𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖈𝖎𝖓𝖚𝖊𝖛𝖊

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— ¿Que coño?

— El mismo por el que va a salir.— Bromeé y me pegó un golpe en el brazo.— Vale, vale, perdón.— Solté una carcajada y lo abracé poniendo mi pierna encima de las suyas.

Suspiró mirando al techo.

Lo miré de perfil viendo cuan hermoso era, simplemente, era perfecto.

— Amor...— Entonces, se giró haciéndonos quedar frente a frente. Acarició mi mejilla y no pude evitar soltar una lágrima al cerrar mis ojos.

Me sentía inútil al no poder darme cuenta de que una vida se estaba creando en mi interior.

Me sentía inútil por no caer en cuenta de eso antes.

Me sentía inútil por no poder haber hecho nada al respecto y decírselo a mi novio de otra forma.

— Me siento inútil por no haberme dado cuenta antes, me acabo de dar cuenta porque lo he sentido moverse... y yo jugando fútbol...— Sollocé y él dejó un beso en mi frente, para después posar la suya en la mía.

— No te sientas así...— Metió la mano debajo de mi camiseta.— No nos dimos cuenta ninguno de los dos, tú siendo la que lo tienes dentro, y yo que te conozco y te he notado distinta no me he dado cuenta.— Subió las manos a mis pechos y solté una risa.— Ya decía yo que estaban más grandes que de costumbre...— Rió mordiendo su labio y rodeé su cuello con mis brazos llorando.

— No me quiero imaginar si me hubieran dado alguna patada o...

— Demos gracias a que eso no ha pasado. Solo piensa en nuestro bebé, y piensa en que nos hemos dado cuenta ahora y no cometeremos más errores.

Lo besé sintiendo el sabor salado de mis lágrimas.

Estuvimos casi toda la noche hablando y pensando sobre nuestro futuro con nuestro hijo.

Era raro decir eso, más cuando no me había dado tiempo a asimilar todo como me hubiera gustado.

Al día siguiente, me desperté sintiendo un peso en mi vientre.

Miré encontrándome con Gavi con la mejilla apoyada en mi estómago.

Sonreí y acaricié su pelo cariñosamente.

Me levanté con cuidado de no despertarlo y me metí a duchar.

Salí a desayunar, encontrándome con Pedri, con una cara de muerto que no podía con ella dándole el biberón a Ainara.

— ¿Que? ¿La princesa no ha dejado dormir al rey?— Bromeé sirviéndome algo de agua.

— Cállate, la paternidad es mu' mala.— Negó llevándose los dedos a la frente para masajearla.

— Ya, y asimilar que viene en camino también.— Solté.

Abrí los ojos dándome cuenta de mi error, me giré casi que quieta, encontrándome con un Pedri totalmente confundido.

— ¿Que?

— Que supongo que eso debe ser así.— Me llevé el vaso a la boca tratando de disimular.

— ¡Buenos días por la mañana!— Saludó Sira entrando a la cocina.— Tia, necesitamos salir de compras hoy...— Aseguró quitándome el vaso de agua.

— ¿No hay opción de negarme?— Hice una mueca.— Es que estoy cansada...

— ¿Cansada? ¿De qué?— Le saqué el dedo a Pedri y suspiré mirando a mi amiga.

— Tú cállate y dame a la niña. Que con el sueño que tienes, la pobre niña se traga el biberón.— La cogí delicadamente, le puse el chupete del bibe en la boca, el cual atrapó entre sus labios rápidamente y yo podría morirme de ternura en ese momento.

¿𝐃𝐞 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝 𝐦𝐞 𝐨𝐝𝐢𝐚𝐬?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora