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Luego de haber revelado su hipótesis a su madre, Minho se sintió morir. Una corriente parecida a la electricidad recorrió si cuerpo, no por miedo, la relación que tenía con su madre era grandiosa, ella le apoyaba en todo y velaba siempre por su bienestar y felicidad. Amaba de sobremanera a su madre.

No sentía miedo, solo estaba nervioso a que le diría.

— ¿Estás seguro, Min...? — Preguntó un poco insegura, más seguía teniendo mucha felicidad en su interior  por su hijo.

— Estoy casi seguro, mamá... Es decir, él es maravilloso, es el Omega más hermoso y encantador que he podido conocer. Mi lobo y yo nos volvemos locos cada que sentirnos su aroma o lo tenemos cerca. — Suspiró al recordar al omega de rechonchas mejillas. — siempre que tengo algún mínimo roce con él siento como una corriente eléctrica, y siento la necesidad de querer cuidarlo siempre, ¿sabes? — expresó para mover su vista que estaba en sus manos debido a lo tímido hasta su madre omega, quien le veía con ojos amorosos.

Sabía que su madre no se enojaria con él por el hecho de tener que romper la trata con el rey Choi, sabía que su padre  mucho menos, sus padres lo amaban y querían lo mejor para él, lo sabía. Además, cabe recalcar que ellos, como la vez anterior, habían charlando y llegado al acuerdo de que si Minho llegaba a conocer a su predestinado, él se uniría a él para así ser uno solo y complementar a sus lobos, siendo que sus padres y él quedaron de acuerdo.

— Estoy tan feliz que de por fin lo hayas encontrado, cariño. Mi cachorrito hermoso ha encontrado a su otra mitad... — expresó con los ojos cristalizados, y si no fuera por su aroma a felicidad, Minho estaría preocupado. — Dime como es él. — dijo limpiando las traviesas lágrimas que habían salido de sus orbes marrones. Estaba tan feliz de que su hijo encóntrara al cual sería el amor de su vida si la diosa Luna lo permitía, sabía cuan importante era para su cachorrito su destinado, y el saber que ya había pasado con su cachorrito hacia que su omega madre aullara contenta.

Le regaló una sonrisa feliz a su madre, la cual fué correpondoda en su totalidad. — Se llama Jisung, Han Jisung y es un omega totalmente adorable, mamá. Cuando lo conocí pude sentir su aroma aunque no estuviera cerca de mí, y cuando lo vimos, mi lobo y yo quedamos maravillados. ¡Es tan bonito! - Chilló emocionado, para luego caer en cuenta de su actitud y acciones, haciendo que carraspeara su garganta para luego tomar una mejor postura, mirando la mirada divertida de su madre. — Y bueno, lo conozco hace un mes aproximadamente.

— ¿Y donde lo conociste? — Indagó más, interesada.

— En la panadería del viejo Kang. — soltó un gruñido involuntariamente al recordar en las circunstancias en las que Jisung y él se tuvieron que conocer.

— Veo que no te agrada ese tal Kang, pero te daré tu espacio. — Dijo para levantarse de la cama donde estaba sentada para acercarse hasta el único alfa dentro de la gran habitación para abrazarlo. — Estoy tan feliz por tí, Minho. Realmente espero que la diosa Lima les permita ser felices y los bendiga en abundancia. — se confesó a la vez que acariciaba el cabello oscuro del alfa puro, mientras lagrimeaba feliz. — Debemos hablarlo con tu padre para así poder  romper el tratado con el Reino.  — informó. — espero conocer a ese bonito omega pronto. —

— Claro y muchas gracias mamá. — agradeció más que felíz, y su aroma lo resaltaba. La habitación estaba hinundada de un fuerte aroma a felicidad, y no era para menos. La madre omega estaba feliz por su hijo y su destinado, y Minho estaba feliz porque su madre lo había aceptado sin problemas.

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Luego de haber pasado esa terrible experiencia que, a decir verdad ya estaba algo familiarizado, se hartó.

Jisung se encontraba buscando sus cosas más necesarias y ropas más decentes junto a sus ahorros que tiene y reúne desde hace un tiempo ya, se iría definitivamente, a un lugar donde no esté ni su padre, ni los tormentos de sus vecinos pueblerinos. No se sentía angustiado, o no tanto, más angustia pasaría si se quedaba otro dia más en ese lugar que tenía que llamar casa por obligación

Él simplemente quería un vida tranquila, era jóven y le faltaba mucho por vivir, más se sentía desvanecido y desgastado. No iba a premitirse gastar su vida en un Reino donde solo era humillado y maltratado. No importaba si en otro Reino era igual, solo quería alejarse de su terrible “familia”.

Una vez consideró estaba lo suficientemente listo para irse, se acercó a la mesita que tenía cerca de su cama tomando su libreta para seguidamente arrancar una hoja de ésta, tomó su lápiz y plasmó su sentir en ella. Hacía lo correcto, pensaba.

Pasados unos minutos acabó, tomando la carta en mano y poniendo su bolso en su delgada espalda abrió la puerta de su habitación con el mayor cuidado posible, quería tener una escapada silenciosa.

Una vez logró salir le echó un último vistazo a su habitación; su habitación que desde siempre fue su refugio, ahora la dejaba y para siempre. No había alternativa.

Cerrando la puerta con igual cuidado fué a la cocina para tomar un par de cosas para su camino, sería largo y no quería desmayarse a mitad de la nada por la falta de nutrientes.

Listo todo, salió de su “casa” para encaminarse hacia la casa del señor Kim, su jefe y pronto ex-jefe.

Aún era relativamente temprano y seguramente el viejo beta se encontraba despierto aún contando las ganancias de la semana.

Pasados unos par de minutos cambiando bajo de oscura noche y brillante luna, llegó a la casa del señor Kim, tocando dos veces la puerta quedando a la espera.

Escuchó un ruido en la puerta para luego ver cómo está se abría mostrando a un beta con cara de sorpresa.

— Han, no te esperaba, ¿que te trae por aquí? — se sinceró, el omega nunca había ido hasta su casa.

— vengo a renunciar a la zapatería, señor Kim. Y a pedirle que si mañana llega un alfa con olor a chocolate llamado Minho al local, le dé esto por favor. — Dijo sacando la carta de su chaqueta para extenderla hacia el mayor, el cual con cara de duda la aceptó.

— Es una pena que renuncies, Han. Pero lo respeto, ¿puedo saber por qué? Si no es molestia. —

— Me iré del Reino pero nadie lo sabe, aparte de ahora, usted. Le pediría que guarde el secreto por favor. — Dijo cabizbajo.

El señor Kim era de los únicos que le trataban bien, él y la señora Rin dueña de la costurería de la cual renunció hacía pocos días. Ellos sabían las feas vivencias que experimentaba el joven omega, por lo cual le comprendieron.

— seré una tumba. — hizo el amague de cerrar un cierre invisible sobre su boca, y luego tirar la “llave”, para después  sonreírle al omega. — ten un bien viaje y espero que sea donde sea que vayas, tengas la vida que mereciste siempre. Cuidate Han, eres un buen muchacho. — exclamó despeinando un poco los cabellos castaños del jóven.

— Gracias señor Kim, cuídese mucho y trataré de visitarle un día. — culminó dando una reverencia para así marcharse, tenía un largo camino por recorrer.

Caminó y caminó bajo la luna hasta salir por completo del Reino y fijarse de lo lejos que se encontraba, estaba decidido ya, se iría, o más bién, se fué.

Dios, ¡muchas gracias por el apoyo! 💞

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Dios, ¡muchas gracias por el apoyo!
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¿Intocable?  | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora