‹ 01 ›

693 60 7
                                    


El joven príncipe se encontraba en medio del pueblo merodeando por cada rincón de éste. Era un día bastante tranquilo, el cielo estaba despejado pero no había mucho sol, no hacia ni calor ni frío. Para el príncipe Lee, era un día bastante bonito.

— ¡Jeongin! — Saludó a su amigo omega, haciendo que este diera un leve respingo en su lugar.

— Hey, MinHo, ya habían pasado dos samanas. Pensé que te habían llevado al Reino Shin o Kim para casarte con algún omega o encerrado en el calabozo. — Bromeó mirando a su amigo con una sonrisa. Lo había extrañado.

— Tan temprano y tan gracioso, ¿quieres una moneda de oro a cambio de otro chiste, payaso Yang? — Espetó viendo al menor con una sonrisa sarcástica. — Y no, no estuve ni en el calabozo, ni en ningún otro Reino gracias a la Diosa Luna, sabes que guardo mi corazón para mi destinado. — Dijo tomando su pecho entre ambas manos. Riendo al ver que consiguió que su joven amigo se disgustara, Jeongin poco gustaba de ser tan expresivo en cuanto al amor. — Solo que tuve un montón de exámenes con los viejos esos en el castillo, no me daba ni tiempo de comer. —

— El precio de la corona. — Exclamó palmeando el hombro del alfa, para luego tomar agarre de este y así tomar el impulso de levantarse del piso.

— Ya cállate, omega pulgoso, alguien te podría escuchar y hasta ahí llegó mi poca libertad. — Dijo mientras fingía leves escalofríos. Sinceramente, odiaba el hecho de sentirse tan oprimido por una boba corona.

— Quiero una galleta de avena. Comprame una, ¿si? — Pidió a su amigo ignorando lo dicho anteriormente. Si quería esa galleta debía callarse.

— No. — Dijo con una cara seria hacia el menor, sabía que lo hacía a propósito.

— Alfa mugroso, ni quería nada de tí. Vete con tus monedas sucias al pozo de lodo. — Exclamó empujando al alfa sin mucha fuerza, insitando a que se alejara.

— Esa no es la forma de hablarle a tu futuro Rey. — Dijo cruzándose de brazos, fingiendo molestia y ocultando sus ganas de reír al ver la cara de indignación de Jeongin.

—¿¡Ahora si eres mi futuro Rey!? Métete tus monedas y cara de príncipe por el- — Sus palabras, o mejor dicho casi gritos fueron interrumpidos por un alfa de baja estatura llegando en el momento.

— Minho. — Llamó el alfa tratando de recuperar el aliento, puesto que había recorrido medio pueblo buscando al alfa pelinegro.

— ¿Si, Changbin? — Respondió MinHo volteando hacía su guardaespalda y, mejor amigo con una sonrisa debido al drama anteriormente hecho por Jeongin.

— La Reina lo está buscando por todo el castillo. — Le hizo saber al Alfa real.

— Uy, creo que si debí avisar. — Dijo soltando una risita al final. — Como sea. Debo irme, Jeongin. — Anunció volteandose de nuevo hacía su amigo omega.

— Adiós, princesita rosita. — Soltó con burla. — Que esta vez sean tres semanas, por favor. — Dijo con malicia hacía su Hyung.

— Ya cállate. Me voy. — Finalizó para luego irse con Changbin hacía donde estaban los caballos amarrados. — ¿Crees que sea porque no avisé y es por algo malo que mamá me llama? — Preguntó a su amigo alfa mientras ponía sus manos dentro de su pantalón.

— ¿Quieres que te sea sincero? — El alfa puro asintió viéndolo atentamente. — Se veía como algo importante pero a la vez normal. — Le hizo saber alzando sus brazos en signo de confusión. Para luego montarse a su caballo y avanzar siendo seguido por el príncipe.

MinHo y Changbin se conocían desde hacía años, específicamente cuando ambos tenían 15 y 17 años, haciendo que al pasar de los años se forjara una amistad, haciéndolos más cercanos.

¿Intocable?  | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora