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Aida G.
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- Me prometí quitarle todo a tu esposo y eso te incluye a ti - sonaba en mi cabeza.
Era obvio que esto era una venganza por parte de Aidan, pero por mucho que sintiera qué él solo me estaba usando para atacar al que era mi esposo y que realmente me doliera ser usada de esta forma.
Prefería ser usada por Aidan que por el hombre que dice ser mi esposo.
Con aquel muchacho que me a robado el corazón al menos puedo fingir y sentirme amada, aunque sea por unos momentos.
Aidan hablo sobre reunirnos hoy en un hotel. Yo estaba muy nerviosa, mi marido estaba loco por mis salidas muy seguidas, nunca me había prestado atención pero justo ahora el vivía vigilandome.
Aidan dijo que vendría a recogerme, le sugerí pasar la noche aquí pero el insistió en que esta noche nuestro encuentro sea en lugar más lindo.
La noche llegó y me estaba arreglando para el encuentro con mi amante, ya lista tomé mi bolso y camine hacia la salida donde me encontré con el hombre que era mi esposo.
-¿a donde crees que vas? - pregunto molesto.
- Iré a la casa de Míriam, la pobrecita enfermo y justo ahora su esposo salió, no tiene quien la cuide - mentí con descaro y quise seguir mi camino cuando el me tomó fuerte del brazo.
- E iras a visitarla vestida así - cuestionó y asentí adolorida por su brusco toque - no me vas engañar a mí, la zorra de tu amiga en estos momentos esta viajando fuera del país - trato de librarme de su agarre y el de un jalón me hace adentrarme en la casa y prácticamente chocar con una pared - Crees que voy a permitir ser la burla de nuestros vecinos? Que voy a permitir que me sigan llamando cornudo? Asquerosa puta!!! - me dio una fuerte bofetada que me lanzó al piso.
- Por favor basta, me estas lastimando - suplique en el piso pero en vez de conmoverse se enervo aun más y vi sus intenciones de darme una patada en el abdomen, junte mis brazos y piernas tratando de cubrirme mientras mis lágrimas y sus golpes no cesaban.
- Te enseñaré a que me respetes! Te enseñaré a no abrirle las piernas a cualquiera!!! - espere el golpe pero nunca llego - Desgraciado! - lo escuche gritar.
No me atreví a observar lo que había pasado, solo lloraba en el suelo cubriendo mi vientre.
-No le vuelvas a poner nunca más una de tus asquerosas manos encima - escuche la voz de Aidan.
Escuche golpes y varios insultos provenientes de ambos, en un instante vi como mi esposo cayó a mi costado completamente nokeado. Sentí los brazos de Aidan levantándome del piso, estaba llorando, se veía muy asustado. Yo no entendia el porque estaba así, sentía mi cuerpo y mis ojos pesados, ya ni siquiera percibía el dolor.
...
Poco a poco una brillante luz blanca aparecía en mi campo de visión. Me encontraba en un lugar bastante silencioso, era desconocido y sus paredes tenían un color pálido, eso y la comoda camilla me hacían notar que me encontraba en un hospital.
- Al fin despiertas, por poco y me haces creer que estas muerta - bromeó y lo mire mal.
- Largo!
