Su hermana. ¿Sarah era su hermana? Estaba con Barlow haciendo un hueco sobre la encimera para colocar el horno de las pizzas, pero no dejaba de pensar en las. palabras de Alfonso.
Y en sus besos.
Habían regresado en silencio al restaurante; en gran parte, porque Summer había estado llorando y ella se había dedicado a hacer de canguro, en vez de preguntarse cómo se sentiría con Alfonso dentro de ella. A juzgar por las ardientes miradas que éste le había lanzado, él había estado pensando en lo mismo.
Esa noche, tras cerrar el restaurante y acostarse sola a las nueve en punto, Anahí decidió no creer que Summer era la hija de su hermana. Lo hacía demasiado atractivo. Y demasiado accesible. Y esa era una combinación que debía rehuir si quería mantener la ropa y el orgullo intactos.
Lo mejor sería distanciarse. La siguiente vez que Leroy fuese al restaurante, se mostraría agradable con él. Le insinuaría que era accesible. Y se centraría en aquel hombre, que sí sabía de quién eran sus hijos y cuyos cajones tenían suficientes ingredientes para preparar una comida decente.
—Tengo que reconocerlo… —dijo Joe mientras miraba el salón de Alfonso —. Este sitio cada vez tiene mejor aspecto.
—No está mal —repuso Alfonso, que en realidad estaba pensando en Anahí, en lo mucho que le habría gustado terminar lo que había empezado con ella el día anterior sobre el colchón.
—Una vez que la cama esté lista… ¿Me estás escuchando?
—Sí, la cama —despertó Alfonso.
—Decía que una vez que la cama esté lista, la casa empezará a parecer un verdadero hogar.
—Todo un milagro, ¿eh?
—Nunca es tarde para cambiar —dijo Joe. Miró a Summer y sonrió—. ¿Alguna noticia de Sarah?
—Nada. No entiendo cómo puede desaparecer nadie de ese modo —lamentó Alfonso —. Da la impresión de que no quiere que la encuentren.
—Quizá tenga miedo de volver.
—¿Miedo? ¿Por qué?
—No sé, puede que piense que estás enfadado con ella —Joe se encogió de hombros—. En fin, seguro que al final se arregla. Como casi todas las cosas. Con el tiempo.
Alfonso no estaba de acuerdo, pero no discutió con Joe porque sabía que su amigo intentaba darle ánimos.
—Debería hablar con un agente inmobiliario. ¿Tu tío sigue en el negocio?
—No hagas nada de momento —le aconsejó Joe—. Si vendes el rancho, Sarah no sabrá dónde encontrarte.
—O sea, que estoy atrapado en este rancho otra vez.
—No es tan mal sitio. Mucha gente daría un brazo por un terreno así, con o sin la casa.
—Pues que lo den —Alfonso miró hacia la niña, que estaba dormida—. En cuanto Sarah venga a recoger a Summer.
—Hay chili suficiente para alimentar a toda Montana y parte de Dakota —insistió Barlow—. Además, la gente traerá su propio chili para el concurso. Te preocupas por nada.
A Anahí la preocupaba todo. No estaba segura de tener suficientes cuencos, cucharas, bebidas ni servilletas. Quería que todo saliera perfecto. Los fondos que recaudaran esa noche irían destinados al equipo de baloncesto, el cual necesitaba dinero para optar a jugar la fase final del campeonato. Y Anahí quería sentirse integrada en la comunidad.
—Quizá debería cortar más cebollas.
—Hay de sobra —le aseguró el cocinero.
—¿Hielo?
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Un soltero peligroso.
Romansa[Aclaración: esta historia es una ADAPTACIÓN sin fines de lucro. Todos los derechos quedan reservados a su autor original, así como la portada] Un vaquero juerguista y una mujer de cuidado... En el pueblo, todo el mundo pensaba que se trataba de una...