Pasaron las semanas y todas las mañanas Enzo y yo nos encontramos en el jardín. Se había vuelto una especie de rutina salir caminando juntos hasta salir de la escuela.
Un día, Enzo se apareció con una chica, me la presentó como Valentina, la mamá de Olivia. Yo honestamente me sentí algo incomoda y celosa, Enzo empezaba a gustarme y no tenía idea de que estaba en pareja. Desde ese día trate de mantenerme lo más al margen posible, notaba la mirada poco amistosa se Valentina hacia mi y prefería no causarle problemas a Enzo.
Hoy era sábado, era temprano y yo estaba empezando a hacer los brownies para la fiesta del jardín que era mañana domingo. Había llevado a Gian a pasar el día con mi tía así yo podía hornear tranquila. Preparé todos los ingredientes y alguien toca el timbre de la casa. Abro dejándome sorprender por quien estaba del otro lado, Enzo.
—¿Enzo? –me reí sorprendida–.
—¿Te olvidaste no? –sonrio mirándome–.
—¿De qué? –lo miré sin entender–.
—De que iba a venir a ayudarte a hacer los brownies –se rió acercándose para darme un beso en la mejilla–. Buenos días –susurro cerca de mi oído–.
Mierda, me había olvidado por completo. Habíamos quedado que él venía a ayudarme y que yo lo ayudaba a hacer algo para llevar a al feria también.
—Perdón, me re olvide –me reí y bese su mejilla–. Buenos días –sonrei y me hice a un lado de la puerta–. Pasá
Él simplemente rió negando con la cabeza y entró a la casa, ya había estado en casa antes para traer a Oli para que juegue con Gian, se llevaban muy bien esos dos.
—Nunca hice así que decime que hago –me miro sonriendo–.
—Bueno –me pare alado de él mirando mis ingredientes–. ¿Mate si sabes hacer? –lo mire riéndome–.
—Auch –se agarró el pecho y hizo mueca de dolor–. Eso me ofende mucho –se rio y me miró–. En tu vida vas a probar un mate tan rico como el mío –se acercó a mi mirándome a los ojos y acariciando mi mejilla–.
—Bueno, hacelo entonces –me reí y le señalé la mesada–. Está todo ahí solo hay que preparar –me aparté un poco de él porque empezaba a sentirme nerviosa con sus caricias y constante coqueteo–.
—Dale –noté que frunció un poco el ceño extrañado y se alejó para hacer el mate–.
Yo empecé a hacer la masa que era súper fácil, mezclar todo y ya, le agregué las avellanas picadas que le daban el toque.
—Tomá –me dió el mate pata que tome–.
–mire mis manos estaban sucias–. No lo puedo agarrar, déjalo sobre la mesa –me reí–.
—No, yo te sujeto, tomá –acerco el mate a mi mirándome sonriendo–. Dale que se enfría –se rió–.
Me reí negando y tomé el mate sintiendo su mirada fija en lo que hacía. Me aleje para poner la masa en el molde y meterlo al horno. Tenía que hacer por lo menos 5 bandejas para llevar mañana.
Mientras tomábamos mate empezamos los dos a hacer más masa, yo iba haciendo y él me copiaba, aunque ya se había enchastrado todo. Cuando teníamos los otros cuatro bowls de masa listos él se puso a probar la masa cruda.
—¡Enzo! Eso está crudo –le di un golpecito en la mano riéndome–.
—Igual está bueno –se rió mirándome con cara de inocente y se acercó–. No seas ortiva hermosa –acaricio mi mejilla–.
—No soy ortiva, solo no quiero que te haga mal –miré para otro lado mordiendo mi labio por los nervios que sentía en ese momento, él estaba muy cerca, demasiado–.