Capítulo 15

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El cielo está muy nublado, las nubes parecen cargadas de mucha agua que está a punto de caer y mojar nuestros cuerpos

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El cielo está muy nublado, las nubes parecen cargadas de mucha agua que está a punto de caer y mojar nuestros cuerpos.

Anselmo está sentado en un trozo de madera y cada cinco segundos gira su cabeza aguardando por alguien. Trato de alzarme, pero con mis pies y manos amarradas es inaccesible. Me quejo y revuelvo en el suelo, convulsiono intentando botar el trapo que metió en mi boca y que me impide hablar.

Introduzco un dedo con dificultad en el lazo. Buscando el nudo para poderme soltar, justo cuando lo tengo a mi alcance, el monte se menea y Anselmo sonríe.

Un estremecimiento me sacude al ver a Ezar parado con sus ojos sombríos puestos en mí. Con cada paso que da una sombra de oscuridad se apodera de sus pupilas dilatadas. Su rostro está pintado de gotas de sangre que le chorrean hasta llegar a su cuello. Alejo mi cara en el instante que el aproxima sus dedos queriendo tocar mis pómulos, incapaz de resistirme el atrae mi cara hasta tenerme cerca suyo.

—Te encontré— Ríe.

Aprieto los dientes.

Uno de sus dedos tantea mi cuello, me agito rechazando su contacto.

—Su alteza, creo que deberíamos marcharnos, Sabas Spinsters no tardará en alcanzarnos. —Recomienda Anselmo vigilando a su costado.

Una vena salta en la frente de Ezar al oír el nombre de Sabas.

— ¡Cállate! ese maldito... —Cierra sus párpados y respira entrecortadamente.

Su odio es notorio. Me giro al escuchar un pequeño ruido, casi inaudible entre los árboles. Nadie. Arrugo mi cara cuando percibo el ardor en el borde de mi boca por tenerla tanto tiempo en esta postura. Pruebo verbalizar alguna palabra, pero solo me salen oraciones incomprensibles.



Ezar me arroja de cabeza en su torso.

—Hoy es el día que todos los galeanos te verán morir, humana. — Comienza andar. Niego.

Anselmo va liderando el camino, apartando y cortando con su espada unas ramas que obstaculizan el paso. Me sangoloteo, cuando observo que estamos llegando a un carruaje que está muchos metros de distancia de donde deje a Celina.

Ezar me está tirando a la tierra, cuando de la nada un feroz aire lo manda a volar varios metros lejos, su cuerpo cae desplomado y un gemido de dolor sale de su boca. Anselmo gruñe enardecido y busca la causante, pero solo estamos nosotros.

—¿Qué mierd... —Es aventado más lejos que Ezar. El polvo se levanta cuando el cae.

Anselmo se mueve vomitando sangre.

Ezar pone una mano en el suelo logrando erguirse. Pero una llamarada de fuego del tripe de su altura se coloca en el centro, dejando una división entre ellos y yo.

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⏰ Última actualización: Sep 15 ⏰

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