𝕱𝖊𝖑𝖎𝖝
—¿Estás bien?— Felix revoloteaba frente a la cama, agarrando la cesta con la mano.
Bert tenía un aspecto terrible. El viejo había perdido peso en el último mes. Felix había hecho todo lo posible por visitarlo cada pocos días, para ver cómo estaba, a pesar de su propia enfermedad. Su rostro se había vuelto demacrado, los pómulos afilados y la barbilla puntiaguda, los ojos enrojecidos donde yacía en la cama.
—Estoy bien, muchacho. ¿Qué tienes en tu cesta esta vez?— Hizo una mueca. —¿No me digas que es más tarta?
—Eres un cabrón desagradecido—, dijo Felix con una sonrisa. —Sí, hay más tarta, y huevos, y manzanas de mi manzano. Aquí, déjame ayudarte a sentarte.
Bert gimió cuando Felix se inclinó sobre él e hizo todo lo posible por levantarlo.
Tosió y se quedó sin aliento. Su barba tenía nuevas vetas plateadas. —Gracias, muchacho.
—¿Cuándo aprenderás a llamarme por mi nombre?—. Felix refunfuñó de buen humor. —Ya no soy un niño. Hace años que no lo soy. Soy un hombre.
—Un hombre bonito—, resopló Bert, dedicándole una sonrisa de dientes manchados. —Deberías tener cuidado con todos los alfas codiciosos que van a por ti.
—Ja—. Felix mulló las almohadas debajo de Bert, luego se volvió para desempaquetar su cesta. —¿Dónde están todos esos alfas? ¿Escondiéndose? No he visto ninguno.
—Excepto por ese cambia formas.
Felix se volvió hacia él, frunciendo el ceño. —¿Cómo lo sabes?
—Ah. Psht—. Bert se encogió de hombros enormes. —Yo sé cosas, muchacho. Soy parte de estos bosques. Me dicen cosas.
—Y ahora estás siendo simplemente espeluznante—. Todavía con el ceño fruncido, Felix se dispuso a preparar una bandeja para Bert, colocando la tarta y la manzana, poniendo los huevos sobre la mesa.
—Nunca dije que no lo fuera. Un viejo espeluznante en el bosque.
Felix suspiró. —Aquí tienes—. Puso la bandeja en el regazo de Bert y fue a buscar un vaso para servirle agua. El hedor de la ropa sin lavar y de los cuerpos dentro del camarote le revolvió el estómago. —¿Te levantas de la cama? Sabes que deberías, ¿verdad?
—Por supuesto. ¿Cómo crees que hago mis necesidades? Hasta yo necesito cagar de vez en cuando.
—Vale, no necesitaba los detalles—. Felix le hizo un gesto con la mano a Bert, con el estómago revuelto. Fue y abrió la puerta de par en par, con la esperanza de despejar el aire un poco.
—De hecho, el cubo está en el rincón, si no te importa vaciarlo—. Bert tosió de nuevo. —Te lo agradecería.
El cubo. Felix miró en la dirección indicada por Bert y percibió un olor que le provocó arcadas.
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Rouge - ChanLix
Fanfiction⸙̭「-Abuelita, abuelita, que orejas tan grandes tienes. - Son para escucharte mejor...」