03: Confesarse

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La cena fue realmente incómoda. Todos estaban en la suya mientras la familia real conversaba sobre los logros de la primera princesa. Haberon hablaba con su madre quien parecía haber llorado, Benela soltaba algún comentario lleno de veneno entre medio siendo rápidamente detenida por la princesa, Kamal parecía metido en sus propios pensamientos al igual que su hermano mayor. No habló durante ningún momento de la cena, simplemente se dedicó a comer y a rezar. Comer porque tenía hambre y debía nutrir su hermosísimo cuerpo y rezar porque tenía mucho por lo cuál confesarse ante dios.

—Emperador Stefano podría no rezar durante los momentos de la comida es ofensivo para nuestro dios Astotelia—ordenó el emperador olvidando su posición ante el tirano.

—Creó que ha olvidado la posición en la que se encuentra el lado este de su ex nación...Yo no dejaré de practicar mi religión aunque un reino superior o en este caso inferior me lo ordene—hablo sin separar sus manos de su rosario.

Los presentes parecían enojados ante tal falta de respeto pero sabían que no tenían poder alguno ante la palabra del tirano.

—Además, no creó que le importe mucho, es decir, se ha pasado toda la cena adulando a su hija y besando los pies de su esposa. Creó que no es de suma molestia mis propias creencias-Benela escondió su sonrisa de triunfó con su abanico.

—Dios ¿este hombre podría ser incluso más frío?—pensó Ariana—Aun que es tan lindo—su mirada pasó por sus facciones de manera casi ofensivamente morbosa.

—Quería también hacer una petición, aprovechando que tengo su atención—se santiguo y cruzó los brazos—quiero entrenar personalmente al primer príncipe, Bavilo de Sacramise en el manejo de la espada y demás cosas necesarias para un digno heredero. Veo que no han invertido mucho en su educación—habló mientras recordaba cómo había visto casi todas las clases mediocres que le daban al príncipe comparadas a las de la princesa.

—La educación de mi hijo no es su tema, emperador Stefano. Yo sé cómo educó a mis hijos—el emperador más joven se levantó y apoyó sus manos en la mesa.

—Más bien como se educa su hija, es más, apuesto cinco monedas de oro que apenas sabe quienes son y qué reputación tienen los maestros de su hijo Haberon o cual es la materia que mejor se le da a su hijo Kamal o como las prácticas de esgrima del príncipe no le sirven ya que jamás vieron cómo sostener bien la espada en las diferentes posturas—enumeró mientras el emperador parecía querer responder pero se callaba ante la poca sabiduría que tenía en esos temas—Usted está tan enfocado en su hija que no se da cuenta de nada más. Ni siquiera de cómo estaba viviendo la parte este de su propia nación.

Ninguno dijo nada y el tirano miró al doncel mayor que escondía una pequeña sonrisa en su copa de vino y volvió a rezar.

—Concedo su petición—soltó el emperador para llevar un pedazo de carne a su boca.

—Eso creí—dejó de rezar y tomó su copa de vino para darle un par de sorbos.

—Stefano le da honor a su apodo de emperador tirano. No siente remordimiento ante nada ni nadie. Según se rumorea no sigue ni sus propias leyes y es bastante violento—pensó Bavilo mientras miraba como este daba las gracias por la comida y se iba. Poco después la princesa lo siguió y más tarde el mismo.

—Emperador ¿Usted desea casarse conmigo?—preguntó la princesa con un tono como si tuviera ya la respuesta.

—No realmente, en los pocos días que llevo conociéndolo me parece una persona demasiado...infantil y lujuriosa—pensó mirándola de arriba a abajo—pero según mi Dios debo de casarme para reinar junto a alguien y Arbezela es una buena opción ya que la magia fluye y está lleno de riquezas en su capital—siguió en sus pensamientos para impaciencia para la princesa.

—Realmente no la conozco demasiado—habló suavemente—así que realmente no lo se—tomo su mentón para que levantara la mirada, porque si había algo que odiaba más que a su padre era que la gente mirara para abajo en vez de a él. Luego se fue caminando—aunque su hermano no está tan mal—movió rápidamente la cabeza. No estaba en sus creencias gustar de un hombre por lo que temía pecar ante los ojos del doncel—maldito seas Bavilo—frotó sus ojos. Al menos no pasarían de ser simples cuñados.

—¿Amigos?—preguntó levemente sorprendido el tirano

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—¿Amigos?—preguntó levemente sorprendido el tirano. El príncipe sonrió mientras tomaba una toalla para secarse el sudor del entrenamiento.

—Si, amigos. No tengo muchos y pareces ser...dentro, muy adentro de ti una persona buena. Así que ¿Quieres ser mi amigo?—alzó su mano mientras el otro reía ante él.

—Dios, es demasiado lindo...Tal vez si soy su amigo dejaré de sentir esta atracción tan pecaminosa—pensó mientras el otro casi lloraba de los nervios—Claro. Me encantaría—tomó la suave mano del doncel y sintió el impulso de volver a su país para confesarse.

—Muchas gracias, emperador Stefano, usted es una gran persona...en el fondo—dijo mientras miraba a su hermana acercarse con una mala cara hacía ellos.

—Buenas tardes, emperador Stefano y príncipe Bavilo. Los saluda Ariana de Sacramise, la primera princesa de Arbezela—hizo una reverencia a la par de ambos hombres. La fémina notó rápidamente la forma en la cual el emperador miraba al príncipe y cómo toma su cruz que colgaba en su cuello, sintiendo su sangre hervir—Me encantaría poder cenar junto a usted esta noche, emperador Stefano—el emperador pareció dudar pero con una rápido mirada al príncipe...

—Me encantaría, princesa—beso sus nudillos mientras el primer príncipe los miraba cansado—me despido, debo de atender un par de asuntos con mi secretario—sin más se dio la vuelta mientras ambos hermanos bajaban sus falsas sonrisas y se miraron mal.

TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora