Capitulo 6

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Candela González:

Mi labio roto parecía palpitar. Odiaba los golpes y más si eran en la cara.

Saqué la alarma de la camioneta y entre en el asiento del conductor. Harlan se quedó parado en la puerta. Parecía pensarlo demaciado.

Me estire para abrir la puerta del copiloto y dije:

- Que estás esperando, ¿una invitación?- levantó una ceja- pues déjame decirte que si es asi, ya la tienes. ¡Subete al auto!.

- Que amable - dijo con ironía.

Aunque luego subió sin protestar.

Arranque el auto y salimos del establecimiento. Sabía que estábamos en hora de clase y no me importo. Solo lo hice.

- ¿Desde cuándo manejas? - pregunto abriendo la guantera para ver adentro. Saco uno de mis chicles y se lo metió en la boca. Me estire y le cerré la guantera en su cara, casi agarrando sus dedos con ella.

-¿Desde cuándo eres tran preguntón?- contraataque y el comenzó a meter la mano debajo del asiento- y ya... Deja de tocar mis cosas que es molesto.

Mi voz salió más frívola de lo normal. No quería demostrarle alguna parte de mi que yo no quisiera que vea. Debía aprender a controlarme estando con él. Una situación de bochornosa como la del baño no debía volver a pasar.

- ¿ Que te paso en las manos?- me miraba esperando una respuesta.

Mierda, ya estaba nerviosa y solo me miraba.

Mire mis manos pensando en que aún tenis el control sobre mis emociones.

Tome una gran bocanada de aire y respondí

- Nada- No tenía que darle explicaciones.

- ¿A dónde vamos ?.

¿Que mierda le pasa?, ¿No entiende que necesito silencio? En este momento no necesito una cotorra a mi lado.

Conté hasta 10 para no bajarlo en ese mismo instante. Gire hacia un lado de la calle para detener el auto y me límite a mirarlo.

Aún tenía sangre en el rostro. Su camisa que yo no era blanca lisa,  ahora tenía puntos y lineas rojas.

Una luz del techo del coche se encendió arriba de su cabeza, provocando que levanté la cabeza para verla dejando ver su cuello extendido en su máximo esplendor. Haciendo que recuerde cuando aún podía estar cerca de él sin restricciones. Cerré los ojos con fuerza para no recordar. Tratando de tranquilizar mi corazón que comenzó a acelerarse.

No podía decir el porque, ni saberlo, pero verlo lleno de sangre me exitaba. Desde pequeña el olor al hierro de la sangre fue mi debilidad y ahora él estaba así, frente de mi, esperando que hablara y yo solo imaginaba besándolo descontroladamente, ambos probando la sangre ajena que tenia en sus labios.

Asqueroso, Lo sé. Hasta suena enfermo, pero es así.

Respiré profundo.

-Mira, te lo diré una sola vez- susurré tratando de controlarme- CÁLLATE Y QUÉDATE QUIETO.

Escuchar su voz me hacía desvariar olvidando la poca cordura que mantenía.

Debía dejar de mirarlo pero no podia, me perdí por un momento en el negro de sus ojos que solo veían los mios.

- Está bien- Su maldita voz salió más ronca de lo normal. Y luego hizo algo que no esperaba. Se bajó del auto.

Bueno, no necesite bajarlo del auto. Aunque si salí corriendo detrás de el.

Lazos de Sangre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora