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Amo todo lo que haces
Cuando me llamas jodidamente tonta por la estúpida mierda que hago
Quiero montar mi bicicleta contigo
Expuesta, no mas rueditas para ti
Yo las sacaré por ti

. . .

─ ¡Todo el mundo debe de tomarse de la mano! En la excursión de hoy vamos a visitar el parque central de nuestra ciudad, así que no queremos que se separen del grupo. ─ la voz de la señorita Meiyou se hizo escuchar.

─ No tenemos tres años. ─ Kagura murmuró por lo bajo. ─ ¿Por qué nos obligaron a ponernos estos delantales? Parecemos qué venimos del preescolar. ─ se quejó. ─ ¡Todo el mundo se dará cuenta que somos huérfanos!

─ No hay nada de que avergonzarse Kagura. ─ la Nana la tranquilizó.

La tarde era hermosa, los últimos días del verano antes de la entrada al invierno. Los niños disfrutaron de la salida antes de encerrarse hasta la primavera.

Plantas, flores, árboles, estanques y por supuesto pequeños animación viviendo ahí.

Patos por ejemplo, donde el grupo se entretuvo observandolos y alimentandolos para llamar su atención.

Poco a poco el rechazo de Kagura se convirtió en curiosidad por todas las cosas nuevas que veía. Por supuesto, antes solía verlos en revistas o la televisión. 

Sin embargo, su compañero no compartía la misma emoción. Aunque estuviera en desacuerdo no se quejó en ningún momento, siendo reservado y callado como siempre.

─ Sesshomaru ~ Sesshomaru ~

─ ¿Que quieres?

─ Ese sapito de ahí ha estado observandote.

Sentado sobre una hoja, flotando sobre la superficie de aquel estanque, Kagura no mentía. Un pequeño anfibio parecía estar mirando fijamente aquel niño. ¿Coincidencia?

─ Más bien creo que solo estoy estorbando en su campo de visión.

─ A ver, entonces muévete. ¡Vamos a comprobarlo!

Sorprendentemente, el sapo de un fuerte color verde cambió de dirección hacia el pequeño. Sesshomaru se alejó nuevamente. El sapo tuvo que dar brincos hasta tenerlo de nuevo a la vista.

─ ¡JAJAJA! ¡LE GUSTAS AL SAPO! ─ La pequeña Kagura sostuvo su estómago de tanto reír.

─ No seas asquerosa, no grites así. ─ la regañó antes de alejarse avergonzado.

Sin saber que sería seguido a sus espaldas.

...

─ ¡Ya es hora de volver, niños! ─ con aquel llamado, pronto los pequeños se pusieron el fila como los patitos que habían visto. Siendo contados a la hora de subir al autobus.

─ Sesshomaru, dejame sentarme contigo.

─ ¿Acaso tienes tierra en las manos?

Kagura al notar eso, rápidamente se limpió sus manos en el delantal.

─ Ya, ¿Ahora si?

─ Olvidalo, me vas a ensuciar.

─ Por favor ~ Necesito estar en el asiento de atrás contigo por que nunca te supervisan. Si no lo haces me van a regañar ~ Por favor ~ No volveré a pedirte nada ~

─ Está bien, con la condición de que ni siquiera pienses en ensuciarme o yo mismo te delataré.

─ ¡Eres el mejor! ─ quiso abrazarlo ignorando aquella advertencia.

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