Parte 7

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Christopher

El sol comienza a aparecer indicando que el nuevo día llegó, no dormi anoche preparando todo para volver a Londres con uno de mis mayores enemigos: el líder de la mafia italiana y la pirámide Antoni Mascherano.
Todo será tratado con suma cautela, no quiero sorpresas desagradables ni fallos en esto, yo mismo me encargaré de que no vuelva a ver la luz del día, pero antes me aseguraré de confirmar mis sospechas.

Entro al lugar en donde lo tienen encerrado, pedí que todos fueran separados, Isabel es la primera que aparece en mi campo de visión cuando me adentro a las celdas del comando.
— Hola guapo, ¿vienes a jugar un rato?— me dedica una sonrisa coqueta que es más espeluznante que atractiva. Esta igual de loca que Sabrina solo que más peligrosa, al igual que Antoni lo psicópata viene de familia.
— Sí, pero no contigo, sino con aquel intento de líder que idólatras— su sonrisa desaparece y es reemplazada por una mirada furiosa, intenta alcanzarme a través de los barrotes y doy un paso atrás con una sonrisa burlona.
— ¡No te atrevas a tocarlo maldita rata! ¡Te matare si lo haces!

Continuo mi camino hacia donde se encuentra el italiano, el líder de los halcones negros está de espaldas, no se inmuta con mi presencia así que lo paso de largo. Llegó a la celda que buscaba, Antoni se encuentra sentado a la orilla de la cama, advierte mi presencia y al igual que Isabel dibuja una sonrisa.
— ¿Qué tal viejo amigo? Hace mucho que no nos reunimos.
— Créeme que no lo hago por gusto.
— Lo sé, vienes por ella, por la hermosa ninfa de ojos azules.
Mantiene la sonrisa que se hace más grande, vine aquí para saber si mis suposiciones eran ciertas y la rabia me toma al descubrir que si. Es inteligente y mantiene su distancia, es consciente de que si estuviera más cerca lo habría puesto contra los barrotes.
— ¡¿Qué mierda sabes de ella?!
— La pregunta más bien sería ¿que no se de ella mi estimado coronel? Y la respuesta es: todo, lo sé absolutamente todo de ella. Incluso su pequeño secreto, quién diría que el afamado Christopher Morgan se quedó sin mujeres y recurrió a robar las de sus amigos.

Maldito hijo de puta.

— ¿Sorprendido? No solo los agentes de la FEMF investigan a sus objetivos, nosotros los criminales también hacemos nuestro trabajo. He de decir que me sorprende el hecho de que la mandaras al operativo, es tan bella, tan sensual y exquisita, aunque no debo recordarte lo que ya sabes, debo agradecer el haberlo hecho, gracias a ti ahora tengo a la próxima dama de la mafia.

— Crees que te dejare ponerle las manos encima, primero te mato antes de que lo hagas.

Suelta una carcajada que solo me hace hervir más la sangre, debí pedirle las llaves al soldado que custodia las celdas, de ser así ya lo tendría ahogándose en su propia sangre.

— No necesito su permiso coronel, solo debo esperar a que venga a mi.
Ahora soy yo quien suelta una carcajada— ¿Qué te hace creer que ella iría a ti por su cuenta?
— ¿El hecho de que su familia sea tan importante en su vida no te dice algo viejo socio?

Aprieto los dientes conteniendo las ganas de soltarle un tiro y me recriminó hacer dejado el arma con el guardia.

— Coronel, el tiempo ha terminado, haga el favor de salir— el guardia llega obligándome a retirarme del sitio. Camino a la entrada no sin antes escuchar por última vez a ese bastardo:
— Muy pronto comprabaras que lo que digo es cierto, pero para entonces ya será muy tarde para ti y para todos, saluda a mi hermosa dama de mi parte, dile que espero con ansias nuestro reencuentro.

Una vez salgo de ahí me dirijo a comprobar que toro esté listo, Alex se fue ayer en la noche, pero dejo establecido que quienes sacarán a los prisioneros serán los soldados traídos de Londres, me conoce y sabe que no me temblará la mano para matar a ese malnacido, así que dispuso que yo no podía acercarme a él, solo me encargaría de supervisar que no intenten escapar. Me dirijo a la pista al observar a lo lejos la aeronave en la que nos marcharemos, no es algo que me alegre sabiendo a quien dejó aquí. Los soldados bajan una vez el jet aterriza, todos se alinean y me dirigen un saludo militar, les doy un asentimiento indicando que vayan por esas basuras, llegan minutos después sujetandolos firmemente y haciendo que suban al jet, subo de último y despega llendo de regreso a Londres.
Todo el camino me la paso metido en la habitación que se encuentra en la parte trasera, intento dormir, pero el trayecto se me pasa ideando planes sobre lo que pasará después, es obvio que Alex no dejará que mate a Antoni así como se que el grupo de ancianos pertenecientes al consejo meterán sus narices en el asunto, van a pedir que se lleve a cabo un juicio que dicte su sentencia.

Lo que nunca debió suceder (Chrischel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora