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Seven;
Miradas distraídas.

   𝓜ientras escuchaba música con mis auriculares a todo volumen, mi mente se llenaba de pensamientos que solo lograban provocarme dolor en la cabeza.
La noche estaba completamente oscura, solo las estrellas y la luna eran capaces de iluminar el amplio espacio. El sonido del mar llegaba hasta mis oídos, creando una sensación de calma de la que nunca sería capaz de cansarme.

Acababa de aceptar pasar la noche en casa de Haewon, y aunque la idea me agradaba, también lograba ponerme nerviosa. Significaría pasar más tiempo con ella y conocer mejor a su familia, incluyendo a Hanbin. Mi corazón se aceleró al pensar que estaría bajo el mismo techo que él. Ha dormido infinidad de veces en casa, Hana.

Mi largo cabello bailaba graciosamente con la brisa nocturna, y mi piel se cubría de suaves escalofríos, no por el frío, sino por la emoción que me embargaba.
Miré el cielo oscuro una vez más.

Me acuerdo de la primera vez que lo conocí.
Se sentía como un recuerdo lejano y vívido a partes iguales.

Era mi primer año de secundaria; Pese a mi timidez provocada por el miedo a adentrarme en lo que parecía ser un mundo lleno de pequeñas criaturas maliciosas, trataba de abrirme a conocer a todo el mundo sin poner demasiadas pegas.
Claro, no me quejaba en conocer a los alumnos de mi curso, ¿pero qué interés tendría en entablar una amistad con los amigos de mi hermana?

¿Había escuchado hablar de Hanbin? Infinidad de veces, diría yo.
Lo cierto es que la Hana inocente de ese entonces no prestaba demasiada atención a las largas charlas de su hermana, y menos las que involucraban a sus amigos de por medio.
Mis preocupaciones se basaban en encajar en el instituto, rezando para que, efectivamente, fuera como en las películas de adolescentes.
Aunque, pensándolo bien, ¿que clase de película romántica no tiene un protagonista asquerosamente atractivo?
Y ahí es donde entraba él; alguien bastante difícil de pasar por alto.

Cuando lo vi por primera vez, mi corazón pareció dejar de funcionar. Literalmente.

Recuerdo tropezar con mis propios pies, pareciendo la persona más sumamente estúpida de la faz de la Tierra, mientras trataba de actuar de manera casual al estar junto a él.
A día de hoy, estoy bastante segura de que mi rostro se puso del tono más brillante de rojo. Fue amor a primera vista, aunque estaba demasiado nerviosa para admitirlo.
Estaba sentada en la cafetería, absorta en uno de mis tantos libros terriblemente empalagosos, cuando de repente sentí un golpecito en mi hombro. Miré hacia arriba para encontrar a Hanbin parado allí, con una sonrisa en su rostro. Debí haber parecido un ciervo atrapado por los faros porque todos los pensamientos coherentes parecían haberme abandonado en ese momento. En lugar de decir algo ingenioso o incluso simplemente saludarlo, solté lo primero que me vino a la mente: un hecho aleatorio del libro que estaba leyendo. Levantó una ceja, claramente divertido, y dijo: "Eso es fascinante, pero solo iba a preguntarte si querías venirte con nosotros para almorzar". Quería derretirme en el suelo por la vergüenza, pero logré murmurar un tímido "Claro" antes de seguirlo con su grupo de amigos.

—Realmente siento que este lugar tiene algo mágico.

—¿Verdad que sí? Es como si el cielo y el mar se unieran para crear este paraíso.— Haewon se acercó hasta topar con mis piernas, las cuales descansaban en el agua de la piscina. —Pero dime, ¿Qué pasa por esa hermosa mente tuya?—

𝗗𝘂𝗹𝗰𝗲𝘀 𝗱𝗶𝗲𝗰𝗶𝘀𝗶𝗲𝘁𝗲 ✿ Sung hanbin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora