Chan
Todo se estaba juntando: su omega embarazado, sus gemidos, el calor de su cuerpo agarrando a Chan como un oso, el olor en su cuello donde estaba a punto de morder.
Era como volver a casa, pero cien veces mejor. Su propiedad, sus hermanos, era su hogar, pero nunca había sentido que realmente perteneciera allí.
Él pertenecía aquí, con su compañero.
Y mientras pasaba los dientes por la piel suave y tersa donde su omega olía a golosina azucarada, le dolían las encías por la necesidad de morder, se dio cuenta de lo afortunado que había sido de encontrar al hombre que lo completaba tan perfectamente, que lo aceptó tal como era, que era peculiar, bonito, divertido, inteligente y amable.
Mío.
Sus caninos se hundieron en la piel de Felix, el lobo en él aulló cuando la emoción explotó en él, un río de calor y voces susurrantes, un río de lava, ahogándolo.
Luego siguió el placer, haciendo que su polla se anudara y se sacudiera, y se corrió con tanta fuerza que el mundo parpadeó durante un largo momento mientras se derramaba dentro de su Mate. Vagamente fue consciente de que Felix gritaba y se balanceaba contra él, su agujero apretándose alrededor del nudo de Chan.
Metió la mano debajo de su Mate, envolviendo un brazo alrededor de su gran barriga, saboreando este momento suspendido en el tiempo donde permanecieron, entrelazados, cabalgando las olas del placer, escuchando las mentes del otro.
Sintió toda la soledad y las dudas del pasado de Felix, su desesperada necesidad de creer que el futuro traería un final feliz, alguien que se preocupara por él. Sintió su pena por el fallecimiento de sus padres, su desesperación por la muerte de su abuelo. Su resiliencia, su determinación de sobrevivir, aprender, ayudar y sanar a los demás.
Sintió al bebé moverse, tanto desde adentro, aleteos y patadas en el útero, como desde afuera, donde la palma de su mano presionaba la piel tensa del vientre de su omega.
Estaba completo.
Era uno con su compañero.
Y nunca se apartó de su lado.
El aroma de su compañero había cambiado desde antes de la vinculación, razón por la cual había ido a buscar a la partera. Ese nuevo olor se había intensificado después
de haber mordido a Felix y, en el fondo, Chan sabía que eso significaba que el bebé nacería pronto.
La forma en que se comportaba Felix también fue una gran pista. Se sentaba mucho, se frotaba la parte baja de la espalda y la parte superior del vientre y parecía... pensativo.
Quizás incluso aprensivo.
Luego, mientras se levantaba de la silla, Felix se quedó helado, con una mano en su redondo estómago y los ojos muy abiertos. Chan, que acababa de regresar a la cabaña después de alimentar a los animales, supo instantáneamente que algo había sucedido.
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Rouge - ChanLix
Fanfiction⸙̭「-Abuelita, abuelita, que orejas tan grandes tienes. - Son para escucharte mejor...」