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Las semanas pasaron, Ari visitaba al Omega todos los días después de la universidad.
Se podía ver que el Omega había mejorado, ahora podía hablar y caminar un poco en la habitación.

Actualmente, se encontraba en el hospital con el Omega comiendo un trozo de tarta que le había traído Ari.

- me alegro de que estés recuperando rápidamente - soltó Ari viendo como el Omega comía

- ah, gracias - dijo apenado el Omega, dejando un lado su comida - gracias por venir a verme - dijo

- eso no es nada, solo debía hacerlo - dijo besando su frente

- claro - rió el Omega

- debes recuperarte más rápido, sino, no podrás seguir avanzando tu carrera - recordó el Alfa

- cierto, ya no estoy yendo a clases - recordó

Ante la despistada mente del menor Ari sonrió, le recordaba un poco a su hermano.

- no entiendo como puedes olvidar eso -

- yo tampoco lo se, solo lo hice - dijo riendo

En ese instante entró un doctor a la habitación que, amablemente le pidió a Ari que se retirara, ya que iba a examinar al Omega.

De inmediato Ari salió al pasillo y se sentó en las bancas de espera. Solo debía esperar un poco, siempre iban a realizar esos chequeos al menor.

Después de media hora, el doctor ya de había retirado, pero no sin antes avisarle al Alfa que el Omega estaba agotado por todo el chequeo y medicinas que acababa de tomar, así que le sugirió hacer silencio.

Ari asintió a la orden, y entró en completo silencio a la sala para encontrarse con el Omega dormido y arropado.

Sonrió ante eso, le parecía tierno ver de esa forma al Omega, tan dulce e inofensivo.

En la mesita de al lado pudo observar el plato con la tarta que Andrés comía minutos atrás, decidió taparla, para que luego el menor la terminará.

Se quedó a su lado durante un largo rato tarareando una canción de cuna que había escuchado.

Mientras que, Víctor estaba en casa, estaba completamente enfadado y resignado, no podía creer que sus padres habían llegado a ese extremo de maltratar al menor.

Estaba guardando todas sus cosas en una maleta, todo lo que sea necesario.

Iba a dejar ese infierno, y se iba a llevar a su hermano cueste lo que cueste, no iba a callar nunca más en su vida, le contaría todo a la policía.

Sus padres trataban de detenerlo, lo más preciado para ellos era su hijo, trataban de convencerlo de quedarse y que mejorarian, mas el Alfa no escuchó nada, y con una maleta suya, y otra de Andrés, salió de casa.

Al salir, su madre estalló en furia, estaba completamente enfadada, no podía creer que su hijo la allá abandonado.

- ¡Todo es culpa de ese maldito mocoso! - gritó enfadada - ¡Todo es su culpa!, ¡no entiendo porque le dí a luz! - dijo golpeando el suelo

- q-querida, cálmate por favor - trató de tranquilizar el esposo

De inmediato recibió una respuesta completamente agresiva de la mujer:

- ¡cállate quieres!, ¡esto también es tu culpa!, ¡me dejaste embarazada de ese estúpido niño! - dijo levantándose del suelo y encarando al marido.

- q-querida pero -

- ¡vete de esta casa!, ¡déjame sola! - dijo empujándolo

- claro, como tu quieras - dijo abandonando la casa, dejando completamente sola a la mujer.

Zσɳα ԃҽ ƈσɳϝσɾƚDonde viven las historias. Descúbrelo ahora