Capítulo 7:

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Cuando Emily finalmente decidió regresar a la mansión, las sombras de los árboles lo habían devorado todo, sumiendo el mundo en una penumbra casi total.

A ella no le molestaba caminar en la oscuridad, a fin de cuentas, durante la noche era el único momento en el que se sentía un poco menos vulnerable.

—¿Podrías abrir la puerta por mí, Trevor?—canturreo ella al otro lado de la entrada principal, con las manos totalmente ocupadas en las bolsas de ropa y accesorios que había comprado.

Casi al instante, la puerta principal se abrió para ella. Emily se deslizo al interior de la mansión, contoneando con elegancia su trasero.

Trevor era el mayordomo-seguridad mas joven que Samuel había contratado. Tenia poco mas de veinte años, por lo cual, estaba totalmente fascinado con el cuerpo de las mujeres.

A Emily le gustaba tentarlo, contoneaba su silueta de manera tonta para que el la admirara con un brillo de devoción. Resultaba tonto y algo patético, pero aquello lograba levantarle el autoestima en días malos.

Y sin lugar a dudas aquel era un día de mierda.

>—Gracias, amor—respondió ella, mientras se volvía hacia la puerta para dedicarle una gentil sonrisa inocente al chico.

Pero allí, de pie, con mala cara, se encontraba Samuel.

—Nunca te escuche llamarme de ese modo—dijo el, con tono monótono.

—Es una tontería que suelo decirle a Trevor... te confundí con el—hablo ella, volviendo la mirada al frente mientras seguía avanzando, intentando volver indiferente aquella situación.

Con el correr del tiempo, ella había aprendido a llevar las posibles discusiones con Samuel a una zona que le resultaba cómoda.

Era evidente que el hombre estaba enfadado, por lo cual, lo mejor era minimizar la situación. Incluso una confrontación en ese preciso instante podía resultar verdaderamente peligroso para ella.

—Si, me di cuenta que te confundiste... es un milagro que haya sido con Trevor y no con alguien más ¿No lo crees? —insistió Samuel, caminando por detrás de ella con pasos largos.

Emily lo ignoro por completo, mientras subía las escaleras de mármol hacia su cuarto. Samuel siguió cada uno de sus movimientos con una atención depredadora clavada en ella.

Fingiendo no notar su atenta mirada posada en su cuerpo, Emily ingreso a su habitación, dejando la puerta abierta detrás suyo. Aquello era lo mejor, si cerraba la puerta Samuel podría tirarla abajo solo para seguir sus pasos.

—Creo que se me antoja cenar algo ligero ¿Tu qué opinas? —propuso ella, intentando desviar el enfoque letal de Samuel, mientras dejaba las bolsas sobre la cama.

Una de ellas, la de color rojo, había sido dejada de manera estratégica cerca del hombre. Emily conocía demasiado bien sus movimientos, sus reacciones, prácticamente se había metido dentro de su mente.

Y tal como lo previsto, Samuel tomo la bolsa y...

—¿Qué es esto? —su tono de voz cambio de manera abrupta, volviéndose tan débil que ella debió volverse hacia el para notar la reacción.

En las manos de Samuel colgaban dos pequeños trozos de encaje color negro.

—Eso es mi nueva ropa interior—hablo ella con tono sensual, mientras se aproximaba hacia él, sosteniendo su mirada— ¿Te gusta?

Emily pudo notar con orgullo como el tragaba con rudeza, mientras intentaba mantener el enfado a flor de piel.

Samuel era enojo y enfado puro, solo eso... o al menos era lo que intentaba demostrar.

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