∴═════ ✥.❖.✥ ═════∴
Aidan G.
∴═════ ✥.❖.✥ ═════∴Supongo que recordarán la anterior historia, esa en la que aquel chico de increíbles ojos verdes me dio una exquisita noche en sus brazos, pero la verdad es que no fue solo una noche. Fue una semana completa, una semana en la que ese nombre no paro de hacerme sentir suya.
Aún recuerdo el amanecer de la primera noche y mi impresión al ver que amanecí en su cama con sus brazos al rededor mío, sus besos al despertarme y la manera en la que volvimos a hacer el amor. El como nos encerramos en la habitación de su hotel y olvidamos todos nuestros pendientes solo por estar al lado del otro.
Nuestra despedida a la luz de la luna.
— Mañana deberé volver a casa - anuncio con pesadez con sus manos sobre mi cadera — No quiero volver a casa.
— Tranquilo, sé que tiene que ser así — levanté mi rostro y lo mire fijamente mientras mis labios bajaron y dieron un beso en su pecho — no te pediré que te quedes, no sabiendo que fuera de esta semana en la que la hemos pasado también somos unos completos extraños — subí mis pequeños besos a su cuello — solo disfrutemos de esta noche, tal vez nunca más nos volvamos a ver... Hazme sentir amada...
Recuerdo esos momentos con pasión, fueron lindos encuentros con un hombre el cual me hizo sentir como una reina durante unos días.
Pero nada es eterno y el día de su partida llegó, sabía que probablemente nunca lo volvería a ver así que momentos antes de que dejara mi tierra le di el beso más intenso y apasionado que pude darle.
El se fue con la promesa de que volvería, pero sabía que no era verdad. Nuestro encuentro fue algo tan especial que es de esos momentos que solo pasan una vez en la vida.
Yo le di aquel beso que con el que espero me recuerde siempre, él por otro lado me dejó algo muy diferente aunque igual también haría que siempre lo recuerde.
— Buenos días mami — mi pequeño hijo dejo un beso en la punta de mi nariz.
Sonreí con sin abrir mis ojos — Denis, no son ni siquiera las 7 de la mañana y es domingo, duerme un poco más es muy temprano sugerí abrazándolo a mi lado esperando duerma conmigo aunque sea una hora más.
— Pero ma — se quejó y se removió de entre mis brazos — prometiste que hoy harías panqueques —.
Solté un suspiro y renuncie a la idea de dormir un poco más — Bien pequeño, tu ganas — bese su mejilla — ve a la sala y enciende la tele, ahora mismo voy a empezar a cocinarlos — escuché su infantil risa y lo solté para que saliera de la habitación.
Mi hijo y yo habíamos sido uno desde que supe de su llegada. Sí bien mi vida anterior no era completamente mala, la noticia de la llegada de Denis fue algo que marcó un rumbo en mi alocada existencia, él llegó y me mostró que no estaba destinada a estar sola, que él era ese ser al que podía darle todo mi amor sin miedo a que algún día me lastime.
Yo nunca le comente nada a Aidan, ni siquiera trate de buscarlo, no tenía miedo a que rechacé su paternidad y niegue las noches que pasamos juntos, sin embrago sentía pánico del solo pensar en que Aidan conociera a Denis y se enamorará de él.
Porque ¿Quién no se enamoraría de Denis?
Mi hijo era el ser más adorable y el solo pensar que tendría que compartir su amor con alguien más era algo que mi egoísta corazón no permitía.
De por sí Aidan tenía una gran ventaja sobre mí, fuera de tener dinero supongo que él tenía más que ofrecerle a mi hijo que todo el amor que yo pudiera darle, eso sin contar con mi desordenado pasado del cuál ahora que soy madre, no me enorgullece.