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Pateando las piedras,
Aun sigo esperando
Que vuelvas conmigo.

. . .

─ ¿No te molesta ni un poquito el frío? Sesshomaru ¡Nunca te vi temblar ni enfermarte! ¿De qué estas hecho?

─ ...

─ A mi me molesta ¡Lo odio! Me pasa lo mismo cuando también hace demasiado calor. ¡Ese ventilador de techo no sirve para nada!

─ No es culpa del clima, Kagura, es culpa de las condiciones en las que vivimos. Las casas de verdad tienen calefacción. Si quieres vivir bien, debes ser buena con la familia que te adopte.

─ A ti parece que no te importa mucho... ¿No te molesta?

─ No, me da igual el clima.

─ Me refiero a que, nunca te portas mal. Nunca gritas, nunca rompes nada. ¿Por que te devuelven? ¿O tu no quieres una familia?

─ ... No es que no quiera. Solo que, las personas son muy diferentes a mi. Muchas veces me tocaron personas desagradables. Pienso que ya tuve una familia. Y la perdí. Los demás son solo extraños.

─ ¿Quieres llorar?

─ ¿Qué? No.

¿Podría ser posible? Sin darse cuenta, había dejado que sus emociones escalaran hasta el grifo en sus ojos. No, no, llorar no era su estilo, ni el demostrarse sentimental, nunca lo había hecho y no tenía por qué hacerlo ahora.

─ Niños, ya dejen de hablar. Es hora de dormir. ─ fue la última advertencia de la señorita Meiyou.

Por supuesto, ya era bastante tarde para el sueño sano de los niños. Las luces apagadas, todos en una misma gran habitación, durmiendo en sus propias camas. El ambiente gélido y azul, Meiyou y Kaede procuraron que todos los niños tuvieran mantas gruesas para esta noche invernal.

Aun no habían conseguido reparar la calefacción.

─ No puedo dormir así.─ Kagura susurró.

La razón por la que ambos pudieron mantener una conversación eran la ubicación de sus lechos, uno al lado del otro.

─ ¿Y si dormimos juntos? Podríamos poner mi manta sobre la tuya.

─ No.

─ ¿Por qué no?

Sesshomaru volteó su cabeza y miró aquella niña parlanchina. Le dio una advertencia con la mirada. Siempre encontraba nuevas formas de molestarlo.

─ Por favor ~ me congelo ~

No espero a obtener su permiso, ya había desarmado su cama por arrastrar esa manta sobre la cama de su compañero. Sesshomaru no tuvo otra opción que hacer espacio si no quería ser aplastado.

─ ¿Sientes lo fría que estoy? No te mentí. ─ mencionó, tocando con sus manos las manos del otro para así evidenciar lo dicho.

─ Si no te duermes ahora mismo, te echaré a patadas. ─ amenazó, quitando esas manos sobre las suyas.

─ ¿Ya no quieres llorar? Digo, no te molestaré. Yo a veces también siento ganas de llorar. Es horrible, lo sé, pero la señorita Meiyou dice que es necesario hacerlo, como es ir al baño.

─ Shh, Cállate.

Cada día le sorprendía hasta donde podía llegar el atrevimiento de Kagura. Para cuando quiso darse cuenta, la niña se había quedado dormida. Realmente... se había mudado a su cama.

¿Estaba bien? Eran un niño y una niña. No se supone que deberían compartir una cama, solo las parejas casadas lo hacían. Lo había escuchado de los adultos.

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