Capítulo 8

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Su respiración era serena y suave, mientras que la mía, brusca y torpe, se aceleraba por momentos; había bajado la guardia.
Había bajado la guardia y aquel error me iba a costar la vida.

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Mi corazón latía con fuerza, sudores fríos se deslizaban por mi cuerpo y mi mente era un completo desastre.
Pensaba en muchas cosas a la vez; tantas que no podía centrarme en ninguna de ellas.

De un momento a otro, aquel sujeto comenzó a reírse en voz baja, subiendo poco a poco el tono de su risa. Inmediatamente me di cuenta de quién era, y le pisé con fuerza uno de sus pies, haciendo que me soltara y se quejase del dolor.

- ¡Tartaglia! ¡¿Qué creías que estabas haciendo?! ¡No tiene ni pizca de gracia, casi me das un infarto! – Una tempestuosa pero sorpresiva voz salió de mi interior, mirándole con el ceño fruncido mientras que él se limitaba a soltar pequeños alaridos con una sonrisa en su rostro, con la que trata de ocultar el dolor.

- Como no me viniste a ver ni a buscar estos últimos días, decidí venir a verte yo mismo y, como te vi en tu mundo mientras andabas hacia tu casa, pensé en darte un pequeño susto... ¡Au!... - Su voz sonaba sincera y un poco apenada. Me di cuenta de que descuidé nuestra amistad y le preocupé, por lo que traté de tranquilizarme, respirando hondo.

- Oh, lo siento... Estos últimos días he estado bastante ocupada; con todo el tema del Rito del Descenso, muchos comerciantes y visitantes de otras regiones están viniendo para presenciar el evento. El problema es que han estado apareciendo muchos campamentos de Hillichurls por los alrededores y eso ha obligado a que algunas rutas comerciales cierren para que los aventureros nos encarguemos de los monstruos. - Decidí explicarle lo que estaba ocurriendo, omitiendo el detalle de que había "salvado" a un erudito de uno de esos campamentos ese mismo día.

- Eso explica todo. - Respondió, dejando de quejarse por el pisotón que le había propinado y dibujando una expresión de alivio en su rostro. - Siendo honesto, creía que habías decidido alejarte por el hecho de que... Bueno, no hace falta que lo mencione de nuevo.


Asentí, escuchando sus palabras con una sonrisa en mis labios. Le había preocupado, y el propio hecho de haberle preocupado, a un Heraldo Fatui, me hacía sentir importante, aunque tan sólo fueran unos instantes.

- No, no te preocupes. Si decidiera alejarme de ti por algún tema similar te lo habría dicho. - Suspiré por el cansancio y le miré a los ojos, dejando que viese mi expresión de agotamiento en mi cara. - Ahora, si me permites, me voy a dormir. Hablaremos mañana si tenemos tiempo.

Dicho esto, empecé a caminar hacia la puerta de mi casa, dejando atrás al pelirrojo, que parecía quedarse con sus palabras en la boca, sin que le diera tiempo a hablar.
Entré a la casa y dejé mis zapatos en la entrada para no ensuciar ni hacer ruido, yendo directamente a mi habitación. Me dejé caer sobre la cama, quedándome dormida apenas toqué el colchón.



Al día siguiente, me desperté y seguí mi rutina: me vestí y desayuné rápidamente para después salir de la casa, dirección a mi siguiente misión, la cual era, como era predecible, acabar con un grupo de Hillichurls cerca de la ciudad.

Aquel día no fue diferente a otros; la mañana fue tranquila, y decidí relajarme en lo alto de una colina, observando el inmenso paisaje montañoso que inundaba mi visión, mientras comía un par de buñuelos de carne. Al acabar, me dirigí de nuevo a la ciudad de Liyue. Caminé hasta llegar al Gremio de Aventureros donde reclamé mis recompensas por mi buen trabajo en aquellas misiones.

Esa tarde, decidí visitar a Madam Ping donde solía pasar sus días, admirando los lirios de cristal en la Terraza Yujing.
Tras subir aquellas escaleras de piedra y entrar en aquella zona, me dirigí directamente hacia aquella anciana a la que apreciaba tanto.

- Madam Ping, buenas tardes, ¿qué tal ha pasado el día? - Tras decir aquello, la anciana se dio la vuelta, mirándome con una expresión de cariño en su rostro y una sonrisa amable en sus labios.

- Oh, Jereni, cielo... Hacía ya un tiempo desde que viniste a visitarme aquí, siempre andas muy ocupada por lo del Rito del Descenso. - Sonaba intranquila pero, al mismo tiempo, levemente aliviada al haberme visto.

- Sí... Últimamente he tenido mucho trabajo, pero de no ser por la ayuda de Xiao luchando contra otros monstruos por las noches, hubiera sido mucho peor, así que le agradezco mucho que haya estado pasando sus noches en vela para protegernos.

- Aquel Yaksha trabaja muy duro. Sin duda, es un buen chico. - Dijo, con una sonrisa nostálgica. - Me alegro de que siga haciendo su trabajo durante todos estos años.

- Que cumpla con su deber está bien, pero creo que debería tomarse algún tiempo libre para descansar, aún que sea un rato. - Suspiré recordando aquel día en el que le vi por primera vez. - Se merece algo de tranquilidad; ha hecho mucho por nosotros.

- Desde luego. - Dirigió su mirada hacia la zona en la que se celebraría el Rito del Descenso. Guardó silencio un instante, y continuó hablando. - Jeneri, por favor, ten cuidado. Falta poco tiempo para el gran evento y, me gustaría que fueras a verlo este año de nuevo ya que seguramente te vayas poco después.


Sus palabras me pillaron con la guardia baja, clavándose en mi pecho como puñales.
Sentí como mi mundo se venía abajo en un segundo, escuchando cómo aquella anciana que tanto me había cuidado y querido durante todo ese tiempo había logrado escuchar mi plan de huida a Sumeru. Sentía cómo su tono de voz se entristecía, a la vez que su rostro se mostraba melancólico por la pérdida que sufriría con mi partida.


Me limité a asentir, dejando que mi mirada cayese al suelo en culpabilidad. Había hecho daño a otra persona con aquel tema tan delicado, y todavía quedaba contárselo al resto...  Aquello me rompería el corazón en pedazos, convirtiéndolo en polvo.

Madam Ping se acercó hacia mí a paso lento y puso una de sus manos en mi mejilla, alzando mi vista hacia su rostro con una sonrisa reconfortante a pesar de todo aquello.

- Cielo, no te sientas mal... Yo te apoyo en esto, y te entiendo. Se que lo haces no solo por ti, sino que también por nosotros, así que estaré de tu lado en esto y en todo lo que hagas. - Mientras hablaba, acariciaba mi mejilla con su pulgar, haciendo círculos en esta con delicadeza, como si se tratara de una delicada flor. - Siempre te apoyaré, mi vida.

No pude evitar derramar algunas lágrimas después de aquellas palabras, esbozando una pequeña sonrisa de felicidad. Aquella anciana era como una abuela para mí, era mi familia, y el hecho de que me apoyase y me diera su cariño incondicional me llenaba de alegría, una alegría que se desbordaba por mis ojos.

- ... Muchas gracias... de verdad, muchas gracias... - Fue lo único que logré musitar a través de mis lágrimas. La situación me abrumaba, pero también me reconfortaba, haciéndome recordar aquellos hermosos momentos que pasé con ella y todos mis amigos de Liyue...


... aquellos que pronto dejaría atrás.



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Holaaa!!!

Quería agradecer todo vuestro apollo con vuestros comentarios sobre la historia, me animaron muchísimo a continuar, y logré completar este capítulo en una tarde y corregir algunas cosillas de otros capítulos.

Así que muchísimas gracias por vuestras palabras y apollo, muchas gracias 😭😭💕💕💕.

Y de hecho, ya llegamos a las 1k de leidos y las 100 estrellitas. Muchísimas gracias, en serio, lo aprecio muchísimo 💖💖💖💖.

Nos vemos en el siguiente episodio, hasta la próxima, les quiero mucho ❤.

No way back (Il Dottore)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora