devilish ; scream

03. billy & sidney.

capítulo tres:
billy y sidney.
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Cuando Olivia despertó esa mañana ya tenía a Billy Loomis en la puerta de su casa. La señora Tully le dejó entrar a desayunar con el resto de la familia, ofreciéndole algunas de las tortitas que había preparado. Había sido una visita temprana, pero ninguno de los padres pronunció queja aquel sábado. Tras enterarse de lo de Charlie, preferían que estuviera acompañada y se apoyara en sus amigos.

En la televisión pasaba la cadena donde daban las noticias. El padre de Liv negó con la cabeza, dejando la taza de café sobre la mesa. Aún subía el vapor, luciendo una elegante nube que demostraba que estaba recién hecho.

—Todavía no me creo lo de ese pobre chico —comentó. Su mujer le miró y asintió, tomando lugar junto a los demás—. Apuñalado hasta la muerte. ¿Qué clase de persona haría eso?

Billy se removió en su asiento, ganándose la mirada de su amiga. Luego llevó el tenedor con su pedazo de tortita bañaba en sirope de chocolate a la boca. No era un tema de buen gusto.

—Dewey dijo que se desangró en el jardín delantero —habló la hija de los Tully.

—Dios —murmuró Mike. Pestañeó un par de veces, removiendo los polvos de su vaso de leche hasta tintarlo de marrón—, yo he estado en esa casa.

—Lo que no entiendo es por qué siguen pasando esas imágenes. Deberían dejar a la familia tranquila.

—¿Deberíamos hablar con sus padres? —la madre de Olivia soltó la cuestión al aire—. Esta tarde me acercaré y les llevaré algo de comer. No creo que tengan ganas ni de cocinar. Yo no las tendría.

—No sé si eso les gustará —comentó Billy. Liv agachó la cabeza, hundiéndose en su taza. No estaba equivocado con su duda—. Hay ciertos rumores que... Bueno, no dejan a Livy en un buen lugar.

—¿Cómo dices, chico? —el padre de la fémina preguntó.

—Todos cuchichean por el pueblo. Que fuimos pareja y discutíamos a menudo. En el instituto no dejan de mirarme mal. Sé que piensan que tengo algo que ver.

—Olivia, tú no has hecho nada.

—Lo sé, mamá, pero algunos creen que sí.

Cuando la joven levantó el mentón tenía una expresión dolida. Había tantas cosas que escapaban de sus manos que era como si otro par la tuviera agarrada por el cuello. Le asfixiaba. A nadie le gustaba no tener el control sobre algo que era más grande que tú. La mano de Billy se colocó en su hombro, y dejándole un suave apretón, se acercó un poco. Su cuerpo dirigido hacia ella.

—Eh, Livy. Ya se demostrará que no fuiste tú. No te preocupes.

Olivia miró a su amigo. El otro tenía esa mirada que siempre le dirigía. Una cariñosa, de apego real. Loomis no mostraba eso a cualquiera. Ni si quiera se lo hacía ver a Sidney. Ellos llevaban juntos desde hacía tiempo, el suficiente para conocerse bien. Y aún así había cosas que no sabía de su chico. Se notaba en la forma en la que eran. El uno con el otro.

La castaña llevaba también muchos meses sintiendo cierta envidia de sus amigos. Ella también quería disfrutar de una pareja. Una que de verdad le quisiera y no le pusiera los cuernos con media banda de música del instituto. Y ahora, con todo ese jaleo, nadie querría tocarla ni con un maldito palo.

— o —

—Stu me ha invitado esta noche a una cita —habló Tatum. Olivia la escuchó atenta, al igual que Sidney. Las tres estaban sentadas en el porche de Tully, simplemente conversando. El sol comenzaba a caer lentamente—. Bueno, él vendrá a mi casa, pero me ha dicho que es una cita.

—Suena bien —añadió Liv.

Las dos chicas con pareja se miraron entre ellas, antes de centrar su atención en la tercera. Al percatarse de que el interés estaba en sí misma, miró a ambas. Preguntó qué pasaba, pero ninguna llegó a responderle. Preferían no sacarle el tema por el momento.

—¿Puedo preguntaros algo?

—Claro, Livy. ¿Qué pasa? —Tatum frotó la espalda de su amiga. La castaña agradeció ese cariño. Siempre le agradecía cualquiera de esos gestos.

—Estamos en el último año de instituto, y sigo sin encontrar a nadie para... Bueno, ya sabéis. Eso. Mi idea era perderla antes de ir a la uni. Ahora todos creen que soy una loca y va a estar incluso más complicado. ¿Me veo tan penosa como me siento?

—¡No eres penosa, Liv! Además, mira a Sid. Ella tampoco lo ha hecho todavía.

—Pero Sidney tiene a Billy. Solo tendría que decirle que sí y se acabó.

—No sé por cuanto tiempo más —murmuró la morena. Las otras dos chicas arrugaron sus expresiones—. Empieza a cansarse de que no hagamos nada. Y yo aún no estoy lista.

—No te dejaría por no follar, Sid —habló con seguridad Olivia—. Conozco a Billy lo suficiente como para asegurártelo.

—He visto que últimamente sois más cercanos que antes.

A pesar de que su tono no fue a malas, sonó algo brusco. Tatum se puso en alerta ante una posible escena de celos.

—Siempre lo hemos sido —dijo Tully. Cruzó los brazos por delante de su pecho, como defensa a sus palabras—. ¿Hay algún problema con eso?

—No, solo que... Bueno. No es importante. ¿Crees que puedas sacarle algo de información sobre lo que opina de no acostarnos? —una mueca preocupada se reflejaba en su cara.

—Podría intentarlo, pero ya sabes que no es de abrirse.

Olivia miró hacia el otro lado de la calle. Se sentía molesta. La conversación había iniciado con una cuestión suya, y en lugar de centrarse en Liv por una vez, el tema había vuelto a terminar en Sidney. Como siempre.

Detestaba ponerse en esa posición, con escudo. Le hacía verse como una mala amiga. Y quizá sí lo fuera. O quizá no. Tal vez era normal querer que se centraran en ella por una vez. No siempre en Prescott. Se pasó las manos por la cara y soltó un largo suspiro. Para entonces ya se adentraba nuevamente a su casa, tras despedirse de sus amigas.