Terzo tenía la espalda contra la pared y estaba inmovilizado por Mercury. Llevaba un buen rato forcejeando y se percató de que estaba cansado como para seguir. Vio cómo el sacerdote apuntó finalmente la hoja de metal hacia él.
Con el corazón a mil por hora, supo que tendría que usar su último recurso. Se apoyó gravemente en el más alto, lo cuál lo tomó por sorpresa.
—Mercury, sé que no quieres hacer esto—Cuando sintió que el agarre se aflojaba, usó la mano para acariciarle el hombro —Porque te amo, te amo lo suficiente como para saber que no quieres hacerme esto.
—Ngh...¿A qué estás jugando?— Mercury no se atrevía a apartarse, pero bajó el puñal, porque sus manos temblaban.
—A nada—Jon acercó sus labios al del contrario, para sentir su respiración agitada antes de besarlo, y como era de esperarse, no hubo ninguna resistencia —Mis sentimientos son más que reales.
—N-no trates de confundirme, enano estúpido —Al final el demonio se enojó y acabó apartándose bruscamente del ex papa—¡¿Crees que puedes escapar a tu destino?!
—¡Mientras pueda lo haré!—Replicó Terzo—¡No lo dudes! ¡No llegué hasta acá para morir sin dar pelea!
—¡Entiende que debes morir por un bien mayor! ¡Por una raza!—Gritó Mercury, en un tono que se escuchaba más desesperado que otra cosa—¡Debo llegar a gobernar el Clero! ¡Así nuestra raza, los ghouls, al fin obtendremos los derechos que merecemos! ¿No lo ves?
—¡Tsk! ¡Ahí está la razón por la que son inferiores! ¡Eres el ejemplo vivo!
—Cállate. Tú no sabes nada, jamás sabrás lo que es vivir en carne propia nuestra experiencia, de estar encadenados a las decisiones de alguien más, y ser descartable como la basura—Lo miró fijo.
Y Jonathan le sostuvo la mirada sin decir nada, pero con una punzada de... ¿Dolor? Claro que sabía lo que era vivir como en una jaula, que era de oro, pero una jaula al fin. Lo usaron y deshecharon como si nada, nunca fue importante y nada de lo que hiciera nunca sería suficiente para darle algo de valor a su insignificante vida. Y por un lado, entendía el objetivo de Mercury, tal solo quería salvar a los suyos, pero ahora mismo, Terzo solo quería salvar su propia vida, ¿Qué importaba todo lo demás? Sí, a lo mejor era egoísta, pero nunca se le pasó por la cabeza cambiar eso.
—¡Oye! ¡Tú!—Los interrumpió un recién llegado, Copia—¡¿Qué haces aquí?!
Y el ambiente se volvió extremadamente tenso, pero Mercury parecía tener la guardia baja, y cuando se quiso dar cuenta, Terzo se dirigió a la puerta y se llevó al Cardenal agarrándolo del brazo. No podía creer que dejó que se fueran. Atónito, se arregló el traje y salió de la habitación caminando. Bajó las escleras y salió del hotel, viendo que el auto en el que habían venido los otros dos, ya no estaba, así que directamente fue al encuentro de Sulphur y Salt.
—Ehh, —Lo llamó Sulphur—¿No viste cómo se fueron?
Mercury no respondió nada y empezó a llorar.
—La tenías que cagar así ¿No?—Dijo Salt volteando a ver al otro ghoul.
—Volvamos al Ministerio, por favor —Les pidió Mercury sollozando—Mataremos a los hermanos mayores primero.
En el Ministerio, Swiss estaba con Omega, no porque lo conociera bien o lo considerara un amigo, si no porque sabía que el demonio de la quinta escencia era el más cercano a Terzo, y necesitaba saber lo que estaba pasando, ya le había contado todo. Trató de tener tacto, pero eso y un "No te vayas a asustar" no sirvieron de mucho.
Una gota de sudor bajó por el rostro de Multighoul, que miraba con los ojos desorbitados al mayor, que no se notaba a simple vista, pero su alma ardía de odio. Apretó las garras y mostró los colmillos.—¿Y cuándo pensaban decirme?—Gruñó Omega.
—Este... Mira, Viktoria y Giorgio no querían que te dijera—Le explicó Swiss, visiblemente nervioso —Por miedo a cómo pudieras reaccionar... Ahora entiendo por qué—«Tal vez no debí decir eso» Pensó.
—¿Eh? Y-yo, perdón—Omega agachó la vista —Es que, no podría tolerar que le hicieran daño a Jon... ¿Alguna vez te ha importado tanto alguien? Que... Apenas lo conoces y sabes que querrás a esa persona toda tu vida.
—Claro...—Casi se quedó sin respiración cuando un recuerdo llegó a su mente—Creo que todos hemos sentido eso alguna vez. Como sea, no le digas a nadie que yo te dije, me van a matar, jej.
—Descuida, no diré ni una palabra— Prometió Omega—Pero debes saber que si alguien intenta hacer algo en contra de los hermanos, no voy a quedarme de brazos cruzados—Así como la cola de un gato, su cola formó un gancho, estaba dando su sincero juramento.
—Comprendo—Swiss asintió—Y por favor, dime si ves algo raro.
—Por supuesto. ¿Quiénes saben?
—Viky, Giorgio, Elziet, tú, y ahora iré a decirle a Dewdrop.
—Está bien, cuídense, en serio. La hermana Imperator no se anda con juegos.
***
Luego de su torpe escape, Jonnathan y Raphael siguieron su viaje en auto, pues se dieron cuenta de que parar en un lugar fijo por tantas horas solo iba a aumentar las posibilidades de que los encontraran. Estaban en silencio, solo sonaba la radio, donde un tipo hablaba de relaciones familiares y cosas que a ninguno de los dos le apetecía mucho escuchar en este momento. El cardenal, que estaba al volante, le pidió al copiloto que apagara la radio. Después le preguntó la hora, era un poco tarde.
—Voy a parar un rato ¿Ok?—Avisó Raphael. Jon no le contestó, ni lo miró, pero tampoco es como si esperase una respuesta. Buscó un estacionamiento y una vez que detuvo el auto, apoyó la cabeza en el volante. Estaba exhausto—Jon, ¿Qué pasa?
Tardó un rato en responder, lo estaba pensando.
—Nada— Dijo finalmente —Te quería decir algo, pero no sé.
—Dime—Lo miró—Puedes decirme lo que sea, no voy a juzgarte.
—Pfft, no me asusta que puedas juzgarme, de todas formas—Se acercó al castaño, que se enderezó al notar esa acción—Gracias por preocuparte por mí. Y sabes, después de todo, no me pareces tan feo, y tampoco es tan mala la idea de dejarte tocarme—Le agarró la mano y la llevó a su cintura.
—¿Cómo?...—La cara de Copia se tinió de rojo. Él nunca fue tímido con esas cosas, pero sí era tímido con Terzo.
—Vamos, no veo que no quieras nada—Señaló con la mirada hacia abajo—Se despertó demasiado rápido ¿No te parece?
—Perdón, de verdad... —Rió nervioso—No era mi intención.
—No te disculpes, rata estúpida—Le bajó el cierre del pantalón.
—¡¡E-espera!!—Exclamó el hijo de Imperator— ¡¿De verdad vamos a coger?!
—Tch—Se acercó y le susurró al oído—¿Qué crees?—Le besó el cuello y luego se subió a sus piernas.
—Ngh... Oh, no...
—Oh, sí—Le acarició el cabello gentilmente—Ahora relájate.
Copia asintió con la respiración ya agitada, sintiendo cómo Terzo se acercaba a sus labios, los acariciaba y besaba, maldición, no esperaba que usara la lengua, pero ahora solo podía estar a su merced, esperar estar en él de una vez y que los vidrios se empañaran.