Perdón si el capitulo anterior tiene algunas faltas de ortografía.
Es un capítulo largo a cambio de este.
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.Harlan:
-¿SOS ESTÚPIDO, O TE PAGAN?- grito azotando una mano en la mesa- Harlan mírame.
Levanté la cabeza para mirarlo a los ojos.
- Tranquilo, Julio- Dijo Ivan Velázquez, el abogado de mi padre
-Por lo que se, por ahora la familia no va a presentar cargos por la pelea.
- Por Ahora- repitió - vos lo dijiste, por Ahora- lo señalaba con el dedo.
Nunca había visto a mi viejo tan enojado. Pero al parecer la única persona que tenía el talento de hacerlo enojar tanto era yo.
- Si, si, pero vamos a tratar de persuadirlos y que no levanten cargos contra Harlan.
Mi padre se agarro la cabeza con ambas manos tratando de tranquilizarse. Soltó un suspiro profundo y me miró, su cara delataba la decepción y el enojo que sentía y tenía hacia mi.
- Vete de mi vista antes de que te mate yo.
No reproché y lo hice, me fui.
Subí las escaleras aún descalzo y me metí en la habitación. Puse la puerta con llave por si acaso y del armario saque una campera y unas zapatillas deportivas.
La verdad es que me importaba una mierda Gabriel y lo que sabía de él, era que no había quedado muy bien.
Cuando se lo llevaron de la escuela tenía el pulso muy débil, en medio del camino al hospital su corazón dejo de latir pero pudieron revivirlo.
Ahora, lamentablemente está en terapia intensiva. ¿Estable? si, ¿Con una alta probabilidad de que despierte pronto?, La repuesta es claramente un si. ¿Me quedé con las ganas de haber querido que muera?, También.
Pero eso no lo decido yo.
Salí por la ventana una vez ya vestido. Eran las 20:36hs y ya estaba oscuro.
Baje con cautela tratando de no caerme desde el segundo piso, después de todo tuve que bajar por un tubo más fino que el amigo de Gabriel.
Empecé a caminar en dirección de Moolplace, un lugar de mala muerte dónde lo único que hacían era drogarse hasta morir. Literalmente.
Mientras caminaba hacia ahí, pensé en Cande, en la forma de reaccionar que tuvo cuando lance su droga por la ventana y es que, joder, creo que ahora me odiaba más de lo que antes ya lo hacía.
Llegué a mi destino teniendo la idea de devolverle a aquella chica de ojos negros lo que le hice perder, no literalmente droga, pero si otra cosa para que pueda despejarse. Aunque pensándolo mejor, también es droga.
Toque el timbre de la casa de Nico- un chico de la escuela- Abrió la puerta con una gran sonrisa que lo caracterizaba, me tomo la mano para luego con su otro brazo rodearme y darme dos palmadas en la espalda.
Deje el dinero que habíamos acordado por teléfono en el bolsillo de su campera y él, con la mano que tomo la mía dejo una bolsa de marihuana, y una blanca, la cual mire extrañado cuando me soltó.
-¿Estamos generoso hoy?- pregunté con burla.
- Nuevo producto,- dijo- pruébala.
- No tengo más dinero para pagarte- dije algo apenado.
- Es gratis- refutó, y me señalo con el índice - pero solo por hoy Pendejo.
Sonreí ante su forma de decirme. Nadie me decía así desde hace años.
- Está bien, ¡gracias!.
Nos despedimos y luego me fuí.
Camine un par de cuadras hacia la casa de los González.
Habia irrumpido en la oficinas de archivos de la escuela para saber dónde quedaba su ubicación.
Después de todo nunca pude volver a hablar con Cande, ni con su hermano. Raramente, faltaron los días de clase restantes para terminar está loca semana.
Me quedé parado en la esquina de su calle y tome el teléfono. Aparte de los datos de dónde vivían, tome el número teléfono de ella. Era raro, pero lo ví y llegué a pensar que algún día lo necesitaría.
Entré a contactos y busque el suyo que ya había agendado. Marque para mandarle un mensaje y puse: <<estoy en la esquina, ¿Estás?.>>
Nada, ni un llegado, ni un leído, ni mucho menos un visto.
Quedé esperando un rato en la esquina parado como todo una prostituta. La gente que cruzaba en auto me miraba raro y ya estaba empezando a incomodarme, al igual que molestarme.
Volví a mirar el teléfono, y no, aún nada. Así que sin pensarlo dos veces, me decidí por hacerlo.
Llegué hasta la puerta de su casa y pase la pequeña reja que tenían. Admito que era linda, no era mi tipo, pero no me quejaría por vivir en ella.
Subí las escaleras que rechinaron cuando las pise. Tome valor y luego de una profunda respiración y diez minutos de quedarme ahí parado como un estúpido planteandome si esto era lo correcto, toque el timbre.
Nada, de nuevo nada. La luces estaban apagadas y ningún ruido habitaba el lugar. Volví a tocar y a la quinta vez la puerta se abrió. ¡Por fin!.
La cara de Tomás desfigurada por el enojo se acercó en la oscuridad de la noche, aún así pude distinguir un moretón color violeta intenso en la parte derecha de su rostro.
-¿Que haces pedazo de Imbécil?- preguntó agarrándome del brazo y tirandome hacia atrás.- ¿Te pagan o sos estúpido?, Son las nueve de la noche cara de moco.
Quedé sorprendido ante la cantidad insultos que podía usar alguien en una oración.
- Tranquilo - dije, sonriendo, satisfasciendome por su enojo.
Cerró la puerta cautelosamente detrás de él.
- Tranquilo tu abuelo- susurro- ¿Que haces acá?.
- Vine a ver a tu hermana.
Ahora yo no había chiste, solo seriedad en mis palabras y enojo en su semblante.
- No está, le diré que viniste- respondió con un ademán de burla mezclada con furia.
- Se que esta- menti- me dijo que estaría acá. Solo llámala.
Quise ir hacia la puerta pero se interpuso en el medio.
-Harlan, no quiero pelear- dijo tratando de controlarse y se notaba. Respiro profundo
- no es el momento, ella no está bien, nada está bien. Solo vete.
Algo en su voz me alarmaba, no precisamente la voz, pero si la forma de hablarme.
Asentí y el solo se metió de nuevo en la casa, dejándome solo. Gire sobre mi eje, ya no tenía más que hacer en este lugar, solo empecé a caminar rumbo a la mi casa cundo algo llamo mi atención, mire hacia arriba, en el costado de la casa una luz se había prendido en una de las habitaciónes.
El celular vibró en mi bolsillo, lo saqué rápidamente y vi el mensaje:
<<C.G: Calle Santa Fe 1456, 21:45hs. Te espero.
Yo: Okey.>>
Mire la hora, marcaban las 21:22. Comencé a caminar en dirección al punto de encuentro. Tenía veintitrés minutos para llegar, y unas cuantas cuadras por caminar. No podía fallar.
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Lazos de Sangre
RandomLuego de dos años se vuelven a ver. Todo será diferente luego del terrible "accidente" qué sucedió hace meses atrás. Candela y Tomás no están ahí más que para un simple propósito: venganza. Harlan no está ahi más que para ser su próxima víctima. ...