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Katsuki estaba enfrente de su puerta, le estaba por mostrar su casa a un desconocido y no se sentía preparado. Se preguntó si habían limpiado bien la casa o si Masaru no dejó el canasto de la ropa sucia en la sala, cuando su padre tenía un mal día la ropa a veces tenía un olor a leche agria. Por una fracción de segundo se le olvidó lo que estaban haciendo ahí, hasta que la vocecita pausada llamó dentro de su cabeza.

—¿Kacchan quieres que te espere aquí afuera? —se escuchó con suavidad.

—¡No! —negó de inmediato —Solo estaba… agh— Katsuki comenzó a buscar las llaves del departamento, pero no encontró nada en sus bolsillos.

Era momento de bajar de su espalda a Izuku para buscar la llave debajo de algunas macetas con plantas muertas que estaban afuera, pero no había ninguna llave. Observó atónito a su compañero y pensó en su último método: era entrar por la ventana de su cuarto.

—Tengo frío, Kacchan.

Katsuki tenía un poco tibias sus manos y volvió a tocar la cara del niño, estaba sudando frío. No era una buena señal que Zuzu con demasiada temperatura quisiera cobijarse.

—Espérame aquí, ahora vuelvo —ordenó.

Kacchan salió del pasillo corriendo hacia el otro lado del departamento para entrar por la ventana. Estaba agradecido con la vida de que vivieran en el primer piso y las ventanas siempre permanecieran abiertas. No podía entrar por el comedor porque ahí había muebles con algunas cosas encima y no quería romper nada.

Llegó a la ventana de su habitación y comenzó a poner una pierna para intentar pasar del otro lado. No iba a ser difícil, ya lo había hecho varias veces. Cuando entró en su habitación comenzó a quitarse el abrigo. Dejó los guantes de Izuku en su escritorio y entrecerró la puerta de su habitación.

Pero Izuku estaba desesperado. Sentía mucho dolor en sus piernas y no quería seguir de pie esperando. Se acercó a la puerta y recostó su cabeza en ella, tratando de sentarse en forma de ranita.

Escuchó bastante movimiento en el interior del lugar, hasta que la cerradura de la puerta comenzó a girar. Se estaba sintiendo molesto por nada. Cuando se abrió la puerta intentó observar el interior con curiosidad. Pero una ráfaga de viento le causó otro escalofrío.

“¿El departamento no era un lugar cálido?”

—¡Izuku! ¿Qué estás haciendo? El piso está frío —Kacchan levantó al menor del suelo.

Él también estaba un poco molesto porque se estaba comportando muy raro. Parecía que sus ojitos en cualquier momento se iban a cerrar o su vista estaba un poco perdida.

Lo llevó al sofá, cuando llegó ahí, lo soltó y lo dejó caer. Parecía que estaba soltando un costal viejo, necesitaba que no se fundiera ante el cansancio antes de tomar el medicamento. Después comenzó a buscar pastillas en un cajón del mueble donde estaba la televisión.

El corazón del cenizo comenzaba a bombear con fuerza, nunca se imaginó lo pronto que iba a cuidar de alguien. Es bastante trabajo, pero la sensación de alivio al estar cerca de la solución lo hacía suspirar con tranquilidad. Se acercó a Izuku con el medicamento y le pidió que abriera la boca.

El pecoso solo mostró un poco su lengua y el oji rubí intentó poner la pastilla. Le quito el gorro y la bufanda, también trato de quitar los botones de su abrigo. Hasta que se dio cuenta de lo que estaba haciendo, le estaba quitando la ropa y no le había preguntado si lo podía hacer. Se sintió culpable, pero sus ojos se quedaron atascados en la carita del menor cuando vio que este tenía sus párpados cerrados, su boca entreabierta intentando inhalar y exhalar como si esa acción fuera útil para regular su temperatura.

Migraine [DkBk] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora