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No recordaba exactamente cuando fue el momento en que llegó al orfanato. Solo sabe que un día llegó para quedarse, desde muy pequeño.

Ese niño callado y nada social al cual se le había dificultado conseguir una familia por su tosca y fría indiferencia hacia las personas.

Sesshomaru perdió a sus padres en un horrible accidente. Los médicos y la policía aseguran que se salvó de milagro, que ha burlado a la muerte por muy poco.

─ Es un niño muy bonito y muy listo, es una lástima que lo tengan que devolver.

─ Sesshomaru, la idea es irte de aquí, no deberias volver.

Tenía siete años y medio cuando llegó una nueva niña al orfanato.
Una niña caprichosa y rebelde.
La cual le costó la mitad de su vida adaptarse. A la cual repitió los pasos de su compañero, siendo devuelta por mal comportamiento.

─ Sesshomaru, si me das tu parte del postre de la cena, te daré mi lugar del colchón a la hora de la siesta. ¿Qué dices?

─ No.

─ Anda dime que si. Ni siquiera te lo comes.

─ No me molestes Kagura.

─ ¡Amargado!

Los niños y bebés huérfanos llegaron y se fueron a medida que pasaba el tiempo. Niños afortunados de encontrar nuevas familias. Los demás sólo podían desearles mucha felicidad.

─ No tener padres es como no pertenecerle a nadie. ¿Lo has pensado? Es una libertad muy extraña. ─ un día normal, Kagura compartía mesa a la hora de estudiar con Sesshomaru.

─ No creo que estar atrapado en un instituto sea siquiera algún tipo de libertad. ─ Respondió Sesshomaru mientras continuaba con sus deberes.

─ ¿Has pensado que vas hacer cuando salgas de aquí?

─ Me iré lo más lejos posible de este lugar.

─ ¡Que coincidencia! Yo también planeaba lo mismo. ¡Deberíamos ir juntos!

─ Nana Kaede, quiero cambiarme de mesa.

...

─ En la actividad de hoy aprenderemos hacer flores con papel reciclado ─ una de las Maestras, la señorita Meiyou habló con una gran sonrisa.

Ella les enseñó hacer flores de tipo origami, como también figuras planas y tiaras con temática primaveral. Después de todo, el invierno estana muy cerca de terminar.

─ ¿Tú las hiciste solo? ─ la niña Kagura miró asombrada las manualidades hechas por su compañero. ─ Eres muy bueno en esto. ¡A mi no me salieron muy bien! Muéstrame por favor ~ por favor ~

─ Está bien, presta atención. Y luego vete. ─ el niño Sesshomaru accedió a duras penas.

Aunque le tomó algo de tiempo, Kagura logró al menos realizar una. Aun si acabó con los dedos pegoteados por el pegamento y restos de recortes. Sonrió orgullosa al ver su creación.

─ ¡La mejor parte es decorarlas! ─ ella Exclamó feliz.

Al final Sesshomaru la dejó trabajar a su lado en su espacio. Pronto se dieron cuenta que iban mucho más rápido con el armandolas y ella pintandolas.

─ Es bueno verlos interactuar. ─ la Nana comentó luego de observar a los niños. ─ Sobre todo con el historial de cada uno. Necesitan desarrollarse sobre todo en el ámbito social. ─ fue una sugerencia para futuros proyectos.

La bienvenida a la primavera nunca fue más alegre antes.

...

─ Ya puedes pedir tus deseos de cumpleaños Sesshomaru.

Era un bonito y cálido verano aquel 22 de Agosto.
Sus compañeros huérfanos prepararon una fiesta infantil para él aún cuando Sesshomaru no deseaba festejar. Aun así estaba ahí con toda su buena voluntad. Sabía que en el fondo los demás solo deseaban un poco de ese gran pastel.

Las nueve velitas esperando ser apagadas. No tuvo que pensar demasiado en esos deseos partes de aquel ritual. Todos aplaudieron cuando sopló las velas.

No era del todo un fanático por los dulces y los pasteles. Incluso sentía que aquella fiesta era más ajena que suya.

─ ¿Ya le puedo decir? ¿Ya? ¿Ahora?

─ Kagura, calma. ¿No será mejor dentro de unos momentos?

─ Me dijiste que podíamos hacerlo luego de que comieramos el pastel.

La señorita Meiyou suspiró. Tener aquel trabajo no era nada sencillo.

─ Está bien. ─ no tuvo otra opción que sonreír y acceder.

Vio como el cumpleañero fue atropellado por ese remolino de energía llamado Kagura.

─ ¡Tenemos un regalo para ti!

Sesshomaru no se vio sorprendido en lo absoluto, en verdad esperaba recibir el típico regalo casero de todos los años. No era un desagradecido, pero no veía lo emocionante en eso como Kagura lo quería hacer parecer.

Pronto los niños se reunieron en una ronda para testificar el regalo de Sesshomaru. La señorita Meiyou apareció en el salón con una caja envuelta y un gran moño rojo.
¿Qué podría haber ahí dentro que necesitaba una caja tan grande? Eso llamó su atención. Se regañó así mismo, temiendo decepcionarse.

─ Este regalo es parte de todos nosotros. ─ la Nana Kaede comentó con una sonrisa.

Sesshomaru buscó el lado de la cinta para comenzar a desenvolver el regalo, como el perfeccionista que es. Los niños se impacientaban, ellos habrían despedazado todo el papel.

Para su sorpresa se trataba de un juguete. Al sacarlo de la caja reveló una figura bastante grande de un dragón de dos cabezas.

─ ¿¡Te gusta!? ¡Yo lo elegí! ─ el brillo en los ojos de Kagura era incluso mayor que la emoción de todo el grupo junto. ─ ¡Tiene luces y sonido! Es el mismo que el de la televisión.

Sin siquiera pedir permiso se lo quitó de las manos para hacerle la demostración.

El juguete rugió mientras que en la boca de cada cabeza prendían luces simulando ser fuego.

─ ¡¿Es increíble o no?! ─ chilló.

─ Kagura, parece que el regalo es más tuyo que el de Sesshomaru. ─ la Nana Kaede quizo reír. ─ ¿Dejarás que el cumpleañero pueda jugar con su regalo?

─ Ah, si, si. ¡Tomalo! ─ se lo ofreció. El niño no tuvo de otra que recibirlo. ─ ¡Todavía no dijiste que te gustó! ─ la niña le recordó.

El salón quedó en silencio y a la espera de una respuesta. Todos esos pares de ojos mirándolo, juzgandolo.
Oh sólo era su imaginación, en verdad ahí solo estaban esperando una respuesta de su parte. Él quedó congelado, no recuerda la última vez que le dieron un regalo de esa magnitud. No sabía cómo debería reaccionar.

Además, ya se sentía bastante grande para ese tipo de juguetes. O si quiera existiera algún juguete que fuera a llamarle la atención. Pero, por supuesto no lo diría en voz alta jamás. Menos con el esfuerzo que les habría llevado comprarlo. Sesshomaru lo pensaba.

Los adultos siempre esperaban que se comportará como si no fuera un pobre huérfano. Tristemente lo era h con todas las secuelas que eso implicaba.

Jugó con los botones del dragón. Rugió un par de veces.

─ Es genial. ─ comentó.

─ Nos alegra que te guste. ─ La Nana sonrió como todos los demás.

─ ¡Que bueno! ¿Ahora me lo prestas?

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