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Había pasado una semana desde que los dos niños están alojandose en la casa hogar se la señorita Ahn Hye-Jin.

Hye-Jin ya había legalizado todo, ella era la tutora de ambos niños, y sus padres tenían una orden de alejamiento y tenían que pagar una gran suma de dinero a las autoridades, por abandono a sus hijos.

Hasta ahí todo bien.

Ellos iban a sus respectivas escuelas, juntos con los demás niños de la casa hogar.

Al parecer, los problemas y preocupación del pequeño Dongmin habían terminado. Pero el color rosa no duró por mucho tiempo.

—¡Hyung!

—¿Qué pasó Donghwi? —pregunto preocupado— ¿Por qué lloras?

—E-es que... —Sorbio la nariz— los niños de mi escuela me molestan.

—¿Cómo? ¿Por qué? —seco sus lágrimas.

—Disen que soy pobre... Se burlaron de mi mochila. Ademas me dijeron que soy mal hijo, que por eso papá y mamá no nos quieren. —al escuchar a su hermanito, Dongmin tensó la mandíbula he hizo sus manos puños.

—No les hagas caso Donghwi... Ya verán. Te voy a conseguir una mochila más bonitas ¿Si? Y unos zapatos nuevos ¡Lo prometo!

—Pero Hyung, eso cuesta dinero.

—Tu no te preocupes por eso, tu solo concéntrate en estudiar. Yo me encargaré del resto.

—Pero Hyung... ¿Y tú?

—Shh, silencio Donghwi... Tu solo confía en tu hermano.

—Esta bien Hyung.

—Vamos a la casa.

Mientras caminaba hacia la casa hogar, Dongmin hiba absorto en sus pensamientos.

Dinero. Necesitaba dinero. Y para eso tenía que trabajar.

Pero exactamente en qué. Un niño de 11 años no podría conseguir empleo fácilmente, y además tenía que ir ala escuela.

Y no es que la señorita Ahn Hye-Jin no le hubiera dado zapatos, útiles escolares y cosas por el estilo.

El caso es que como son muchos niños, aveses no alcanzaba para comprar marcas, si no para lo más barato.  Y no es que la marca importará, los niños estaba contentos con todo lo que Hye-Jin hacia por ellos. Todo era de calidad y estaban agradecidos.

No estaba mal, pero lamentablemente vivimos en una sociedad que lo critica todo.

Pero no lo malinterpreten, Dongmin no era alguien ambicioso, solo quería darle lo mejor a su hermano. Pues él más que nadie sabía lo que era no ser aceptado por los demás, solo por ser un poco diferente al resto.

Cómo niño, Dongmin sabía demasiado. Lo suficiente como para saber que el mundo era un mierda. Quería ahorrarle ese dolor de trasero a su hermano, y solo ser feliz.

¿Lo aria? Por su puesto. ¿A qué costo? No lo sabemos.

Conocen el dicho: “Lo barato, sale caro” . Lo aplican normalmente en momentos de comprar un producto. No dejarse llevar solo por la apariencia o el precio de algo que, aparentemente está bien, pero resulta ser algo completamente erróneo.

Pues podemos aplicarla a la vida ¿No?

Aveses la decisión más fácil, no suele ser la mejor, nos puede costar muy caro.

Y Dongmin lo aprendió a las malas.

¡Por todos lo cielos! Me estoy adelantando.
Lo siento, como escritora me emocioné y casi rebelo toda la historia.

The Long Ballad: Love, live, Kill // Binwoo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora