Capitulo 5

10 1 0
                                    

Tomas:

El agua corría sobre mis manos. No paraba de brotar sangre. Mire a mi hermana, se vendaba con gasas las suyas. Podía verla levemente temblar. Su rostro inexpresivo como siempre, aunque podía percibir en su mirada el odio y dolor que le causaba la maldita situación. Pero como siempre, trataba de llevar con calma todo esto.

Yo, en cambio, temblaba como desgraciado. Las manos me ardian y  mis ojos estaban irritados por las lágrimas que no dejaba derramar porque no podíamos mostrar debilidad.

Fueron 35 azotes en total. Menos que otras veces.

Siempre, de alguna u otra forma se enteraban lo que no debian. Siempre, de alguna forma buscaban la manera de darnos un castigo inmerecido.

Cerré la canilla y tome el alcohol para ponerme. Ahogué un gemido de dolor al sentir el ardor en las heridas. Apreté las manos, haciendo que solo sangren más.

-ven,- ordenó- yo te ayudo.

Me acerque a ella, su mirada perdida en mis manos que estaban casi rotas. Pude ver qué ni la gaza detenía el sangrado de la manos de cande. Ella las movía con facilidad como si estuviera acostumbrada al dolor. Un dolor al cual yo nunca me acostumbrada.

-¿ Cuando terminara esta mierda?- su voz salio muy baja, como si se lo preguntara a ella misma.

Tomo las vendas y me ayudó a envolver mis manos.

- Algún dia- respondí a su pregunta sin saber si de hecho está fue o no para mí.

Pero algo sabía y era que esto terminaría de dos maneras. Mal, en muerte, o Bien, en vida. . Los contrapesos de estás me daban pánico solo de pensarlo.

Pero asi eran las cosas ahora, no las podíamos cambiar. Según ellos habían cosas que nos volvían debiles. No debíamos sentir, ni querer, ni expresar, a ellos no le importaba nuestro sufrimiento. Y así como todo lo anterior nos volvía debiles, el dolor de nuestro sufrimiento junto con el odio, nos hacia más fuerte.

Unos brazos al rededor de mi torso me sacaron de mis pensamientos. Era Cande. Me abrazó. Me tense por un segundo al estar desprevenido pero el calor de su abrazo me hacía sentir en casa y sentir que después de todo no estaba solo, ella siempre estaría conmigo.

Le correspondí el abrazo.

Harlan:

El fin de semana se pasó volando. Al igual que los primeros tres dias de ella.

Jueves; 10:30 AM. Salí del aula para ir a la práctica de béisbol. Iba por el pasillo del ala este pensado en el hecho de que los hermanos González me estaba evitando, o tal ves yo a ellos, cuando algo raro llamo mi atención.

Mejor dicho alguien lo hizo.

Vi entrar al Aitana al baño de mujeres y seguido de ella, Gabriel. Sabía que eran amigos, pero.... ¿ Que mierda hacian en horarios de clase en el baño?, ¿Y por qué solos?. Dude por un momento si ir o no, pero la  incertidumbre si no lo hacía me atormentaria luego.

Camine con paso agigantados y decididos al baño y entre, si Gabriel lo hacía yo también.

A la mierda con las reglas.

No hice mucho ruido y fui hacia  donde estaban hablando: los cubículos.

- Tu, no lo entiendes- Aitana hablaba enojada- yo lo amo, no le voy a hacer eso.

¿Estaba hablando de mi?, ¿O de alguien más?

- La que no entiende eres tu- grito Gabriel- Ese hijo es mio, no de el.

Lazos de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora