34

262 21 0
                                    

Damián.

___Joder___miré el camino por el que se había ido Jade hace unos pocos minutos___joder joder joder joder___ agarré entre puños mi pelo tirando de él con rabia, me agaché en el suelo___ eres un imbécil Damián, eres un imbécil___miré hacia abajo.

Mentirle a mis padres sobre el trabajo de Jade había sido la tontería más grande de mi vida, sin pretenderlo la humillé ante todos y le hice pensar que me avergonzaba de ella, por dios no, no lo hacía, no negaba que su trabajo no me entusiasmaba pero se lo había dicho, yo la aceptaba así, ¿por qué carajos dije que era gerente entonces? Me comporté como un completo y absoluto capullo.

Nunca debí traerla, ni esta noche ni la anterior en aquella estúpida fiesta, Jade no pertenecía a este mundo superficial, yo tampoco, y odiaba haberme tenido que dar cuenta de ello tan tarde.

Si mis padres no la aceptaban daba igual, yo la quiero así, la conocía y sabía la mujer maravillosa que es, y era un gran tonto si la dejaría ir.

Corrí hacia mi auto dispuesto a buscarla y arreglar todo lo malo que hice, cerré la puerta con fuerza, me detuve a ver el colgante que le había regalado en mis manos, se había roto el cierre pero lo arreglaría, eso y mi relación con ella, no pensaba perderla.

___¡Damián!___volteé hacia mi madre que me miraba desde la entrada de la casa.

___Debo irme___encendí el auto ahogando sus palabras con el ruido del motor, y con el colgante enroscado en mi mano derecha aceleré rumbo a la carretera.

No podía estar muy lejos, solo habían pasado unos pocos minutos.

Fruncí el ceño al ver algo tirado en el medio de la calle, bajé la velocidad hasta detenerme, bajé del auto y me acerqué al objeto, a mitad de camino reconocí lo que era.

Con el corazón en la boca me agaché a agarrar el teléfono de Jade, tenía la pantalla agrietada, miré a ambos lados, no había nadie por aquí, todo estaba en un absoluto e intimidante silencio, sin embargo entre tanta calma algo muy turbulento estaba rugiendo dentro de mí.

Jade no tiraría su teléfono a la calle porque sí, algo le había pasado, algo malo, y si no la encontraba rápido iba a volverme loco.

Con el teléfono dentro de mi bolsillo regresé corriendo al auto, aceleré y no bajé la velocidad hasta detenerme en su departamento.

___¡Jade….Jade soy Damián!___ aporreé la puerta pero nada, lo lógico era saber que con lo enojada que estaba no me abriría la puerta, pero no se trataba de eso, ella no estaba aquí, lo intuí desde que Miguel, el portero, me vio con el ceño fruncido al yo entrar, tal vez preguntándose porqué regresaba sin Jade.

Apoyé la cabeza desesperado sobre la puerta, golpeé una última vez más antes de desistir, corrí nuevamente hacia el auto en dirección al antro, pero tampoco estaba ahí, ni en el departamento de Allison, ni en el taller de su padre, ni en ningún lugar cercano, había estado buscándola toda la noche, sin descansar, sin vacilar, sin perderme un solo detalle de la carretera esperando encontrarla.

A los primeros rayos del sol estaba en un punto crítico y alarmante, el sueño no había aparecido, tenía tanto miedo que lo único que sentía era desesperación que con cada segundo aumentaba más, necesitaba encontrarla, saber que estaba bien, sana y salva, y rogarle que me perdonara.

Incluso aceptaba si no me hablaba por una semana, por un mes joder, pero que apareciera, era lo único que necesitaba.

Sin más ideas de donde buscar me dirigí al trabajo, con ayuda de los chicos la encontraría, era policía después de todo.

InsaciableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora