Jun Seo está muerto y, con una única pista, regresa al mundo de los vivos para encontrar su misión junto a un chico desastre.
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En 'Lejos del mundo terrenal', Jun Seo recibió la esfera número 77 y tomó una decisión apresurada. De vuelta en el mund...
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CAPÍTULO 17
La muerte del ángel
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El sonido de la lluvia me saca del sueño.
No recuerdo haber estado en este lugar antes. Sin embargo, la habitación es fría, y se siente igual de vacía que mi pecho.
Ya no hay dolor, pero eso es lo más angustiante de todo.
Las máquinas profesan un ritmo incesante que me hace desear arrancarme la piel.
Cada vez que parpadeo, apenas consigo ver lo que me rodea, porque las lágrimas, una detrás de otra, solo caen al darme cuenta de una gran y terrible verdad.
¿Por qué estoy vivo?
Alguien... Una mujer vestida con una bata blanca, se acerca al sitio en el que me encuentro recostado. Será que puede ver algo en mis ojos, porque me acaricia la frente con irremediable cariño mientras susurra:
—Debiste sentir mucho dolor. Lo que tomaste, pudo haber adormecido tu cuerpo. ¿Qué tal te encuentras ahora?
Una de mis dudas se aclara.
Estoy vivo en verdad, pero no me siento como tal.
Ella me limpia las lágrimas. No sé quién es, ni por qué está siendo tan amable conmigo. No lo merezco. Me equivoqué en tantas cosas y con respecto a todos los que conocía.
—¿Quieres que llame al doctor?
—¿Dónde estoy? —Mi voz es un débil susurro.
—En el Hospital del Evangelio —responde.
—¿Qué pasó? —La enfermera mira hacia el doctor que entra de prisa en la habitación, parece un poco alarmado, pero ella me sonríe y de algún modo me transmite calma, aunque tampoco lo suficiente.
—Mientras trataban de estabilizarte, tuviste un paro cardiaco. Intentaron reanimarte durante tres largos minutos. Pero estarás bien ahora.
Corroborar acerca de lo que ocurrió, no mejora la situación. Solo me comprueba, que lo que experimenté en «Lejos del mundo terrenal» es una indudable verdad.
De repente, las máquinas suenan con alarmas estridentes, y más médicos irrumpen en la habitación en un frenesí de actividad.
Todos se dirigen a la cama que descansa junto a la mía. No puedo ver a su ocupante porque el personal me lo impide.
La habitación se llena de tensión mientras el equipo médico, con precisión y rapidez, trabaja para salvar la vida de un paciente. Los monitores junto a mi cama muestran una línea recta, indicando que su corazón ha dejado de latir.