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One;
Arena, sol y un dulce comienzo.

𝓐té los cordones de mis zapatillas y me dejé caer en el sofá.
Estaba cansada de esperar a mi hermana.
¿Tan difícil era hacer una maleta?
Miré con impaciencia la hora en mi móvil. Eran las cuatro de la tarde.

—¡Jia, date prisa!— Grité.
Esperé su respuesta durante unos segundos, pero nada, no respondió.

Jia es solo un año mayor que yo, pero parece que posee un mundo de elegancia y perfección con el que yo solo puedo soñar. No es solo su aspecto deslumbrante lo que cautiva la atención de todos; es la forma en que se comporta con gracia y confianza.

Innegablemente hermosa, con su impecable piel de porcelana y sus ojos que parecen contener un universo de secretos, consigue atraer a la gente sin esfuerzo.
He visto a compañeros de clase susurrando y mirando en su dirección con la esperanza de captar siquiera un atisbo de su presencia, fallando en cada uno de sus intentos. Es como si tuviera esa aura magnética que nadie puede resistir. De alguna manera, envido ese aspecto de ella. No es fácil mantener tu estatus social intacto en el instituto, ¿sabes?

Encuentro frustrante cuando los chicos de la escuela me saludan solo porque están enamorados de mi hermana. Por un lado, es agradable recibir atención, incluso si está conectado indirectamente con la popularidad de Jia.

Pero en el fondo, es una total mierda. A veces, parece que los chicos solo están interesados en mí como un medio para acercarse a Jia. Se acercan a mí con sonrisas amistosas y conversaciones informales, pero sus verdaderas intenciones se hacen evidentes cuando preguntan constantemente por mi hermana.

Básicamente, soy un mero conducto hacia su mundo. El mundo en el que Jia es el personaje principal, y yo soy solo su hermana menor.

—Hana, ¿Me estás escuchando?— La voz de Jia me devolvió a la realidad. —¿Crees que la abuela sigue guardando la plancha del pelo? No creo que la mía entre.— Mi mirada se posó en su mano, la cual agarraba su plancha.

—No tengo ni idea, ¿De verdad es tan importante?— Reposé mi cabeza en el respaldo del sofá para mirar el techo.

Rodó los ojos.

—Entendido. Ya me doy prisa, mocosa.— Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro al escucharla subir las escaleras.

—Hana, he hablado con la abuela y le he dicho que estaríamos ahí para la hora de cenar, ¿está bien?— Mi madre se asomó por la puerta del comedor.

—Genial, ¿Quieres que vaya a dejar mi maleta en el coche?— Giré mi cabeza para verla.

Asintió mientras sonreía.
Me levanté para dirigirme hacia el exterior. Teníamos el coche aparcado delante de casa, aun sin maletas dentro.
¿De verdad mi madre piensa que llegaremos a la hora de cenar?

—¡Hana!— Di un pequeño salto al escuchar mi nombre.

—¡Mei!— mis ojos se abrieron en asombro. —¿Qué haces aquí?— Sin pensarlo dos veces me abalance sobre su cuerpo para darle un furtivo abrazo.

Oh, Mei, ¿por dónde empiezo? Ella es la ejemplificación en persona de las palabras "energía" y "chisme", todo envuelto en un lindo y adorable paquete. Va en serio, si hay alguien que puede convertir incluso la situación más mundana del mundo en un cotilleo, es Mei.

Suele revolotear de una conversación a otra, pegando su contagioso encanto a cualquiera.

Hablando de su naturaleza extrovertida, Mei puede entablar una conversación con casi cualquier persona, incluso si eso significa tener que amigarse con el conserje para conseguir las llaves del cuartel.

En cuanto a nuestra amistad, hemos sido inseparables desde nuestro primer año de secundaria. Algunos dirán que es poco tiempo, pero hicimos clic desde el momento en que nos conocimos.

Terminamos las frases de la otra, y podemos comunicarnos con solo una mirada. Es ese tipo de vínculo, ¿sabes?

—Quería venir a despedirme. No estoy segura de poder estar todo el verano sin verte. Tendré que aguantar a mi hermanastra yo sola, eres muy egoísta.— Se cruzó de brazos, demostrando así su descontento ante la idea de separarnos por todo el verano.

Cierto, su padre está saliendo con una mujer desde hace poco. Ella es agradable, pero su hija pequeña es totalmente lo contrario.

Era casi como un pequeño tornado de caos, y honestamente, es adorable y molesto a partes iguales. Imagina esto: una bola de energía de seis años, exigiendo atención las 24 horas del día, los 7 días de la semana. Pero claro, con esas lindas coletas decoradas con lazos y esa sonrisa a medio construir, podría hacer derretir hasta el más frío de los corazones.

Solté una carcajada.

—Lo sé. Aunque bueno, yo tendré que soportar a los amigos de mi hermana cada día.— hice una mueca de desagrado.

—Hana, los amigos de tu hermana son guapos y dentro de lo que cabe, graciosos. Mi hermanastra es una completa pesadilla.

Tiene razón, nada es peor que esa pequeña garrapata.
Me encogí de hombros y asentí.

—Hana, ¿has dejado ya la maleta?— habló mi madre. —Mei, ¿qué tal estás cielo?—

Antes de que mi mejor amiga pudiese contestar, mi hermana salió por la puerta principal.
Llevaba dos maletas y un bolso colgando en su brazo.

—Al fin.— espeté.

Me giré para despedirme de Mei.
—No te olvides de llamarme cuando llegues.—Dijo al separarse.

Le devolví mi más sincera sonrisa mientras entraba en el coche.
Mi verano será largo sin ella.

No pasó ni un segundo y mi hermana ya estaba chateando con alguien por teléfono.
Sin demasiado interés, me coloqué los cascos en cada oreja y apoyé mi mejilla en el cristal del coche, esperando poder ver el mar asomarse. Me esperaba un largo viaje.

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¡Primer capítulo! Es un poco corto, pero espero que os guste.
Escrito con mucho amor.~

𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲𝘀 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 ✿ Sung hanbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora