Episodio 3 : Su mirada

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Emilio

   - Sí.

Es lo único que logré decir; sin poder despegar mis ojos de los suyos.

   - ¿Seguro?  -dijo y me miró preocupado-.

   - Sí, estoy bien. -me levantaré-.

Empecé a hacerlo aún perturbado por todo lo ocurrido, cuando comencé a marearme y no pude seguir manteniendome de pie, todo comenzó a nublarse y finalmente se volvió oscuro, eso fue todo.

Lentamente abrí mis ojos noté que estaba en el hospital, no entendía nada, de fondo escuchaba voces, gente hablando. Me levanté, me dirigí a la puerta de donde provenían esas voces, la abrí y detrás de ella estaba él, el chico que me salvó hablando con una enfermera, volteó y me dijo:

   - Oh ya estas bien!.

No pude contestar nada sólo llegué a asentir con la cabeza.

   - Esperame aquí que voy a hablar con el médico.

Esta bien -pensé-. Esperé sentado y cuando llegó con el médico éste me dijo:

   - Buenas tardes joven lo hemos examinado y afortunadamente no encontramos nada grave sólo algunos golpes leves, su desmayo se debió al pico de estrés por el que pasó. Le suguiero que haga reposo por 2 días como mínimo.

  - Okey, gracias por todo doctor.

  - De nada y valla con cuidado!.

El doctor se retiró y el chico se dirigió a mi.

   - Ah! por cierto, soy Félix.

   - Y yo E...

   - Emilio, lo sé. Lo ví cuando revisabamos tu billetera junto con la enfermera, pero decuida era para llamar a algún familar tuyo, pero no encontramos nada ni tu celular tampoco.

   - Oh salí tan apurado de mi casa esta mañana que seguro lo olvidé.

   - Ah claro! Aguarda iré por tus cosas... y las mías.

Llegó y salimos del hospital.

   - Bueno, con todo esto no pude agradecerte por todo, gracias de verdad sino fuese por tí ya estaría muerto.

   - No es nada! En ese momento sentí que debía hacerlo y lo hice.-me dijo sonrriendo-.

   - Esta bien, entonces... Adiós y gracias nuevamente.

   - De ninguna manera! Te acompaño a tu casa, acabas de salir del hospital.

   - Estoy bien gracias no es necesario.

   - No! Lo haré y punto, así que me tendrás que soportar de camino.

   - Esta bien. -sonreí-.

Tomamos un taxi y al llegar en un impulso le dije:

   - Ya que estas aquí dejame invitarte a comer algo en forma de agradeciemiento.

   - Esta bien! La verdad es que tengo hambre y ya son las 3 de la tarde.-se río-.

Subimos a mi departamento y pedimos comida. Empezamos a charlar de todo un poco le expliqué que había tenido un pésimo días y los anteriores también, el hecho es que las cosas con mi familia no estaban bien y yo no conseguía empleo, de hecho hasta el momento no lo tengo pero habia sido salvado de morir y eso era realmente lo único bueno de todo esto. Félix me contó su pasión por la fotografía y que justo hoy había salido a tomar un par de fotos a la plaza del centro.

   - Y ¿Me puedes enseñar esas fotos que tomaste hoy?.

   - Lo siento. Pero no va a poder ser.

   - Oh disculpa si es que son muy personales para ti, no queria incom...

   - No es eso. -me interrumpió-. Es que con lo que pasó, al arrojarme bruscamente sobre tí, mi cámara impacto con el suelo y se descompuso.

   - A ver dejame ver.

Sacó la cámara de su estuche y efectivamente estaba descompuesta. Me sentí mal porque era por mi culpa, así que le dije que yo se la iba a mandar a reparar, que la dejara, al principio no quería pero finalmente lo convencí.-era lo menos que podia hacer después de lo que el hizo por mí-.

Terminamos de comer y bajamos a la puerta del edificio.

   - Gracias por la comida!.

   - No es nada. Es lo menos que puedo hacer por tí. Ah!  Y por cierto no te preocupes por tu cámara que en cuánto la tenga lista te aviso.

   - Está bien! Y ¿cómo me vas a avisar?.

   -Cierto! No tengo tu número. -sonreí-.

   - Anotalo.

   - Oh iré por el celular! Aguarda.

   - No hace falta. Pide una lapicera por aqui cerca. A ver...

Por suerte había un kiosco de revistas a lado del edificio, así que fuí a pedirle una lapicera al quiosquero, me la prestó y le dije a Félix que me dictara el número.

   - A ver dame la lapicera.

La tomó y empezó a escribir su número en el ticket del supermercado.

   - Aquí tienes! Cualquier cosa me avisas.

   - Sí claro!.

   - Bueno Adiós!

   - Adiós.

Y nos fundimos en un cálido abrazo. -de esos de los que no quieres que se terminen nunca-.

Subí a mi departamento y al llegar me acosté en la cama mirando al techo. No podía dejar pensar en todo lo que paso en este día, y aún más en haber conocido a Félix, y a su dulce mirada.

Tú, mi ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora