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Sabía que debió de decir que no cuando aquel sirviente les ofreció la botella de vino, pero en cambio, la aceptaron y ahora no sabia que hacer con un Hyeongjun completamente ebrio, diciendo incoherencias y riendo por cualquier cosa que pasará frente a sus ojos y aún así se seguía viendo tan lindo y tierno ante los ojos de Jooyeon, más con ese carmín en sus mejillas y la forma en la que se expresaba, siendo más libre que cuando el mayor estaba sobrio

-¿Por qué existen tantas reglas?- se quejo con un puchero- es tonto, solo prohíben la diversión y la expresión de las personas

-¿Enserio Hyeongjunie? nunca lo había pensado de esa forma- cometo, siguiéndole el juego, estaban sentados uno junto al otro, en un par de sillas de mimbre que amablemente acerco el mismo sirviente de la botella de vino luego de verlos ahí mientras hablaban luego de casi diez piezas musicales

-si- exclamó volteando a verlo- es injusto tener que seguir indicaciones que sabes que no te gustan pero aún así tienes que seguirlas para que la sociedad no se queje de ti, pero de todos modos se queja, es tan injusto- reprochó, cruzándose de brazos- cómo tu- dijo de repente- no te gusta atar tu cabello y aún así lo haces, ocultas tu identidad para que tú nación no te tenga miedo, siempre estás siguiendo reglas pero nunca eres quien las pone

-¿Cómo sabes que no me gusta atarme el cabello?- el nunca se lo había dicho, en realidad, solo su hermano Minho sabe cuánto odia atar su cabello y esconder su mechón blanco

-como eres- en un movimiento veloz, Hyeongjun termino frente a Jooyeon, pero nunca despegó sus ojos del menor- cuando lo tienes suelto es como si estuvieras libre, disfrutando la vida, y cuando lo tienes atado no lo haces, no por completo- dijo  con una sonrisa mientras tiraba del listón que mantenía su pelo quieto, liberandolo- me gustas mas cuando lo sueltas- no sabía que lo había hecho sonrojar, si la confesión indirecta o el hecho de que ahora el azabache estaba sentado sobre sus piernas y abrazándolo por el cuello, mirándolo de una forma muy diferente a la que solia mirarlo, por qué no lo miraba a el directamente, miraba sus labios- me gustas mucho Jooyeonie ¿Podrías dejar el Courtship hasta aquí por favor? me molesta que tengas tantas fans que quieran estar contigo cuando solo yo puedo estarlo, si lo terminas nadie se acercara a ti por qué sabrán que estás conmigo- demandó, alternando la vista entre sus labios a sus ojos- ¿Podrías hacerlo por mi, Honey?

En ese momento no sabía cómo reaccionar, eran muchas cosas para procesar, recapitulemos, Hyeongjun estaba sobre sus piernas, abrazándolo, jugando con su cabello, mirándolo de una forma tan diferente a la que estaba acostumbrado, no había ni un solo rastro del príncipe tímido que conocía, en su lugar estaba aquel chico que soltaba todo lo que parecía estar en su mente, sin tapujos ni restricciones, y además lo hacía de una manera muy coqueta a su parecer

-¿Quieres que lo termine ahora?- intento que su voz no saliera temblorosa, siendo casi imposible

-si, así nadie va a volver a acercarse a ti- el mayor dejo su cabello en paz, para empezar a acariciar el cuello del mago, acercándose más a su rostro- ¿Puedes hacerlo?

-por ti, cualquier cosa- murmuró completamente ido en aquella sonrisa- pero será al amanecer

-¿Por qué?- se quejo el mayor, dando un pequeño brinco que lo posicionó mucho más cerca del torso de Lee

-el Courtship es regalar solo un objeto por día y hoy ya te lo he dado- explico mientras lo abrazaba por la cintura

-¿Entonces será al amanecer?- el asintió ante la cuestión- ¿Lo prometes Honey?

-lo prometo- respondió, hipnotizado por la forma en la que sus rostros se acercaban cada vez mas al punto en que sus narices se rozaban y sus respiraciones se cruzaban

|El Príncipe Perdido|®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora