CAPITULO 11

1.4K 150 15
                                    

Después de haber llegado al campo donde debíamos llevar el estiércol y donde también tenía que vigilar más de cerca a Lan Zhan de que no se lastimara.

–Lan Zhan–Lo llamé.

Me sorprendió que pusiera toda su atención en mí inmediatamente, así que sin perder tiempo antes de que se arrepienta tomé valor para preguntar yo mismo acerca de todo lo sucedido con su secta y su gente.

Aunque había muchas probabilidades de que acabara en miradas fulminantes o un simple silencio como advertencia, decidí ser arriesgado.

Quería que Lan Zhan supiera, que aunque ya no estemos comprometidos, siempre podrá encontrar en mí un amigo de confianza.

–Uhh…bueno.

–¿Qué ocurre?

–Quería preguntarte yo mismo, acerca de lo que pasó en tu….–su mirada bañada en oro realmente intimidaba–en tu secta, con los Wen…

Al verlo vacilar, tuve en cuenta que obviamente toqué un tema delicado para él. Después de todo a nadie le gustaría recordar algo tan escalofriante y aterrador, así que rápidamente quise remediar mi descuido.

–A-ahh, lo siento fue muy impropio de mí, es solo que-

Llegaba una silueta con algunas otras detrás de la primera, al mismo tiempo en que gritaba.

–¡Wei Wuxian! ¿Quién te dijo que podrías hablar?-Wen Chao preguntaba sin esperar alguna respuesta

-Sabía que no estarías haciendo tu trabajo, ¿sobre qué susurran ustedes dos? Dilo en voz alta- terminó por decir.

No quería que le hicieran más daño a Lan Zhan, así que decidí intervenir

-Solo le estaba diciendo a Lan Zhan que tu huerto tiene un olor muy familiar-manifesté, realmente el hijo de Wen Ruohan era alguien fastidioso.

-Me preguntaba de dónde era ese olor, pero una vez que te acercaste, todo se aclaró- Sonreí burlón.

-¿Qué estás sugiriendo?- Preguntaba el de rojo con un poco de duda

Fingía que lo olfateaba y por lo siguiente hice una cara desagradable para nada sutil.

-¿No está ese olor en ti?- Sugerí.

La cara del Wen se tornó en un color rojizo de la furia- ¿¡Cómo te atreves!?-Gritó al mismo tiempo que agitaba su látigo a punto de golpearme, así que actué rápido y lo detuve con mi mano izquierda.

-Joven maestro Wen, no me provoques- escupí con un notable enojo, sí, el Wen no era el único que podría hacerse el valiente trantando de intimidar y yo no me iba dejar, para nada, a veces olvidaban quienes eran las personas que me habían criado.

Solté con fuerza el látigo del de vestimentas rojas con fuerzas, la verdad ya no importaba como comenzó esta situación, lo único de lo que estaba seguro es que no me iba a dejar mandar de nadie y mucho menos por un hombre de quinta que no sirve para nada más que acostarse con las mujeres y donceles que él quisiera.

De un momento a otro en un milisegundo los guardias Wen traían unas cuerdas con las cuales me ataron y me elevaron en el aire, iugh, debí saber que obviamente el “Joven Maestro” Wen no pelearía uno contra uno.

Te amo y más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora