¿Qué es el amor? ¿Alguna vez lo han pensado? Quisiera explicarlo igual de bien que Tails, con sus modismos y tecnicismos extraños; diciendo que solo es una reacción química pero, realmente no creo que sea simplemente eso.
Deseé tanto estar con Amy que realmente luché por ella, a pesar de mis actitudes egoístas del pasado, intenté cambiar por ella... Por mí.
Y realmente no sé si algo haya cambiado después de ello. Sigo discutiendo con Shadow, siendo igual de burlón que siempre y siendo el líder mandón del team. Sin embargo, con ella he tenido un cambio rotundo. Sé que puedo ser yo mismo con ella, porque siempre estuvo enamorada de cómo soy pero, últimamente aprendí a no callarme las cosas y poder adentrarnos en nuestra burbuja de romance sin ocultar mis emociones.
Amy ha estado acompañándome en todo este proceso pero, al final es algo que ambos hemos mejorado. Amy ha madurado y yo también, es innegable. Tanto que finalmente supimos decirnos lo que ambos deseábamos.
Todas las cartas y demás cosas que recibí de Amy las tengo guardadas en una caja especial, una única para ellas. Me tomó tiempo leer todas y cada una para entender sus sentimientos de ese momento, pero realmente ya ha quedado atrás; me disculpo con ella y me ha perdonado.
Creo que una relación pasa por cientos de problemas y etapas. Unas donde el amor está al rojo vivo y otras veces donde parece que ya no debemos estar juntos. Por fortuna, el tiempo ha dado motivo a que realmente quiera estar con Amy por siempre.
•••
-Levántate, impuntual- Era Tails, moviendo mi obeso cuerpo, con la intención de tirarme de mi cama.
Me levanto rápidamente antes de caer. -¡Oye! Ya te escuché, ¿Qué te pasa, zorro?- Le exclamé.
-Hoy es el día- Me susurra Miles en el oído. Maldición, casi lo olvido.
Tomé una sudadera y unas botas, para después dirigirme rápidamente a casa de Amy, que estaba algo lejana de la aldea donde Tails y yo vivíamos.
Llegué después de unos segundos y... Ahí estaba ella. Con una larga melena y un vestido ajustado pero que la hacía ver dulce; me he quedado como idiota al detenerme y no decirle nada, solo verla embobado.
La eriza sonríe, sacándome de mis pensamientos. -¿Y bien...? ¿Ya estamos listos?- Me murmura delicadamente, mientras bajaba las escaleras de la entrada de su casa y apoyaba sus hermosas manos en mis hombros.
Solo asentí, para después cargarla entre mis brazos e ir corriendo a nuestro destino.
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-¿Un kiosko?- Cuestiona Amy a lo bajo, algo sorprendida por mi elección de cita. Aquel sitio tenía una mesa con uvas y más comida, como si fuera un picnic.
-¿Qué? ¿No te gusta? Tal vez fue demasiado romántico...- Susurré, quizá me había pasado. A lo que Amy me sonríe y me abraza.
-Es perfecto- Me dice en voz baja, para después darme un beso.
Ambos nos sentamos y comenzamos a platicar, mientras comíamos la comida que tenía preparada.
-¡La comida es deliciosa! ¿La has hecho tú?- Pregunta Amy mientras comía elegantemente un trozo de pastel de zanahoria.
-Así es, he sido más cuidadoso con la preparación pero, desde que volviste a mi vida... Quise dejar de envenenar a Tails con mi comida y aprender a cocinar- Sonreí forzadamente, haciéndome el tonto, cosa que le causó risa y ternura a la eriza.
Después de unas horas hablando y riendo, se hizo de noche.
No había viento esa noche, sino una leve brisa que hacía que nuestras púas se movieran ligeramente de su lugar.
-Quería darte algo.- Solté de la nada, a lo que Amy levantó rápidamente la mirada y me observó, extrañada.
Mientras ella me miraba, saqué una caja mediana, de color rosa pastel con blanco. -Ábrela- Susurré. A lo que ella hizo caso.
-No puede ser.- Murmuró de forma casi inaudible, antes de entrar en llanto. Eran todas las pinturas que me había hecho con cada cumpleaños que tenía.
-Pensé que todas estas pinturas ya no existían...- Amy miraba y pasaba su mano delicadamente por el marco de una pintura que había hecho el cumpleaños que se había ido de mi vida. Éramos ella y yo, donde yo parecía abrazarla fuertemente mientras tenía un anillo en su dedo anular.
-¿Recuerdas esa pintura, Amy?- La dije mientras la miraba fijamente con una expresión de amor infinito, a lo que ella asiente.
-Nunca te lo dije pero, esa pintura fue la más difícil de hacer para mí... Pensar que quizá sería la última vez que te vería parecía mucho para mí, así que hice esta pintura... Representando una unión permanente de ambos.- Murmuraba mientras veía la pintura con cariño.
-Pues... Ya no tienes que representarlo en pintura- Dije, antes de tomarla de las manos y levantarla de su asiento, para después ponerme frente a ella, de rodillas.
-Bueno, Amy Rose... ¿Quieres casarte conmigo?- Dije, mientras abría la pequeña caja con un anillo idéntico al de su pintura.
Sus ojos se llenaron de lágrimas, asintiendo una y otra vez con la cabeza, para finalmente abrazarnos fuertemente... Tal y como la pintura estaba hecha.
-Eres el amor de mi vida.- Dijimos al unísono, para después terminar la noche con un cálido beso.