Capitulo 8

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Tomas González.

Ella no llegaba. Mire la hora, marcaban tres y media de la tarde.

Estaba desesperado. No podía tranquilizarme, caminaba de lado a lado tratando de calmar mis nervios, pero mierda, ni me servia, solo lograba alterarme más.

No me preocupe cunado me pidió las llaves del auto y ese fue mi maldito error. Ahora que lo noto ni siquiera le pedí una puta explicación.

Las manos me temblaban, trataba de no pensar dónde se había metido, pero mi mente me jugaba una mala pasada. Tenía miles de teoría de dónde podia estar o con quien. Pero dejaba eso de lado para pensar en que debía llegar antes que ellos o sino habría muy malas consecuencias.

Escuché el sonido de un motor y mi corazón se detuvo. Mierda. Me quedé parado en el medio de la cocina esperando ver a quien iba entrar por la puerta de trasera.

Verla entrar hizo que no vomité el corazón del susto. Solté un suspiro profundo y dije:

- ¿Que mierda contigo?, ¿Estás loca?- mi voz salió en un susurro como si alguien nos pudiese escuchar.

Estaba mojada de pies a cabeza. Su mirada estaba perdida en el piso, no levantaba la cabeza. Las vendas de sus manos estaban rojas de sangre. Temblaba.

-Oye, ¿Estás bien?-

- Si- contesto en seco, mirandome- No llegaron, ¿Verdad?.

-No, ve a cambiarte por favor que si te ven así nos matan a los dos.

Salió de la cocina directo hacia las escaleras. Yo iba detrás y la seguí hasta el principio de las escaleras, cuando la tome del brazo para preguntarle:

- ¿Lo tienes?- pregunté.

- Si.

-¿Todo?.

Asintió.

Siguió subiendo, sola, pero a la mitad del camino hacia arriba la puerta principal empezó a abrirse.

MIERDA.

Ni siquiera los escuchamos llegar.

Ella se detuvo y me miró. Sus ojos abiertos no demostraban nada más que una sola cosa. No veía miedo, no había dolor, solo odio. Le hice un gesto con la cabeza para que siga subiendo y me adentre lo mas rápido que pude en la cocina.

Las piernas me temblaban al igual que las manos. Tenía que pensar algo rápido para llamar la atención y que no suban directo hacia ella.

Me toque la cabeza tratando de pensar y bum, una idea. Muy mala idea.

Abrí la alacena y tome unos platos, respiré profundo antes de azotarlos contra el suelo. Miles de pedazos de vidrio volaron haciendo un terrible ruido.

Erica entro por la puerta y el tío Luis detrás de ella, viendo como todo el suelo brillaba.

-¿Que mierda Tomas?- grito mi progenitora.

Dejé de temblar al verlos. Tal vez el odio que yo sentía por ellos, al igual que mi hermana, era más grande que el miedo.

-Fue sin querer- mi voz salió fría, sin titubear.

Escuché pasos correr por las escaleras algo viejas que crujían al pisarlas, para luego ver a mi hermana entrar por la puerta de la cocina.

-¿ Que pasó?- pregunto.

La mire para que hiciera silencio. Cuánto menos noten su presencia, mejor para ella.

- El inútil de tu hermano- dijo Luis- que rompe lo que no paga- se acercó a mi que seguía parado a un lado de los vidrios rotos- debería hacerte tragar cada uno de esos pedazos.- miró a Cande- ¿O debería cobrarle a ella los platos rotos?.

Se rió con burla dejando ver esa maldita y perturbadora sonrisa que mantenía casi siempre.

Sentí como el calor comenzaba a recorrer mi cuerpo del enojo. La sangre fluyendo a mi cabeza, seguramente ya estaba todo rojo de ira.

Apreté los puños a un lado de mi cuerpo. La sangre comenzó a tenir la fina tela de Gaza que llevaba envueltas en las manos.

- No, ella no debe nada- mi voz salió fuerte, casi como un grito ahogado, ya estaba saturado. No podía más. - no la toques.

La miro, solo una mirada para volver a verme. Sabía que iba a hacer algo.

Grito el nombre de mi mamá y ella entro casi al instante.

- Atalo - ordenó.

Él sabía al igual que yo, que Cande era mi punto débil. Si me hacía daño a mi yo no sufría, pero si le hacía a ella, las cosas cambiaban.

- HIJO DE PUTA,- grite con furia- ¡LA TOCAS Y TE MATÓ!

Llegué hasta el y le di una piña en la cara desestabilizando su cuerpo, lo agarre del cuellos de la camisa y luego volví a pegarle.

Algo me detuvo y no fue él defendiendose. Un pinchazo en mi pierna izquierda me desconcentro. De momento empecé a sentí mi cuerpo pesado y ya no podía mantenerme parado, ni los ojos abiertos. Caí al piso apoyando mi espalda a la isla de la cocina. Mire a mi madre con una jeringa en la mano, sabía lo que me había inyectado: midazonal. Los párpados se sentían cada instante mas pesados y mi cuerpo se desvanecía más con cada segundo que pasaba.

Mario se acercó a mi y susurro en mi oído.

- ¿Sabes? - preguntó - tus reacciones son las que me vuelven asi. Tus impulsos, que como ya sabes deberías dominar. Las contestaciones son como retos - se rió con ironía - ahora, debés saber que tus actos traen consecuencias - dijo, dando dos golpes en mi mejilla- ¡Cande recibirá mucho hoy!. Que pena que no disfrutes el show.

Lo último que ví fue su sonrisa pervertida y luego todo se volvió Oscuro.

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Sole les diré un dato y es que algunos capítulos serán más cortos que de costumbre.

Pero bueno, ahora a lo bueno. Nos vemos en el próximo capítulo. 😘✌🏻


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