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No pasó mucho tiempo después de que Remus tomara asiento en las gradas para que saliera el equipo de Slytherin con sus túnicas esmeralda y sus escobas. Logró ver a su novio, siempre tan pulcro incluso en los entrenamientos.

Mordió su labio inferior, tenía que preocuparse por su fetiche de ver a Lucius con la capa de quidditch que a pesar de estar olgada se podía notar su cuerpo bien trabajado por el deporte.

Vió como el equipo tomaba sus posiciones y se elevaban en el aire, saludó a Lucius con la mano, recibiendo un saludo también pero de Regulus, no pudo evitar reír. Regulus y Severus eran los únicos Slytherin que le agradaban, y por supuesto también estaba Lucius dentro de ellos.

Miraba como cada uno ejecutaba bien su papel en el equipo, no lo admitiría jamás pero el equipo de Slytherin era bueno.

Miraba a su novio (que era el capitán del equipo y guardián) desviar muchas quaffle que acechaban los aros. Su corazón latía con intensidad al ver su gran desempeño en el entrenamiento.

Los músculos bien trabajados de Lucius eran espectaculares a la vista. Su cabello que antes estaba amarrado en una pulcra coleta ahora estaba algo despeinada y pequeños mechones se pegaban en su frente a causa del sudor.

Se veía tan...

- Sexy...- sin querer lo dijo en voz alta.

- Ey, deja de pensar en Lucius de esa forma!- escuchó a Regulus gritar.

Desvió su mirada riendo y sonrojandose completamente, ocultó su rostro en sus manos para tranquilizarse un poco. Al descubrir su rostro volteó hacia Lucius, quien le sonreía divertido pues desde que inició el entrenamiento notó como era devorado por la mirada de Remus (por eso se lucía tanto, no acostumbraba a darlo todo en un simple entrenamiento).

Ignorando la vergüenza, Remus siguió viendo entretenido el entrenamiento. Al parecer ya casi terminaban. El nerviosismo recorrió su cuerpo, le emocionaba darle a Lucius su regalo y moría por ver como reaccionaría.

Pasaron al rededor de unos 20 minutos cuando escuchó un silbatazo que provino de su novio, había reunido en círculo al equipo y escuchó que daba por terminado el entrenamiento. Alcanzó a ver cómo Lucius le hacía señas, bajó un par de asientos para quedar en la orilla de las gradas y encontrarse con su novio aún montado en su escoba.

- Cariño, voy a cambiarme- sonaba cansado por el reciente ejercicio- ¿Quieres quedarte de este lado?- miró mal las gradas de Gryffindor, a pesar de todo seguía siendo la casa enemiga.

- Lucius, nunca cambias- rió divertido, contagiando al contrario- y sip, me voy a quedar aquí-

Lucius rió rodando los ojos y dándole después un beso en la mejilla a Remus, bajando a tierra firme para entrar a los vestidores de Slytherin.

Remus acomodó el moño que adornaba el regalo perfectamente envuelto. Hizo aparecer con un movimiento de varita una canasta que tenía dentro una manta color verde cuadriculada, cupcakes de chocolate, crema batida y un par de tazas donde después las llenaría con capuchino calientito.

Acomodó todo en uno de los asientos más altos para tener una mejor visión del atardecer.

Una extraña corriente eléctrica recorrió su cuerpo, estaba tan nervioso que comenzaba a temblar, pero tenía que tranquilizarse si quería que todo saliera bien.

Un par de minutos después llegó Lucius, sorprendiéndolo por detrás, se dieron un tierno beso como saludo (por milésima vez en el día) y tomaron asiento en la grada.

- Cierra los ojos- dijo Remus alegre- y extiende los brazos-

Lucius, sabiendo lo que se avecinaba, hizo caso, adoptando la posición indicada. Un peso considerable con forma de cuadrado se instaló en sus brazos, abrió los ojos lentamente y al notar de que se trataba ahogó un grito.

- Es...es...- no pudo salir el resto de la oración, pues pronto comenzaba a desgarrar sin cuidado la bella envoltura.

Sus sospechas se disiparon al ver lo que tenía en su poder, Equipo de Mantenimiento de Escobas Voladoras, era lo que decía el estuche de madera con letras doradas. Se abalanzó a Remus con una amplia sonrisa, agradeciéndole infinitamente, nunca había tenido un regalo tan hermoso y sincero como el este.

Al recuperarse de su tremenda emoción, sacó de entre su túnica una cajita que al ser tocada por Remus triplicó su tamaño, era similar a las dimensiones del estuche. Remus abrió el cerrojo y soltó un pequeño grito.

Se trataba de una pequeña estantería que contenía títulos como Origen de las Artes Obscuras o Criaturas Malignas menos Analizadas por Magos.

De igual forma abrazó a su novio, repartiendo muchos besos en su rostro sonrojado por la atención que le daba.

La tarde pasó tranquila, bebieron bastante capuchino como para hacer veinte tareas en una sola noche, al igual que comieron los suficientes cupcakes con crema batida como para regresar rodando al castillo.

El sol comenzaba a ocultarse, dando un espectáculo con las luces que adoptaba el cielo ahora naranja con un toque de rosado. Era el escenario perfecto para festejar un aniversario.

- Remus- susurró Lucius, entrelazando sus manos- te amo- le miró con cariño, directamente a los ojos.

- Carajo- rió sonrojado por lo romántico que podía llegar a ser su novio- yo también te amo, Lucius-

Y así culminó el día, con la pareja unida como debía ser, contemplando el atardecer que reflejaba lo que sentían el uno por el otro.

°• One Shot - Lucimus •°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora