Cap 07: Empatía

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Advertencia: Contenido explicito de violencia y abuso

«Yo... pensé que ya sabía, Wei-gongzi».

Estuvo corriendo durante horas desde el pueblo a Muelle de loto, buscando alcanzarlo, pensando que llegaría antes. Se preguntó cómo fue que había corrido tan rápido. Cuando llegó, estaba seguro que no había pasado más que un par de horas en las manos de los Wens, el tiempo que debió tomarle llegar a Muelle de loto y ser descubierto. No debió ser una cosa de muchas horas, en la imaginación de Wei Wuxian, Jiang Cheng fue atrapado, golpeado con el látigo y le quitaron el núcleo antes que, con un par de patadas, lo lanzaran a ese almacén.

Estaba lleno de sangre, Wei Wuxian lo recuerda muy bien. Jiang Cheng estaba lleno de sangre y sus ropas parecían que se las habían puesto de nuevo. Claro, la túnica no estaba rota con el látigo, así que debieron quitarle la parte superior del hanfu para golpearlo. Mal nacidos, malditos, demonios... Wei Wuxian recuerda muy bien ese sentimiento atronador. Recuerda cuando lo cargó y escapó, la sangre que estaba en todos lados, la fiebre que vino después y los gritos que estuvieron amenazando con mostrar su ubicación.

Cuando llegaron a Yiling, recuerda que Wen Qing los regañó, pero cuidó que nadie más lo viera. Wen Ning estaba tratándolo. En algún momento, se durmió fruto del cansancio. Pero, a pesar de que Wei Wuxian dormía y despertaba con el pasar de los días, a Jiang Cheng lo tenían sedado. Es para que mejore más rápido, dijo. Wen Qing no dijo otra cosa, pero destinó miradas con pesar hacia ellos.

Claro, Wei Wuxian había pérdido a su hogar, Jiang Cheng había pérdido mucho más.

Fue su culpa, su culpa.

Por alguna razón, Wei Wuxian no dimensionó la posibilidad de que le hubiera derretido el núcleo hasta que Jiang Cheng lo empujó con todas sus fuerzas y no lo movió un solo dedo. Hasta ese momento se dio cuenta. A pesar de haberlo visto lleno de sangre, con heridas de látigos que no se cerraban, sin fuerzas, destrozado... fue hasta ese momento.

«Yo... pensé que ya sabía, Wei-gongzi».

Fue estúpido.

Fue estúpido.

Fue estúpido.

Fue estúpido.

—¡Wei Ying! —sus manos son sujetadas con fuerza—. Por favor —Lan Zhan habla con una suavidad que no puede apreciar—, no te lastimes, no ha sido tu culpa.

—¿Qué ocurre con Wei-gongzi? —No quiere escuchar a Wen Ning. No quiere—. ¿Por qué está así?

—Una maldición. Estamos investigando.

Wei Wuxian levanta sus ojos furiosos a Wen Ning y siente un escalofrío horrible cuando nota las roídas marcas del sol en las mangas de sus túnicas, junto a sus cadenas que aún caen a su lado. Desde su actual altura, Wen Ning luce gigantesco. Su rostro está casi inmovil, sus ojos llenos de sangre negra. Un cadáver, en toda su esencia. Wei Wuxian antes no lo había visto tan espeluznante como ahora. Era un monstruo.

Él había traído un monstruo.

No puede controlar el terror que se une a su pequeño cuerpo, temblando, en pánico.

—¡Me asustas! —grita. Wen Ning, a pesar de que apenas puede formar una expresión, luce como si lo hubieran herido de muerte. Baja su cabeza, con hombros caídos.

—Lo siento.

—Wei Ying —La voz de Lan Zhan busca calmarlo, pero por más que intente ponerlo de píe, Wei Wuxian se aferra al suelo y a sus manos llenas de tierra—. Wen Qionglin, será mejor que se retire.

Regresión (MDZS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora