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Los días pasan a cada cuál más lento desde que Miss Peregrine dio la alarma a los niños acerca del hueco y el posible wight que rondan la isla. Jacob no ha salido del bucle en unos días, la Directora teme dejarlo solo. Soy la única con permiso para ir al presente, y siempre con cuidado.

He ido ya una o dos veces, pero cada vez que salgo del día paradisíaco y de los jardines siempre verdes de la casa, siento pavor. Quizá sea que me estoy volviendo una cobarde, o que me ha impactado de pleno el conocimiento de que podrían hacerme lo que a mis padres. Pero no puedo salir de la casa sin temblar, y cuando voy al mundo fuera del bucle, procuro ir muy abrigada.

La última vez me llevé a Jacob conmigo, solo para avisar a su padre de que se quedaría con nosotros hasta finalizar las vacaciones. Conseguir que el señor Portman me de permiso para, básicamente dejar a su hijo viviendo en mi casa es una broma. Pero me parece que debe verlo de cuando en cuando, asegurarse de que Jacob está bien, para que no comience a sospechar.

Miss Peregrine está de acuerdo conmigo, por eso me dejó ir con Jacob aquella vez. Pero ahora que tan terrible tormenta está arrasando con la isla, tengo la excusa perfecta para quedarme en la casa.

Por eso, sobre todo, hoy me levanto de buen humor a pesar de las pesadillas cada vez más vívidas. Pensando en qué me voy a poner, me siento en los mullidos cojines del sillón colgante que mi hermano instaló en mi cuarto antes de que yo llegase. Abriendo el armario, termino escogiendo un vestido rojo a cuadros, con tres botones en el pecho y un lazo en la parte delantera de la cintura. Luego me calzo unos botines marrones de tacón.

Finalmente, me pongo en pie para salir de la habitación. Hoy decido que no me apetece bailar, y que ya no vale la pena fingir que me divierte en esta situación, así que le pido a Horace que me disculpe esta "clase". Decido, en su lugar, ir abajo a ver como van las guardias.

Cuando salí al pueblo por última vez y avisté al hueco que seguía al supuesto ornitólogo (ya no pongo en duda que sea un wight), volví corriendo. Miss Peregrine me estaba esperando, y nada más le dije la verdad tomó esta medida, que considero muy prudente. A mí me toco anoche la primera guardia, la de después de la cena. Ya no vamos a ver el reinicio, por seguridad, así que los niños se metieron directamente a la cama.

Mientras bajo las escaleras, me pregunto quién será el que esté de turno en estos momentos. Anoche, mi compañero fue Hugh, y creo que ahora le toca a Bronwyn, pero lo cierto es que nunca consigo recordarlo del todo. Los niños están aterrorizados, y no me extraña. Respecto a Jacob, sigue en su nube de inocencia, al menos de momento.

En el piso de abajo, me dirijo hasta la biblioteca, desde la cual montan guardia mirando por la ventana. En el comedor, que es la sala contigua, hay otra persona, también mirando por la ventana a la espera de que suceda algo grave.

Contrariada, descubro que la persona que está de guardia es Enoch. No hemos vuelto a hablar desde el episodio con aquel soldado al que le dimos vida, y no estoy muy segura de querer hablar con él. Para mi desgracia, el chico nota mi presencia antes de que yo pueda escaquearme del salón, de manera que me obligo a avanzar hacia él. Enoch aparta la mirada de mí para volver a mirar por la ventana.

—¿Querías algo? —pregunta, en tono de desinterés.

—No. No tenía otra cosa que hacer, y he decidido bajar a ver como va la guardia.

—Aburrida, como siempre —responde él, sin dejar de mirar por la ventana—. Nada que decir. Lo único que se observa es un día soleado sin aprovechar.

—Ya. ¿No lo vas a tomar? —pregunto, señalando una taza de té en la mesa junto a nosotros.

—¿Eh? —él mira en la dirección a la que señalo—. Lo había olvidado. Debe de llevar frío un buen rato: llevo aquí una hora.

Peculiaridades (Enoch x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora