23 - Final del celo (+)

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Despertó sudando, con el cuerpo jadeando y la respiración agitada. Se sienta con las pocas fuerzas que su cuerpo le da y sabe porqué.

Antes de ir a dormir, un médico de la selección, mandado por Leo, llegó a su habitación de castigo para entregarle un supresor que, si bien no acababa con el celo, lo iba a mantener relajado a su lobo por al menos 48 horas. Estaba bien, iba a ser suficiente para luego poder ir a Argentina y morir de calor en todos los sentidos.

Claro, el problema es que al ser un medicamento tan fuerte iba a ser un poco tardío su efecto y le daría ciertos efectos algo dolorosos como los estaba sintiendo ahorita.

— La puta madre... El celo — Suspiró sobando su espalda baja, frotando en un masaje para relajar lo que sea que pudiera relajar.

Miró hacia un costado sin lograr observar a su amigo, si que extrañaba a ese alfa que siempre lo apoyaba cuando tenía problemas, y aunque Nicolás aún no marcaba a Alejandro le gustaba compartir habitación con él por lo responsable que era.

Aún así, la razón por la que Emiliano siempre compartía habitación con su amigo era porque siempre le respetó y le lograba apoyar con supresores, pastillas para dormir u otra cosa. Ota siempre demostró ser un buen amigo y un alfa prudente.

Soltó una pequeña risa cuando recordó cuando dejó de compartir habitación con Paulo porque cuando se encontraba en celo, terminaba en noches alocadas con el aroma más dulce que podía volverlo un arma mata diabéticos y Scaloni no pasó esto por desapercibido, así que no le quedó otra opción más que prohibirle a Emiliano y a Paulo a estar juntos en una habitación solos por mucho tiempo.

Se levantó como pudo con las piernas temblorosas sintiendo como el lubricante natural manchaba su parte trasera. Era final de celo al menos, o eso esperaba.

Se intentó volver a acostar, pero un pinchazo en su zona inferior lo hizo dar un saltito y volverse a sentar. Se había olvidado de lo doloroso que era el celo, esos malditos pinchazos, el calor, su pija parada y otros datos no necesarios estaban en él.

Se levantó con una frustración creciendo en su pecho, está seguro que si no estuviera castigado hubiera respondido a Dominik y lo hubiera llamado a darle sus felicitaciones por su medalla de tercer puesto. Pensar en el croata no lo ayuda en nada, el dolor de su erección se hace levemente más fuerte y siente su zona trasera derramar.

Se acerca al espejo y no le gusta lo que ve: un omega necesitado, sudando, sonrojado como si fuera un tomate y sintiéndose débil en todos los sentidos. Sus jadeos y suspiros son tan fuertes que el vapor saliendo de sus labios choca contra el espejo.

Está necesitado y el dolor con cada segundo que pasa se hace más fuerte y, para su mala suerte, no puede llamar a Dominik.

Dominik, Dominik, Dominik.

Mierda, debe dejar de pensar en él o se volverá loco.

Su omega le está haciendo pasar por un mal momento; han pasado estas situaciones muchas veces y sabe lo doloroso de necesitar un acompañante, pero apenas había sentido lo que era estar unido a un alfa y no había sido con cualquier alfa, Dominik lo había tratado como un rey en toda la noche y agradece (aparte de tener un buen aguante) que lo había respetado en todas sus decisiones.

Mierda, ese idiota de verdad lo había tratado muy bonito. Está seguro que no era normal la excitación que sentía al ver ese rostro tan tierno envuelto en gemidos gruesos, un sonrojo en toda su blanquecina piel y pequeñas lágrimas bajando de sus ojos, estúpido alfa, ¿De verdad se ponían tan sensibles o era en especial Dominik que se ponía tan blando?, tenía miedo de hacerlo sentir con alguna hiperestia en su sensitivo ser.

ᕗ Maldito Arrogante Donde viven las historias. Descúbrelo ahora