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Aida G.
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Sentía mi cuerpo extremadamente cansado, estaba en prácticas para el examen de admisión a la escuela de medicina. Ni siquiera había entrado a la carrera y ya sabía que esto me iba a sobrepasar.
Ya eran las 11pm de la noche, estaba en el autobús para volver a casa, mira mi teléfono y en el había un mensaje de mamá.
— Aidan, deje tu cena en la nevera... Yo trabajaré durante la madrugada, cuida a Connie...
Se me escapó una sonrisa al leer lo último, era imposible cuidar a Constanza, ella era tres años mayor que yo, pero era tan inmadura como una niña de 6. Aún así con todo y sus defectos, yo la quería.
Connie era la persona con la que podía ser yo mismo, simplemente olvidarlo todo y divertirme.
Al llegar a mi parada baje del autobús y caminé unas casas hasta llegar a mi hogar, saque mis llaves y así como mamá dijo mi cena estaba en la nevera. No me tomé la molestia de ver que era, pues estaba tan cansado que no tenía energías ni para comer.
Subí las escaleras directo a mi habitación sin esperar ver lo que ví apenas abrí la puerta.
Mi quería Connie, completamente desnuda en mi cama. Di un suspiro al posar mi mirada sobre sus glúteos los cuales resaltaban por la posición en la que estaba, al estar boca reposando su cabeza sobre sus brazos, parecía un lindo angel moreno sobre una nube de sábanas blancas.
Un pequeño quejido proveniente de ella me hizo quitar mi atención de sus nalgas, poco a poco Connie se levantó de la cama y camino hacia mi para besar suavemente mis labios.
— Constanza basta — susurré alejandola.
— ¿Qué? Alexa no está, tiene guardia en el hospital y no volverá hasta mañana por la mañana — paso sus manos por mi cuello — Y tu padre salió a celebrar la victoria de los chihuahuas — beso mi mentón.
— Son los Bulldogs y el puede regresar en cualquier momento — hablé con pesadez por los jadeos que sus caricias me estaban sacando.
— No lo creo, salió con el señor Rogers — paso sus lengua por mis labios — y dijeron que pasarían a recibir a los hermanos Willows irán a un bar fuera de la ciudad, apuesto que no vendrá en al menos 4 horas, sus manos estaban bajando por mi pecho y al tener su cuerpo encima desnudo ya estaba acabando con mi resistencia.
— Connie estoy demasiado cansado, en serio — murmuré y ella se alejó con una sonrisa.
— Haberlo dicho antes — exclamó sonriente. Tomo mi mano y me hizo sentarme en la cama — quítate la camisa — ordenó y sabiendo que no aceptaría un no por respuesta simplemente hice lo que me ordenó — extrañaba verte sin camisa... Me encanta tu cuerpo — dijo pasando sus manos por mi abdomen, ella se puso atrás de mí y Empecé a masajear mis hombros — ¿Has estado durmiendo bien? — pregunto con ligera preocupación mientras seguía masajeandome.
Solté un jadeó ante la placentera situación y asentí — Sí, no esperaba que la competencia por las vacantes de la universidad estuviera a este nivel, sabía que iba a ser difícil pero nunca imaginé cuanto — volví a jadear — no sé si logre entrar.
— Oye, eres el chico mas listo que conozco, obviamente vas a ingresar — dejo un beso en mi nuca — pero justo ahora — rozo sus dientes en nuca — Necesitas desfogar todo ese estrés que tienes... Y déjame decirte que estaré muy complacida si usas mi cuerpo para dicho propósito — tomo mi rostro y acercó sus labios hacia los míos iniciando un erótico beso al cual no pude resistirme.