TRES

18 3 49
                                    

Cuando abrí los ojos, me sentí desubicada. Me latía el corazón con fuerza debido a los fuertes y frenéticos timbrazos que sonaban en el interior de mi piso.

Todavía llevaba puesta la ropa de la noche anterior y estaba envuelta en la sudadera que JK me había regalado. Mis medias estaban rotas y mis pies y zapatos estaban llenos de barro.

Tenía la boca seca y me dolía la cabeza.

El timbre dejó de sonar y fue sustituido por golpes violentos en la puerta.

Me arrastré como pude hacia la entrada y miré por la mirilla. Era Lara, acompañada de Min-ho, y parecía estar a punto de llorar.

Abrí la puerta.

—¡Dios mío! ¡Menos mal que estás bien! —Lara me abrazó y ambos pasaron al interior de mi casa.

—¿Qué?

—¡Anoche desapareciste!

—Os mandé un mensaje —recordé y hablé con lentitud—, creo.

—El puerta nos dijo que te habías ido andando y no cogías el teléfono.

—¿Has estado durmiendo hasta ahora? —Preguntó Min-ho, recostado sobre la pared.

Yo aún no estaba segura de haber procesado nada.

—¿Qué hacéis aquí?

—¡Amy! —Lara me zarandeó, provocándome náuseas. Después me miró como si me hubiera salido una segunda cabeza—. ¿Eso es un tatuaje?

Min se irguió y se acercó a nosotras a paso rápido.

—¿Te has hecho un tatuaje? —Me preguntó Lara. Después despegó ligeramente el papel transparente que lo envolvía y se tapó la boca con la mano.

—No seas dramática, solo es un tatuaje —me justifiqué y regresé a mi sofá, demasiado cansada como para sentir nada.

—¿Qué les ha pasado a tus medias? ¿Y a tus zapatos?

—Chicos, estoy bien, de verdad. Si no necesitáis nada más, me gustaría dormir mi resaca —me acosté en el sofá y me acomodé sobre el cojín que había estado usando.

—Te fuiste pronto, ¿por qué tienes tanta resaca? —Min-ho, el policía, se sentó a mi lado. Lara nos miraba de pie, con los brazos cruzados.

—¿Por qué tengo que daros explicaciones?

—Amelia, casi nos matas del susto, ¿de qué vas? —La voz de Min se elevó. Me erguí como pude y lo miré.

—¿Tú sabías lo de Leo y Emilia? —Le pregunté, deseando que, si iba a hacerme daño, lo hiciera de una vez por todas.

—Te juro que no tenía ni idea—contestó, suavizando su tono. Yo asentí, con lágrimas de alivio en los ojos.

—Amy, yo no sabía que tú... —comenzó Lara, pero yo la interrumpí. No quería hablar de eso. No quería hablar de Leo nunca más.

—Está bien —volví a tumbarme. Cerré los ojos, recordando la imagen de mis amigos besándose. Las náuseas se intensificaron—. Me fui andando, quería despejarme antes de subirme a un taxi y vomitar. Conocí a una persona por el camino y fuimos a tomar una copa más, llegué hace unas horas, eso es todo.

—¿Que conociste a una persona? ¿Se te ha ido la olla por completo?

—Deja de gritar, Lara. ¿Quieres? Por favor.

Mi amiga relajó los hombros y se sentó en la butaca que había a mi lado.

—¿Podemos saber al menos quién es esa misteriosa persona? —Preguntó Min, exasperado.

Entre mi pasado y tu futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora