Damon:
El príncipe de hielo le dio vueltas a su baso con wiski, intentando enfriar con el hielo que se mecía en su interior aquel liquito amargo. Solo un vago intento por calmar el fuego que ardía en su interior, un fuego que parecía no tener piedad alguna.
La pequeña niña dormía a su lado, acostada sobre su pierna expuesta, mientras que el le acariciaba el cabello con suavidad. Durante algunos minutos largos, el príncipe había observado a su pequeña con cierta calidez y ternura, hasta que comenzó a notar algunos rasgos que le recordaban a su enemigo.
Rápidamente, Damon se encontró observando a la pequeña con el rostro fruncido y los labios apretados. El no la odiaba ni nada semejante, pero si aborrecía al hombre que le había concedido la vida. Odiaba a su padre.
—Señor, ya dejamos a la señorita Smith en el lugar indicado—dijo Casper acercándose lentamente, con cautela, advirtiendo con firmeza sobre sus acciones.
—¿Tienes hombres ahí plantados? —pregunto Damon con calma, en un tono lo suficientemente bajo como para no despertar a la pequeña niña.
—Si señor, pero... no creemos que Samuel vaya a lastimarla o herirla—analizo Casper, con el ceño ligeramente fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho—. Al parecer ella lo tiene controlado.
Damon sonrió a la niña durmiente, pero en realidad era ante aquella reflexión.
—Ya se que no le va a hacer daño... los hombres no están ahí para protegerla a ella, sino para protegerme a mí, Casper—admitió el príncipe ruso, volviendo su mirada por encima del hombro.
—No lo entiendo, señor—susurro Casper con cierta vergüenza.
Damon elevo entre sus brazos a la pequeña niña, con suavidad, acunándola. Preparándola para llevarla a su cuarto.
—No tienes que entenderlo, solo sigue mis ordenes—advirtió Damon pasando junto a Casper—. Solo procura avisarme cuando ella salga de la mansión.
Casper frunció el ceño.
—Cuando ella salga... ¿quiere que la detenga o...?
—No, solo avísame—respondió el con lentitud—. Estoy seguro de saber a dónde ira.
o o o o o o
Emily:
La noche, intransigente, había pasado de manera veloz, demasiado para ser honesta.
Emily se durmió en el sillón de la sala, incapaz de reunir las ganas y energía suficientes para subir al segundo piso. Lo ultimo que deseaba era cruzarse con Samuel.
Cuando sus ojos finalmente se abrieron el nuevo día había llegado y el italiano no estaba ahí. El le había dejado una nota antes de marcharse.
"Vuelvo tarde. Tengo asuntos importantes que resolver. Samuel."
Simple y claro, sin demasiadas vueltas con tonterías como las formalidades. Samuel solía manejarse de ese modo con ella.
Aquello era lo mas libre que se permitía ser.
Emily comprendió lo que aquella nota significaba. "Has lo que quieras". Luego de una situación fea, como la que habían vivido la noche anterior, Samuel solía tomar una postura muy clara al respecto.
El se alejaba del problema, y permitía que este se resolviera solo, o las cosas se enfriaran con el correr del tiempo. Samuel le daba la total libertad para que ella hiciera lo que deseara con su existencia, incluso acostarse con cualquier hombre si aquello la satisfacía.
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Éxtasis
RomantizmLuego de que su vida se derrumbara ante sus ojos a causa de una desilusión amorosa, Emily se ve empujada a dejar todo atrás y comenzar una nueva vida... junto con el jefe de la mafia italiana. Entre el odio, la desesperación y el deseo de venganza ¿...