo que el menor asintiese de acuerdo a lo que decía.— Recuerdo que Iwa-chan estuvo todo el día con cara de aburrido mientras Kunimi-chan parecía cansado.— Comentó sonriendo inconscientemente por el buen recuerdo.

Al final el capitán del Seijoh aceptó la propuesta de quien alguna vez su kohai y se dirigieron al museo del obrador. Durante el camino siguieron hablando de cosas que acontecieron durante el año que ambos compartieron en aquel instituto hasta que llegaron al museo y el castaño empezó a llevar al jugador de Karasuno hacia todos los objetos del museo mientras le explicaba y contaba varios datos de ellos.

El tiempo pasó rapidamente para ambos, aunque para Kageyama la historia no fuese algo demasiado fascinante le gustaba oír como su antiguo senior explicaba cada uno de los objetos. También le parecía muy interesante el hecho de que el castaño supiese tanto del tema, lo que no era una característica demasiado vista ni siquiera en algunos profesores de historia.

Pasaron cerca de tres horas en el museo donde Oikawa tan solo se dejó llevar perdiendo la noción del tiempo que llevaba hablando. Solo se dio cuenta de la hora que era cuando una llamada en su móvil empezó a sonar. Se sentía algo frustrado consigo mismo creyendo que habría causado una mala impresión ante Kageyama y decidió colgar la llamda sin saber quién era para después llevar al jugador del Karasuno fuera del museo.

Oikawa le hizo una señal para que le siguiera. Oikawa se dirigió hacia la salida con el azabache detrás de él siguiéndole en silencio. El mayor no podía pensar en lo mal que se había comportado creyendo que la salida con él fue un fracaso total.

— Perdona. Creo que me emocioné demasiado.— Se disculpó reflexionando en que técnicamente ni siquiera había dejado hablar al azabache.

— ¿Por qué? Fue divertido.— Declaró Kageyama sin entender el por qué el capitán del Seijoh parecía estar algo entristecido.

— Me dejé llevar completamente por la emoción y no te dejé hablar en ningún momento, prácticamente te ignoré todo el rato. Seguramente estabas harto de escucharme deseando salir de allí.— Dijo con frustración sobre el comportamiento que tuvo. Su idea fue invitar a Kageyama para hacer que se lo pasase bien con él y terminó arruinándolo todo según él.

— Fue interesante. Nunca pensé que el gagaku y el bugaku siguiesen siendo interpretados por algunas orquestas en la actualidad, además los trajes eran impresionantes, muy bonitos y originales.— Comentó el menor haciendo que el castaño se sorprendiera de que realmente estuvo escuchando lo que dijo dentro del museo.

— ¿Seguro de que no te aburriste?— Preguntó nuevamente Oikawa queriendo confimarlo debido a lo surreal que se oía.

— ¿Por qué lo haría?— Preguntó ingenuamente provocando que el castaño se riese.

Cualquier chica se hubiera quejado por la falta de atención que tuvo o por la insistencia con la que hablaba, y cualquier chico le hubiera recriminado por lo mucho que hablaba y lo hubiese intentado sacar del museo incluso si tenía que hacerlo mediante la fuerza bruta, pero Kageyama era diferente. Él sí que había disfrutado lo sucedido incluso si la historia no era el tema que más le fascinaba.

— Me alegro de que lo pasaras bien.— Dijo más animado tras saber que no fue un incordio para el menor.

— Podríamos repetir esto otro día.— Sugirió el azabache y Oikawa solo asintió complacido.

— Por supuesto. Será mejor que nos despidamos antes de que se haga demasiado tarde.— Finalizó el mayor con una gran sonrisa.

Ambos se despidieron para que después cada uno siguiese su camino hacia su propia casa. Por alguna razón el castaño se sentía algo emcionado. Quizás tenía algo que ver con que sentía que se podía dejar llevar con Tobio sin tener que preocuparse porque este se fastidiase. O quizás tan solo se sentía bien por haber hablado tan libremente con alguien aunque el tema no fuese la primera pasión de ambos, ya que esta sin duda era el voleibol.

Es amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora