VIII

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—Me perteneces, Kacchan…

“¿Cómo puede ser posible que un corazón como el tuyo pueda amarme tanto?”, se preguntó Katsuki cuando escuchó la palabra ‘pertenecer’ en la oración de Izuku. Y también comenzó a llorar.
 
Pero el peliverde no se veía realmente emocionado por mencionar esas palabras. Por dentro sentía la marea ahogando sus emociones, sus miedos y sus inseguridades. Todo lo quería esconder debajo de la superficie para poder fingir que era un “alfa fuerte”.

El sentimiento azul comenzó a llenar la habitación como si hubiera un océano entre ellos, no estaba seguro de ser un buen alfa para el cenizo.

—¿Qué tienes? Responde —se trató de incorporar hacia el menor, estaba muy embriagado con las feromonas, pero todavía le quedaba una pequeña parte consciente.

—Desearía ser un alfa… más fuerte.

—No importa lo que eres, te voy a querer de la misma forma —sonrió levemente —De hecho, aun con el pensamiento erróneo de que eras un omega, te estaba comenzando a querer. Desearía poder cambiar la forma en la que te percibes… ¡Pero siempre cambias el tema!

—Tu cara roja parece un albaricoque.

Katsuki suspiró pesado y se volvió a tumbar, rendido, en la cama. Estaba hiperventilando y su cuerpo seguía enfriándose de nuevo. A pesar de sentir todo, se comenzó a reír.

—¿Por qué un maldito durazno? —podría ser un mango o una fresa, pero no importaba.

Tomó del chaleco a Izuku y lo acercó para darle muchos besos en su cara y morder sus mejillas. Se comenzaron a besar, al principio fueron besos tiernos, suaves, compasivos. Luego eran más desbordantes de deseo y anhelo. Cuando se separaron, no le dio tiempo a recuperar el aliento. Giró su rostro de forma bastante torpe para dejar expuesto su cuello y así permitirse dar mordiscos en toda la zona.

—D-Deku… —su intimidad estaba lubricada y debido a la sensación, no podía evitar soltar leves gemidos.

Su playera fue levantada y su pecho fue amasado con brusquedad. Las mordidas seguían llegando, pero ahora no solo en su cuello, se habían extendido por todo su abdomen.

—Carajo —masculló entre gruñidos y volvió a besarlo mientras le arrebataba las prendas inferiores.

Sus gemidos eran ahogados por la boca del menor.

—¡Ah! —lo separó con rapidez, un par de dedos estaban en su interior de forma repentina. Porque Izuku quería terminar pronto con ese fuego que había comenzado a destruir todo su interior.

Se sentía adormecido y no tenía fuerza de voluntad para detener al menor. Este último aprovecharía la oportunidad para ver más allá de lo que se había imaginado, además de tocar, claro está. Sus dedos eran succionados con fuerza, podía sentir la viscosidad del lubricante natural que estaba produciendo el omega. Su corazón bombeaba sangre con rapidez, hasta que su miembro estaba completamente despierto. La idea de meterlo en ese estrecho agujero lo estaba volviendo loco.

La humedad en el ambiente era sofocante y las feromonas de ambos estaban ahogando el poco raciocinio que les podía quedar. Izuku, sin desprenderse de su propia ropa, bajó el zipper de su pantalón y liberó su miembro.

Katsuki tembló ante la expectativa, pudo sentir cómo el pecoso empujaba contra él, abriéndose paso en su interior. Gimió con fuerza y enterró sus uñas en la espalda del más bajo. No tardó en recibir la primera embestida, su punto dulce era golpeado con fuerza y los colmillos del alfa estaban encajados en su hombro.

El departamento se había llenado de gemidos, gruñidos y el sonido del choque de pieles, de un momento a otro.

Izuku estaba disfrutando como nunca, sentir el efecto calor que provocaba el lubricante y cómo la cavidad apretada y húmeda lo succionaba era indescriptible. Los jadeos que soltaba su mayor eran dulces y delicados, era fantástico escucharlo de esa forma. Después de tantos gritos e insultos de su parte, tenerlo debajo de él de esa manera daba una satisfacción inmensa.

Migraine [DkBk] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora