Advertencia no escuchada

40 5 6
                                    

Tegan

El olor a tierra húmeda me recibió. Un agudo dolor a un costado de mi cabeza me hizo llevar la mano hacia ese lugar, pero esa acción no fue posible, estaba completamente inmovilizado, amarrado en una silla, una cuerda me ataba los pies a cada lado subiendo como una serpiente enroscada por mis manos juntas atrás y, otra en por mis hombro.

Diddy.

Su recuerdo me hizo abrí los ojos más de lo normal para poder mirar al rededor ¿dónde está?

Pronto cuando me pude adaptar a la oscuridad miré todo a detalle, estaba en un sótano sucio y viejo, las paredes grises desgastadas, y cajas polvorientas por las esquinas.

Divisé una pequeña sombra en una esquina, arriba de una colchoneta se encontraba Diddy sentada con la cara entre las rodillas. Ver su figura tan frágil me oprimía el pecho, ella temblaba y podía escuchar sus suaves sollozos.

—¡Diddy! —exclamé por lo bajo.

Movió su cabeza para mirarme, de inmediato trato de acercarse a rastras, luego el sonido de unas cadenas y ella deteniéndose por culpa del grillete en su tobillo que la encadenaba a la pared.

Quedo tratando de alcanzarme, me dolió verla en ese estado, su bella melena castaña estaba desordenada por toda su polvorosa cara, húmeda por el llanto.

—Tegan.. ¿es-tás bien? ¿Te duele? T-tienes la c-cara ensangrentada.

La preocupación y el miedo reflejados en su adorable rostro ahora lleno de desasosiego me dieron ganas de abrazarla y curar todos sus males.

—Tanquila no me duele, estoy bien —Mentí con descaro dándole una suave sonrisa, como todas las que nunca le pude dedicar. —¿Tu estas bien?

—N-no lo sé.. —un sollozo escapo de sus labios—veo..., veo todo borroso, n-no sé donde están mis lentes, Tegan.. todo se mueve. Tengo mu-choo.. miedo.

Me removí como pude con la esperanza de que el amarre se aflojara, pero nada.

Maldije con frustración, volví a repasar la estancia con la vista en busca de algo que nos pueda servir para algo útil. Mi vista se detuvo en la pila de cajas más cercanas, perfecto.

—Diddy —levanto la cabeza para poder mirarme o eso intentó— todo estará bien, pero necesito tu ayuda.

—S-si...

voz débil e ida como si estuviese en las nubes, desorientación, mareos contantes, sus pupilas dilatadas y ojos rojos ¿está drogada?

—No puede ser.

Estoy amarrado, echo mierda, Diddy drogada, de paso secuestrados por la maniática de su amiga. Genial, de maravillas, ustedes saben, lo normal.

Céntrate, Tegan. Reprocha mi conciencia.

—Bien, a tu izquierda hay una pila de cajas ¿crees poder alcanzarlas?

—l-loo inteentaré..

Se arrastró intentando alcanzar las cajas, estiró la mano y con más dificultad de lo previsto tumbo la pila, el estruendo que causó me hizo sobresaltar.

Que decepción soy de hombre.

Aun recuerdo cuando las vi por primera vez, riendo despreocupadamente, llamando la atención de media cafetería.

En la primera que me fije fue Lizzy; una mujer hermosa a primera vista, no negare que pensamientos relacionados con un buen polvo con ella me invadieron, pero luego y sin aviso previo, una luz deslumbrante la opacó.

Secreto [La Obsesión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora