SEIS

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No tengo palabras para describir la naturaleza de los insultos con los que me deleitó Taehyung de vuelta a casa después de cenar. En primer lugar, por dar mi teléfono a la ligera, a una persona completamente desconocida, aunque solo fuera desconocida para él. En segundo lugar, por no contarle absolutamente nada de Amy en todos estos meses.

Tae no pudo dormir en toda la noche, anticipando lo que tendríamos que afrontar al día siguiente, lo que tendría que afrontar él, así que nos quedamos despiertos, viendo películas y tratando de distraernos con cualquier cosa, incluida mi historia con Amy.

No pude parar de mirar el móvil en toda la noche, esperando un mensaje o una llamada suya, y seguí mirándolo por la mañana, como si mirarlo fuera a hacer que apareciera una notificación mágicamente.

Tendría que haberme apuntado su número, haberme llamado a mí mismo, algo, cualquier cosa.

Me rasqué la cabeza con desesperación mientras Tae y yo bajábamos hacia el garaje para coger el coche e ir a las oficinas.

—¿Todavía no te ha escrito? —Negué con la cabeza mientras arrancaba el motor y me ponía el cinturón. Se me calentaron las mejillas y las orejas ante la atenta mirada y la sonrisa burlona de Tae.

—No me mires así —ordené sin una pizca de amabilidad en la voz. Él simplemente se rio.

Sin embargo, a pesar de las bromas y burlas, noté que se iba tensando con cada kilómetro que recorríamos hacia la empresa.

Los periodistas seguían ahí, acampando en la puerta, y se lanzaron sobre mi coche como buitres cuando nos reconocieron.

—¿No se cansan nunca? —Preguntó Tae, usando su mano como visera.

—Si me hacen un solo rasguño en el coche... —farfullé.

Entré en el garaje, dejando atrás a los periodistas, y volví a revisar mi móvil cuando bajamos del vehículo.

—No me lo puedo creer —dijo Tae en el ascensor.

—¿El qué? —Pregunté, levantando mi vista del móvil.

—Normalmente tardas horas, incluso días en responderme a los mensajes. Jamás te había visto con el teléfono entre las manos tanto tiempo.

—Solo estoy viendo lo que dicen los fans de nuestro inminente y esperado comeback —mentí. Y Tae supo que mentía, pero no dijo nada al respecto.

El ascensor se detuvo en la planta trece, en la que estaban los despachos de nuestros jefes y Tae me miró, tragó saliva con dureza y tomó aire justo antes de que la puerta se abriera.

Kim Se-on nos esperaba con los brazos cruzados.

—Señora Kim, qué placer verte en esta espléndida mañana, ¿cómo está la mejor directora de imagen de Corea?

—No me hagas la pelota, Jungkook —ladró ella y yo sentí que mis piernas se volvían fideos—. Tae, al despacho de Lenzo, ya.

Taehyung no dijo nada, simplemente asintió, se inclinó casi en noventa grados y desapareció por el pasillo.

—¿Cómo se te ocurre esconderlo con todo este lío?

—No lo he escondido —me defendí—, todos sabíais dónde estaba.

Se-on suspiró, parecía agotada.

—Lo cual es aún peor, porque haces que Namjoon sea un cínico.

—No es justo y lo sabes —contesté. Se-on tragó saliva, supe que quería darme la razón, pero, por algún motivo no dijo nada—. Él no ha hecho nada malo, deberíais estar buscando formas de denunciar al que hizo esa foto y propagó esos rumores por difamación, no obligando a Tae a hacer el capullo delante de la prensa.

Entre mi pasado y tu futuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora