Episodio 2 : Mi razón

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Félix

Todos llegamos a éste mundo por algún motivo, por alguna razón, es eso lo que yo siempre creí y precisamente lo que me encontraba buscando. Todos los días despertaba y me preguntaba lo mismo, puede sonar un poco obsesivo pero es lo que me pasa.

Era un día como cualquiera y decidí salir a la plaza, para tomar aire fresco y sacar algunas fotos. Agarré mi cámara y salí enseguida.

Estaba cálido, la ciudad tranquila. Caminé hacia mi lugar de destino y en el camino me encontré con una cafetería nueva, la habían inaugurado hace unos días, así que entré y noté que había mucha gente, lo que ofrecen aquí debe ser bueno pensé, me senté en una mesa y en unos pocos minutos se acercó una señorita a tomar mi pedido.

   - Buenos días! ¿Qué es lo que desea a pedir?

   - Hola buen día! Un capuchino por favor.

   - ¿Algo más?

   - No, eso es todo. Gracias!

   - Okay, en un momento le traigo su pedido.

Mientras esperaba el capuchino observaba por la vidriera hacia la calle, y por un momento sentí como si la gente empezará a caminar más lento como si todo lo que observaba iba en cámara lenta, fué raro. Entonces llegó la señorita con mi capuchino y me olvidé de lo qué hasta hace instantes había visto, me dispuse a tomar mi café y el día continuó normal, pagué y salí de la cafetería. Ya caminando por la calle me acorde de lo que habia pasado al mirar a través de la vidriera, debe ser qué ví las cosas así porqué no desayuné, estaba débil, pensé tratando de encontrar una explicación a lo ocurrido. Iba tan concentrado que no noté que en frente mío venía un anciano, así que fué inevitable chocar con él, el anciano traía con sigo unos papeles diarios, revistas, etc los cuáles volaron al piso, por suerte logré sostenerlo y evitar que se cayera el también.

   - ¡Oh Disculpeme señor! no sé con qué me distraje que no lo ví, disculpe.

   - Descuide joven, estoy bien por suerte no caí al suelo, sino no creo que me hubiese podido levantar. -me dijo sonriendo-.

   - Ahora lo ayudo a levantar sus cosas.

- Si por favor, gracias. -dijo, sin dejar de sonreir-.

Por dentro pensaba que suerte que no se enojó después de qué lo chocara, me hubiese sentido peor si eso pasaba o si se caía por mi culpa. Mientas recogía sus papeles del suelo me platicaba, dijo qué estaba de paso por la ciudad y en una hora viajaría pero no m dijo a dónde, me resultó algo extraño que la mayoría de los papeles que recogía estaban en blanco, pero si recuerdo a ver visto diarios y revistas, que extraño. Empecé a asutarme y el anciano me dijo:

   - ¿Estás bien hijo?. -siempre sonriendo-.

   - Sí, le contesté. -estoy siendo muy paranoico me dije a mi mismo-.

Terminé de recoger los papeles y se los entregué.

   - Gracias muchacho, a mí me hubiese costado un montón agacharme.

   - De nada señor, ah y por cierto, ¿Cómo es su nombre?.

   - Me llamo José, ¿Y tú?.

   - Félix, mucho gusto, a pesar de chocarlo.

   - Igualmente, oh descuida. Bueno debo irme. -y empezó a caminar rápidamente-.

   - Ah okay yo también, hasta luego don José.

   - Adiós Ángel.

   - Pero me llamo Félix. -el solo siguió caminando sin darse vuelta ni contestar-.

Sonreí por la equivocación de don José, volteé y continúe mi camino. Al llegar a la plaza central empecé a divisar las estatuas y monumentos qué había en ella, quise empezar a tomar fotos, cuando me dije:

   - ¡No, olvidé la cámara en la cafeteria!

En ese instante empecé a correr en busca de mi cámara, en ella tenía todo, era lo qué mas amaba, si la perdiera no sé que haría me preocupaba tanto.

Lo qué generalmente me hubiera tardado 15 minutos en caminar, lo hice en 3. Llegué a la cafetería todo agitado y preocupado, entonces la chica qué me había atendido estaba en el mostrador, me sonrió y dijo:

   - ¿Buscabas esto?. -con mi camara en su mano-.

Le devolví la sonrisa y le contesté:

   - Muchas gracias, no sabe lo que significa esa cámara para mi.

   - Ten, y procura no olvidartela más en ningún lado ya qué es tan importante.

   - Lo haré. Gracias nuevamente.

Salí de la cafetería más que contento entonces volví a la plaza a cumplir con lo qué me habia propuesto, tomar fotos. Al terminar, pensaba en pasar por el supermercado comprando un par de cosas y el almuerzo. El supermercado quedaba a 3 cuadras de la plaza, por un momento pensé en no ir y solo tomar el ómnibus que era lo qué quedaba más cerca pero finalmente me decidí y fuí, realicé las compras con normalidad, salí del allí en poco tiempo.

Miestras caminaba para llegar a la parada del ómnibus, justo antes de cruzar la calle, esa extraña sensación de lentitud apareció otra vez, miré al frente, ví a un hombre cruzar la calle corriendo y a un auto aproximandose a él, evidentemente iba a suceder, lo iba a atropellar, grite:¡Cuidado! lo más fuerte que pude, y no lo dudé, tiré las bolsas del supermercado al suelo y corrí hacía él rápidamente, no sé como lo logré pero llegué a empujarlo a la vereda del frente evitando que lo atropellaran y cayendo sobre él. Todo pasó tan rápido qué cuándo caí en la cuenta la gente qué pasaba por ahí ya había empezado a acercarse, yo sólo puede preguntarle: ¿Estás bien?, él me miró apenas y esa sensación de lentitud volvió...

...pero ya no era extraña sentirla.

Tú, mi ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora