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Aun sigo buscando en las caras de ancianos, pedazos de niños.

. . .

─ ¿Qué me dices de la historia de los mellizos?

─ ¿Mellizos? ─ La Nana Kaede estaba confundida.

Era una visita de rutina con los interesados en los huérfanos. La Nana Kaede se encargaba de ser la guía a los potenciales futuros padres y por supuesto, convencerlos de tomar la decisión correcta.

─ Me refiero a ese par de niños, Sesshomaru y Kagura, no me diga que estoy equivocado. ¡Es que fue mi primer pensamiento! Parecen estar pegados con goma de mascar.

Una comparación no tan alejada de su presente. Los últimos meses habían sido tan amenos y felices.

Ellos habían aprendido a convivir especialmente entre sí, ello era ya una costumbre.

─ Oh vaya. Entonces ¿No son hermanitos?

─ No lo son.

─ Es bueno saberlo, me hubiera roto el corazón separarlos, puesto que me interesa el niño. Aunque quisiese, no puedo adoptar a ambos.

─ Es de lo más entendible.

...

¿Alguien intentaría robarse a Sesshomaru una vez que todo iba bien?

¿Qué es lo que podría hacer una niña inmadura con miedo al abandono, más que hacer un escándalo?

─ ¡Si va a llevárselo, tiene que llevarme a mi también!

─ ¡Kagura! ¡Cállate por favor! ─ La señorita Meiyou regañó, al mismo tiempo que intentaba devolver a la niña a la sala de juegos. ─ No puedes estar gritando esas cosas, estás incomodando a todos.

─ ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero quedarme si Sesshomaru se va! ¡No quiero!

El chico había sido testigo numerosas veces de los berrinches de Kagura pero nunca algo tan extremadamente dramático a su edad y encima, él se veía involucrado.

Principalmente involucrado.

Al menos tuvo tiempo para pensar su situación. Puede que le sea difícil de admitir, sin embargo, también le provocaba una sensación se vacío la sola idea de irse y cambiar de vida. Siendo que estaba tan acostumbrado a su ritmo actual. Todo para ir con un completo desconocido y como cereza del pastel, a primera pinta no le caía absolutamente para nada bien.

Gracias, el que sigue.

Hubo silencio una vez que sacaron a la niña de la oficina. Solo la sonrisa incómoda de la Nana y el sudor en frío del solicitante.
El ventilador de escritorio parecía dar más señales de vida que el propio Sesshomaru.

Hasta que decidió hablar antes que su Nana.

─ No quiero ser adoptado.

...

Así fue como otro sujeto fue bateado olímpicamente por un niño en su primer década.
Si bien, Sesshomaru no tenía de por si voto en lo que en trámites se refiere, su opinión era válida para la decisión de Kaede como directora.

La mujer confiaba en la intuición especialmente de sus pequeños. Nunca podría dormir tranquila si entregara a su niños a cualquiera que de sospechas.

Aunque esta vez, puede que el motivo de este último rechazo haya sido influenciado en su mayoría por una niña gritona. Kaede lo dejaría pasar esta vez.

Por otro lado, gracias a su decisión, Sesshomaru se había convertido en una víctima de ataques de abrazos seriales, por lo menos las siguientes horas.

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