MILNA
—No me contesta. —Miro la pantalla del celular sin poder creérmelo.
Suena el último timbrazo antes de que suene el contestador automático.
—Hola, Mike, hermoso, ¿podrías responderme el estúpido móvil? —Del otro lado no hay nada, pocas veces en mi vida he tenido que hablar con contestadores y definitivamente lo detesto —, responde el móvil Mike, para algo lo tienes. —
Cuelgo la llamada sin saber que más decir.
No me ha dicho dónde iba a estar, no es que tenga que decirme dónde va a estar en todo momento, pero al menos, avisarme que no va a llegar a la casa a dormir o que llegará tarde o lo que sea.
Personalmente espero que sea lo de llegar tarde y no la de amanecer en otro lado. Me sentiría muy estúpida luego de pedirle salir y él me aceptará.
Respiro profundo.
Estoy siendo muy cruel conmigo misma.
Tengo que dejar de creerme todas las mentiras que me digo.
El indiscutible sonido de la puerta al abrirse me devuelve al presente en el que Mike no me ha respondido o dado señal de vida desde hace tres horas.
—Mike, ¿dónde coñ...? ¡Wao! —Las palabras se cortan en mi boca de la impresión.
No tengo una descripción clara de cómo está él, pero definitivamente no está bien.
Llevo un tiempo aquí con él, lo he ayudado a curarse al menos dos veces, en las que lo he visto muy mal, sin embargo, en esta ocasión, es solo wao. No tengo ninguna palabra más para describirlo.
—Gané —balbucea, se recuesta de la puerta cerrada.
—Por poco —susurro acercándome a él, tiendo la mano para tocarlo, desecho la idea a mitad de camino. Creo que no hay un lugar que pueda tocarlo sin lastimarlo —. ¿Contra quién peleaste?, ¿Hulk?
—Nop, pero casi —La única manera que se me ocurre para ayudarlo es tomar la bolsa que lleva en la mano izquierda, así que eso hago. —, ¿por qué tienes que pelear hasta quedar brutalmente lastimado?, Dios mío, Mike, por Dios santo.
—Así son las peleas. —Su respuesta no mejora la situación. —Has mencionado a tu Dios dos veces.
—Necesitas ayuda para llegar a tu habitación. —Le informó, ni siquiera hay necesidad de preguntar. —Podría mencionar a mi Dios unas miles veces más y no sería suficiente.
—Sí, por favor, a lo de ayudarme —Intenta sonreír, se me está encogiendo el corazón.
Bien. —Yo soy fuerte.
Tu eres fuerte Milna.
Me pongo a su lado para que se apoye. No puede evitar gemir de dolor mientras se apoya en mí.
—¿Por qué peleas? —Cinco minutos después está acostado en su cama, camiseta fuera y puedo ver mejor todos los moretones en su cuerpo, y yo que creía que los de la cara estaban mal o que las veces anteriores fueron brutales.
—De alguna manera tengo que sustentar el gym, Milna —Le ayudo a quitarse la ropa hasta quedar en calzoncillo. —No tenía pensado pelear hasta el mes que viene, pero me llego una oportunidad con la que puedo pasar algunas semanas más sin subir al ring y sin dejar de pagar las facturas.
» Tengo muy pocas oportunidades como está. —Gira su rostro hasta a mí y me sonríe —Hay oportunidades que no se pueden dejar ir.
Asiento con la cabeza, eso tiene mucho sentido. Desde que estoy ahí me he cerciorado de todas las personas que van, y las pocas que pagan una cuota real. El gimnasio es más para adolescentes con problemas sociales y uno que otro boxeador encantado por Mike y Lenon.
ESTÁS LEYENDO
Un Marido Ideal
Novela JuvenilDespués de un trágico accidente y un millar de desilusión, Milna decide alejarse de todo lo que conoce y empezar de cero sin contar que todo lo que podía salir mal, saldría. Mike por su parte, dedicaba la mayor parte de su tiempo y recursos a manten...