Migraine [DkBk] PAUSADA

III

El corazón de Katsuki seguía marcando pasos fuertes en su pecho y pensó que estaba siendo el único en poder escuchar lo que en realidad no quería sentir.

Mientras caminaba hacia los edificios de los departamentos volvió a recapitular lo que había sucedido unos minutos atrás. Detuvo sus pasos al recordar que había tirado su café, "¿Pero iba a regresar a casa con un cuadro?" Trato de analizar la pregunta en su mente para recordar que estaba viviendo en la realidad y no un sueño.

Al llegar al departamento, Masaru estaba acomodando sus cosas para ir al trabajo. Pero se llevó una sorpresa al ver un cuadro con un retrato de su hijo. Estaba sorprendido y por la emoción se llevó una mano a su boca tratando de cubrir la risa que estaba apunto de soltar.

-No empieces alfa, ni yo mismo tengo idea de lo que acaba de suceder- escupió con molestia mientras dejaba el cuadro recargado en una pared, cerca de la puerta.

Por la sensación nerviosa decidió guardar sus manos en los bolsillos y esconder su mirada en las líneas del suelo.

Masaru no podía seguir guardando la compostura y comenzó a reírse mientras se acercaba a tomar el cuadro para observar todos los detalles de cerca. Pero se terminó su alegría cuando vio a su cachorrito dibujado hasta el pecho desnudo, se sintió ofendido. Y esas flores naranjas dejaban una sensación exótica al ojo del buen espectador. Levantó las cejas para disimular los indicios de confusión que sentía.

-¿Quién te hizo este dibujo?¿No ibas a salir solo por un café? -preguntó sin lograr disimular su molestia.

-Fui acosado por un omega en la calle que al parecer es artista y le ha llamado la atención mi aroma -empezó a explicar lo poco que había entendido sobre lo sucedido -Trate de hacer lo posible para que se alejara de mí, pero fue todo lo contrario, me comenzó a seguir y al final me entregó el cuadro... es- Katsuki no terminó de contar su historia cuando comenzó a sentir que Masaru estaba preparado para sacar su próximo movimiento.

-¿Quién es?- preguntó el mayor con su voz pesada que se alcanzó a escuchar casi como un gruñido.

-¡Es un niño papá! Yo creo que tiene 16 o 17 años -calculó -Sabes que no es bueno ser amigo de un omega... porque son los que menos aguantan mis feromonas -balbuceó ante el cuestionamiento de su padre -¿Tan siquiera es bueno ser amigo de un mocoso? Sólo se me acercó...

Mientras Katsuki intentaba explicar toda la historia del por qué llegó con un cuadro tan precioso, el castaño comenzó a olfatear el olor que se formó en ese instante. Katsuki estaba nervioso pero también emocionado, trataba de ocultar algo con su agresividad, la misma forma de sobrellevar las situaciones vergonzosas que aprendió de su madre.

El alfa se estaba perdiendo entre sus recuerdos nuevamente, volviendo a revivir a la mujer alta y dominante. Pintada como una muñequita o una increíble modelo, o tal vez las dos cosas. Sus mejillas rosadas cuando tenía buenos días y sus largas pestañas que parecían los rayos de la luna en su más brillante fase. Su cabello amarillo también como la luna de queso. Su silueta se componía de un brillante astro de placer tan ajeno al mundo al que pertenecían, porque él se preguntaba cómo había logrado capturar la atención de aquella mujer tan...brillante. Esa mujer parecía estar ilustrada tan bien en su mente, aunque tener algún cuadro de ella como la descripción que siente cuando la imagina, se le hacía completamente necesario.

-¿¡Me estás escuchando viejo!? -gritó al ver cómo el mayor estaba perdido en sus pensamientos -¿No verdad? Otra vez te fuiste a sepa la chingada y me dejaste hablando sólo -Katsuki golpeó las manos en la mesa dejando un gruñido seco de enojo. Le quitaron la inspiración más importante de su día.

-¿Crees que esa persona pueda hacer una pintura de tu madre? -soltó aún sin prestarle atención.

Katsuki se iba a negar un momento pero después se quedó perplejo cuando vio llorar a Masaru. Guardó silencio, esperaba que ahora el alfa fuera quien comenzará a hablar porque el ambiente se había vuelto un desastre. También el silencio se estaba volviendo incómodo para el cenizo.