"Te convoque, por favor ven a mi... no entierres los pensamientos que realmente quieres"
Nunca quise ser el rey, jamás lo hubiera escogido de haber tenido la posibilidad, pero el destino me tenía preparado un futuro lleno de soledad y oscuridad, sin...
Me encuentro sentado frente al escritorio revisando papeles y más papeles, pero miro el reloj como hago habitualmente a la misma hora para poder verla tranquila en el jardín leyendo uno de sus libros. Desde que Lisa descubrió que el jardín se encontraba frente a la ventana de mi despacho, suele acompañarme a la distancia mientras lee sus novelas de amor, ese amor que siento por ella, pero aún no me permito demostrarle.
Me levanto lentamente y me acerco hacia la ventana y como cada mañana soleada ella se encuentra ahí, apacible y hermosa como siempre, un libro viejo yace en sus delicadas manos mientras su cuerpo se balancea levemente en aquel columpio de madera, es hermosa, me repito mentalmente y solo por hoy me dejo llevar por mis sentimientos.
Cuando logro reaccionar, me encuentro frente a ella mientras se sigue meciendo con el viento, aún no repara en mi presencia y las ganas de huir vuelven a mí, pero las ganas de ver sus hermosos ojos me hacen hablarle por primera vez desde que nos conocemos.
- es hora del almuerzo – y dicho eso le di la espalda y caminé lo más rápido que mis piernas me permitieron, estaba temblando y me sentí como cuando le pedía algún favor a mi padre.
Llegué al comedor y los alimentos ya estaban servidos, me senté y traté de disimular mis nervios con la comida, cuando ella apreció por la puerta del comedor, vi la desilusión en sus ojos al haber empezado sin ella, pero no se imagina mi estómago como se encuentra en estos momentos, ni siquiera sé cómo estoy comiendo.
Después de aquella situación, me corrí a mi despacho y me senté con rabia en mi silla ya que me sentía débil y era algo que no me gustaba sentir, ese miedo que me recorría el cuerpo cada vez que mi padre hacia presencia en el lugar donde yo me encontraba siempre lo detesté, sin embargo, al calmarme sentí aquella calidez que solo Lisa me regalaba con solo mirarme. Recosté mi cabeza hacia atrás y me quedé dormido sin darme cuenta, al despertar me dirigí hacia nuestra habitación y nuevamente encontré sus hermosos ojos húmedos, aunque no los podía ver por completo en aquella oscuridad sabía que había vuelto a llorar por mi culpa y mi corazón se volvió a apretar en mi pecho, lo siento.
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